Para finalizar con el asunto, les dejaré con una frase de Hitler bastante adecuada para el asunto que nos ha traído hoy aquí: “En cuanto vuelva la paz suprimiré el tabaco.
Como soy español, me he pasado el día pendiente de la finalmente decepcionante carrera de Fernando Alonso en el circuito de Abu Dabi. Unas veces se gana, otras se pierde, como sucedió en la final del Mundial de Fútbol este mismo año.
Escribir, vocación, talento, editoriales, distribuidoras y tiempo, demasiado tiempo para que el joven escritor pueda algún día convertirse en un escritor reconocido…
Todos envejecemos, sí… se nos cae el pelo (a otros, a mí no) y nos volvemos un poco cascarrabias… contamos historias de cuando teníamos más pelo y nos mostrábamos un poco menos cascarrabias.
Soy uno de esos españoles sin dinero ni beneficio, soy uno de esos españoles que nunca ha entrado en una oficina del I.N.E.M. Sí, soy español y universitario y sé leer y escribir (ojo, eso último creo hacerlo realmente bien).
Parte I: el perrito y sus amos: La historia la conocemos más o menos todos y se refiere a la ley de reflejo condicionado. Dícese: si tocamos la campanilla y luego damos de comer al perro y repetimos el comportamiento durante algún tiempo, cuando volvamos a tocar la campanilla el perro creerá que va a venir la comida, por lo que empezará a salivar (así está más rico, supongo).
A lo largo de nuestra carrera como cinéfilos aficionados hemos podido contemplar joyas del guión histórico tales como Troya o la más reciente Goya, firmada por Milos Forman (el mismo que ya hizo otro alegato al suicidio colectivo en su oscarizada Amadeus).
Siempre dicen que es agosto un cruel mes en el que casi nada sucede. Puede que tengan razón y puede que no porque el universo está lleno de maravillosas e infinitas oportunidades (económicas y no tanto) de pasar una tarde entretenida.
He de confesar que soy deportista y me encanta (quién lo diría cuando contempla mi monumento anti-griego en forma de barriga). No hago deportes físicos porque me canso y no quiero someter mi cuerpo a presiones antes de la ingesta de alcohol. Lo que sí practico es el deporte de la crítica. Me gusta leer los periódicos, cuanto más amarillos mejor, para reírme un rato de las tragedias ajenas y de los casos de corrupción y demás, sí.
Decía cierto libro (el primero de ellos, el más famoso) que hay un tiempo para todo: para nacer, para morir. Y tomaba cierto grupo musical de cuyo nombre no quiero acordarme esta famosa cita para componer su más famosa canción que rezaba (traducción libre con mi inglés poco apañado): todo cambia, hay un tiempo para nacer, un tiempo para morir… todo cambia.
Hace muchos años en mi vida, hace no demasiados en la Humanidad, hace nada desde que nació la Tierra… tuve un encuentro con un camarada de cuyo nombre no quiero acordarme. Se trataba de una especie de tertulia literaria en la que había algunos interesados en la literatura y otros, como el camarada D., interesados más bien en cambiar nuestras poco evolucionadas conciencias. La conversación es más o menos como sigue.
Si fuese una persona coherente y un poco chapada a la antigua les diría que no se dejen engañar, que al final esto es una moda y que si tal que si Pascual… pero como provengo de una época anterior y como me han clonado sucesivas veces por técnicas que los servicios de la CIA aún no se han atrevido a reconocer… les diré que me han puesto en el mundo para que ustedes, social-demócratas convencidos, me consideren el mismísimo diablo.
Famoso fue Maquiavelo, un escritor florentino nacido en siglo XV. Y se hizo famoso precisamente gracias a un libro llamado El Príncipe, en el que se dan algunos consejos sobre cómo gobernar al pueblo de manera correcta (dícese, para que favorezca al dictador).
Sin ánimo de disimulo, me gustan las películas tipo Berman y esas otras que, en ese mismo sentido metafísico, desentrañan las vicisitudes de unas animadoras en una lucha atroz por encontrar la neurona perdida.
La más famosa de las leyes secas se produjo en los Estados Unidos de América entre 1920 y 1933 (casualmente, año en el que Hitler llegó al poder). Pero hubo otras, no tan famosas:
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