Cayo Martín Franco

En esta Cantabria que busca desaforadamente vías para traer el famoso AVE, sería conveniente que alguien se detuviere a pensar en la situación actual de los enlaces ferroviarios de Torrelavega, le segunda ciudad en importancia de Cantabria.

Que me perdonen los socialistas si me meto en su terreno, en las famosas camisas de once varas con que habían de cubrirse quienes optaban a la adopción de un infante en la Edad Media.

La civilización romana encontró la fórmula para aborregar al ciudadano, mediante el ofrecimiento de “panem et circenses”, y alejarle de la política. En nuestro país el circo ha venido siendo sustituido poco a poco por las corridas de toros y el fútbol.

Han pasado ya cien días desde que los españoles revalidaron en las urnas la mayoría del PSOE en el gobierno de España. Cien días, es el tiempo que se marcan los analistas como medida de cortesía antes de juzgar las actuaciones de los políticos.

Cuentan las crónicas que un campesino navarro, de nombre Abundio, era tan tonto que, cuando iba a vendimiar, se llevaba uvas de postre. Con el paso de los años y la llegada de la modernidad, no cesaron de adjudicarle al tal Abundio las mayores torpezas de la historia y, poco a poco, fue acuñándose el dicho “Eres más tonto que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina”.

Están nuestras calles santanderinas adornadas de sus mejores galas festivas. Se respira ambiente de fiesta y ganas de vivir el momento. A la crisis, que le den, que hasta Zapatero admite ya su existencia.

Uno de los derechos reconocidos por nuestra Constitución en su artículo 28.2 es el derecho a huelga de los trabajadores. Evidentemente, dicho derecho ha de convivir pacíficamente con el derecho al trabajo de quienes no desean hacer huelga, reconocido igualmente en la Constitución Española en su artículo 35.