José López Martínez

A la caótica situación política nacional, con un Presidente del Gobierno de España cada día más cercano al golpismo independentista, que a su labor de defender la legalidad que representa, se une ahora la torpeza de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo.

Si la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea ha sido un mazazo a la credibilidad del proyecto europeo, el independentismo catalán ha sacado a la luz que los nacionalismos, algunos emboscados en España, están propiciando la desintegración de la Unión. El caso de la Euroorden dictada contra Puigdemont bien demostrativo.

Hemos entrado en unos tiempos en que los electrodomésticos de uso cotidiano ya no tienen duración indeterminada, antes comprabas un frigorífico o una lavadora y duraban hasta que alguna avería lo dejaba fuera de servicio, o te cansabas él.

La perplejidad con la que Mariano Rajoy y su cohorte han recibido la estrepitosa derrota que las urnas les han deparado en Cataluña, no la ha habido entre militantes y votantes del Partido Popular; éstos sí lo veían venir, percibían esa caída tras el abandono de los postulados que fueron la razón de ser de un partido nacional.

Hasta hace pocas fechas quienes defendíamos en los medios de comunicación la política de CIUDADANOS éramos blanco de incomprensión, chanzas y argumentos jactanciosos. Lo más llamativo de esto es que eran los propios miembros del partido popular o del partido socialista, quienes banalizaban esa política de la que se beneficiaban en sus ámbitos de gobierno; si bien, el tiempo y la realidad han tornado aquellas sonrisitas en rostros de perplejidad.

De sobra sabia el “molt honorable” Pujol -una ofensa a la virtud que tenga título de honorable-; bueno a lo que iba, de sobra sabía Pujol que la UDEF era la Unidad de Delitos Económicos y Financieros quien vigilaba a sus hijos desde hacía tiempo; ese control ha supuesto que durante una temporada esta familia dejara sus bravatas y se mantuviera en standby.

Conocí al nuevo Fiscal General del Estado, D. Julián Sánchez Melgar, cuando ejerció como magistrado en Santander, le tomé afecto, como muchos de quienes ejerciendo la abogacía tuvimos relación con él.

«¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!»

Una cosa es que el Excmo. Sr. D. Andrés Ollero, 17 años diputado del PP y hoy Presidente el Tribunal Constitucional, haya querido salvar a sus compañeros del PP, y otra muy distinta es que mantenga, como ponente de la sentencia, que el principio de seguridad jurídica impide retrotraer las consecuencias de la inconstitucionalidad del decreto ley sobre la regularización fiscal perpetrada por el gobierno Rajoy, la conocida “Amnistía Fiscal”.

Hubo un tiempo en que las grandes corporaciones industriales, entidades financieras y gobiernos, buscaban en las mejores Universidades a jóvenes que destacaran por sus habilidades en informática; trataban de evitar que sus bases de datos, tuvieran fácil acceso a ajenos.

No me imaginaba que se hicieran informes PISA sobre el conocimiento financiero de los jóvenes, destacándose en el último, el importante número de jóvenes con 15 años que apenas saben qué es una factura.

Va a ser por lo vivido y sufrido que, cuando el Boletín Oficial del Estado publicó en 1984 un Acuerdo de la Comisión Permanente firmado por el Presidente del Consejo General del Joder Judicial, lo de la “J” no era un error, sino una premonición.

Ya sé que suena a herejía, pero los 8 de noviembre deberían ser festivos en Santander. En esa fecha una sentencia del Tribunal Supremo ha anulado el Plan General de Ordenación Urbana actuando por tanto, como un santo protector de nuestra Ciudad.

Las recientes declaraciones de algunos líderes “tories” sacan a la luz los viejos fantasmas británicos: europeos sí, pero en nuestra isla. Siempre ha habido en el Reino Unido un recelo permanente hacia la Unión Europea; la prueba es que nunca se integró completamente, jamás hubieran permitido desprenderse de su libra por el euro.