Científicos logran controlar el comportamiento de la bacteria más abundante de la piel para tratar afecciones cutáneas
Un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra ha logrado `domesticar` a la bacteria `Cutibacterium acnes`, la más abundante en la piel, de forma que genere compuestos terapéuticos contra distintas afecciones cutáneas de manera segura, controlada y con varias ventajas sobre otras posibles soluciones.
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El estudio, publicado en la revista 'Cell Systems', ha presentado "con éxito" una cepa que genera antioxidantes y que reduce el estrés oxidativo en células de la piel expuestas a la radiación UV, un experimento que se ha probado en cultivos celulares.
Para controlar su comportamiento, los científicos, liderados por el doctor Marc Güell y Guillermo Nevot (del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra), han introducido en la bacteria "una especie de kit" de herramientas genéticas.
"En primer lugar, contamos con una pequeña molécula circular de ADN llamada plásmido que incluye distintas partes o secuencias, cada una con su función. Entre ellas, encontramos un gen para fabricar el compuesto terapéutico que queramos; otra para modular cuánto de ese compuesto se genera en función de estímulos externos; otra para seleccionar a las cepas que han integrado el plásmido; y otra para eliminar su resistencia a los antibióticos tras pasar el proceso de selección", han explicado los investigadores.
Tras ello, pudieron introducir herramientas para eliminar la capacidad natural de la bacteria de generar algunos nutrientes que necesita, asegurándose de que no persistirá en la piel si no son ellos quienes se los ofrecen, como aplicando una crema sobre la piel.
Estas herramientas hacen que 'Cutibacterium acnes' sea segura, pues no contienen genes de resistencia a antibióticos, no los pueden intercambiar con otras bacterias, ni tampoco pueden generar estos nutrientes necesarios para sobrevivir.
APLICACIÓN PARA FUTURAS CREMAS PARA TRATAR LA DERMATITIS ATÓPICA
En este proyecto, los investigadores han diseñado una cepa en la que introdujeron un gen capaz de generar y secretar más o menos antioxidantes al recibir un estímulo artificial de diferente intensidad en el laboratorio; al mismo tiempo, sometieron a un cultivo de queratinocitos, las células más superficiales de la piel, a radiación UV, que puede provocar un estrés oxidativo en las células que altera su estructura y fisiología.
El tratamiento del cultivo con los antioxidantes generados por esta bacteria ha provocado que el estrés oxidativo de los queratinocitos se redujera "significativamente", lo que se correlaciona con los niveles de actividad del gen, por lo que se podría ajustar la actividad antioxidante de la bacteria a las necesidades requeridas.
En ese sentido, los científicos han apuntado que en un futuro podrían fabricarse cremas cosméticas y terapéuticas con "millones de 'Cutibacterium acnes' capaces de generar más o menos antioxidantes en respuesta a estímulos naturales como los niveles de estrés oxidativo al que esté sometida la piel", permitiendo tratar afecciones como la dermatitis atópica, el envejecimiento prematuro o el cáncer.
Esta bacteria ha sido elegida por tener poblaciones "muy estables y duraderas", cuyos individuos son genéticamente "casi iguales"; al vivir en los folículos pilosos, donde metaboliza el sebo de la piel, apenas interacciona con otras especies de bacterias ni se producen traspasos de genes.
La presencia de cepas II y III de 'Cutibacterium acnes' se relaciona con una piel sana, y algunas enfermedades como la dermatitis atópica muestran una disminución característica de la misma; además, pueden trasplantarse fácilmente de una piel sana donante a una receptora mediante aplicaciones tópicas para mejorar su estado.
Si bien ya se han mostrado resultados "alentadores" en el tratamiento de enfermedades metabólicas, infecciones o cáncer en el intestino y los pulmones, aún hay "muy pocos estudios" sobre afecciones cutáneas; los más prometedores se habían probado en ratones, usando la bacteria 'Staphylococcus epidermidis' para acelerar la cicatrización de heridas o como vacunas contra el cáncer y repelentes de mosquitos, aunque esta no reside en la piel humana de forma natural, su integración es baja y las poblaciones "cambian con más frecuencia", además de ser más propensas a intercambiar genes con otras bacterias.
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