Camisas de once varas...

No sé si con esto de la paridad hay que hablar de socia-listas y socio-listos, si lo de listo/a tiene algo que ver con lo que ocurre en el PSOE cántabro y si lo de socio/a se refiere a la coalición de gobierno con los regionalistas, aunque lo de coalición quizás sea demasiado decir, pues tengo la impresión que, mientras unos/as se beben la leche a otros sólo les encargan el cuidado del prau y la asistencia a romerías.

Y es que en el PSOE cántabro hay muchos que han olvidado lo que significa ser “socialista” y se han apuntado a la última parte del vocablo “listo/a”. Rolex, coche oficial, VISA ORO, reverencias… Pobre Quevedo, Nada de “Poderoso caballero es Don Dinero”. En Cantabria, “Poderoso caballero es Don Cargo”, el ordeno y mando de siempre. Se han creado familias de poder, clanes de dirigentes de medio pelo que controlan su parcela y la defienden con uñas y dientes, no sólo de quienes desean competir por ella, sino de quien se atreve a criticarla.

No ha empezado la batalla congresual y ya están lanzándose al monte, acusándose veladamente unos a otros y dando un espectáculo que nada tiene que ver con la legítima pugna política sino con actitudes dignas del sur de un país europeo con forma de bota. 

Mucho le queda por sufrir a Blanca Rosa. De ahora hasta el congreso, va a recibir ataques por todos los flancos de sus propios compañeros de partido, críticas de correveidiles a sueldo oficial, prebenderos y aprovechados de carnet y cargo, que jamás juzgarán sus propuestas sino su atrevimiento a presentar una candidatura que puede llevarles de nuevo a la cola del paro. Que una cosa es renovación del partido y otra que le renueven a uno del cargo o carguito adjudicado en base al eufemismo de “cargo de confianza” y no a méritos profesionales, vamos, el “enchufe” de toda la vida.

De Lola Gorostiaga, de las actuaciones de quienes dependen de su Consejería, de su control del partido y de sus protegidos, tendría mucho que hablar, pero, por ahora, prefiero guardar silencio. Sus acciones y declaraciones públicas me están ahorrando el trabajo. Ya se sabe, uno vale más por lo que calla que por lo que habla.

No me voy a meter en camisas de once varas. Aunque me decanto por Blanca Rosa como persona. Siempre fue amable con el abajo firmante, a sabiendas de que no remaba en su barco. Además, siempre me obsequiaba con dos besos llenos de humanidad. De Lola, no puedo decir lo mismo. Siempre estuvo conmigo lejana y fría. 

Y es que Blanca Rosa parece estar predestinada a hacer honor a su nombre. Es “Blanca”, sin malicia ni segundas intenciones, amable y bonachona. Y eso a sus adversarios cántabros les descoloca. Una socialista ha de serlo hasta en el nombre. Si se llamara Roja Rosa Gómez Morante la cosa sería otra. Pero ¿Blanca?