Olvidos profesionales
Hay que recuperar el camino perdido, mejorar las condiciones laborales tan maltratadas últimamente y restaurar la situación profesional deteriorada en los últimos meses
Siempre que se acercan elecciones o se elabora una nueva ley de educación se habla del Estatuto de la Función Pública Docente. No falla. Lo que sucede es que se olvidan del famoso Estatuto tan pronto como sale elegido un nuevo Gobierno o se aprueba la ley de ocasión.
Esta vez no iba a ser menos, por eso el Ministerio de Educación —y en su nombre, el ministro José Ignacio Wert—se ha comprometido a mantener abierta la mesa negociadora que llevaba meses sin convocarse. Incluso su compromiso va más allá: abrirá otra mesa técnica para negociar el redicho Estatuto Docente.
Muchas mesas de negociación pero… siempre lo mismo. En el citado Estatuto deben contemplarse temas como la carrera profesional, el mantenimiento de la jubilación anticipada, la promoción entre cuerpos docentes, el acceso y movilidad del profesorado, la salud laboral y las enfermedades profesionales, además de la ley de autoridad docente, entre otros. Por cierto, sobre esta última hay comunidades autónomas que ‘cacarearon’ hasta más no poder y ahí sigue la cosa sin tratar en serio y sin avanzar.
Desde que tocó poder el actual Gobierno de Mariano Rajoy, el profesorado no ha conseguido nada meritorio. Lo que sí se ha encontrado han sido recortes, represión, amenazas, palos en el camino, puertas cerradas, silencios, mentiras y dejadez. Mucha dejadez y excesiva desidia. Aunque a muchos les parezca excesivo, lo cierto es que quienes lo vivimos a diario podemos dar fe de ello.
En este momento, el profesorado tiene que tener claro que, ante cualquier reunión con el Ministerio de Educación y ‘Cosas Varias’, hay que comenzar a recuperar el camino perdido, mejorar las condiciones laborales tan maltratadas últimamente y restaurar la situación profesional que el Gobierno ha arrastrado en los últimos meses.
Se tardó muchos años en mejorar las condiciones profesionales del profesorado y en conseguir el prestigio que ahora ha arruinado el Gobierno Rajoy. Pero seguramente lo más duro sea comprobar que desde las instancias de poder no se da ninguna importancia a la profesión docente. Y no parece que haya perspectivas de cambio. Eso sí, llegadas las elecciones generales habrá que enseñar la zanahoria a las huestes ‘marianas’ y, cuando recuenten los votos, se encontrarán la otra parte: el palo.
Cuestiones como las que hemos citado para conformar el Estatuto Docente preocupan considerablemente al profesorado. ¿Por qué? Pues porque son cuestiones que afectan directamente a su desenvolvimiento profesional, a su labor diaria y a su persona.
Por muchas normas que hagan los políticos, es el profesorado quien matiza y concreta la norma en el día a día. Y si un profesor o profesora se considera capaz de mejorar el posible y presunto atropello normativo, lo hace y punto, aunque mantenga lo formal y externo.
Jesús Salamanca Alonso
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