LA RACIONALIDAD DE LA CULTURA EUROPEA, ELEMENTO DIFERENCIAL DEL ISLAMISMO Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid
Como se advierte por las noticias que llegan de toda Europa, hay una proliferación de musulmanes que, en este tercer milenio, están llenando las calles de nuestros pueblos. Esto nos debe llevar a pensar, lo que supone de contraste con nuestra civilización, y constituye una dificultad de comunicación, por la distinta forma de comprender el ser de la persona.

Como se advierte por las noticias que llegan de toda Europa, hay una proliferación de musulmanes que, en este tercer milenio, están llenando las calles de nuestros pueblos. Esto nos debe llevar a pensar, lo que supone de contraste con nuestra civilización, y constituye una dificultad de comunicación, por la distinta forma de comprender el ser de la persona. La racionalidad y la libertad que caracteriza a la cultura de Occidente, se encuentra, en estos momentos, con dificultades para dialogar con personas que comportan un pensamiento rígido de sumisión propio de la formación islámica. El pluralismo cultural no es una solución, pues llevaría a un eclecticismo, que supondría una amalgama sin una claridad de ideas, y ninguna cultura quiere perder su esencia.
En Occidente tenemos un pensamiento avanzado, que se ha orientado, en todo momento, por una comprensión integral de la persona -hombre y mujer-, y dominado por el principio de igualdad. Cosa que no ha sucedido en la cultura islámica, y partiendo de aquí se ha pretendido llegar a una sociedad universal, racional y desacralizada, desarrollo muy distinto de la concepción del Corán. Elementos que son necesarios de base, para poder dialogar con todos los pueblos, que quieran llegar a comunicarse con la cultura europea-cristiana, y que no los encontramos en los musulmanes que han llegado a Europa en los últimos tiempos.
Esta visión omnicomprensiva no borra sus perfiles característicos, sino que marca, por contraste y con rigor intelectual, la singularidad de Occi-dente, a la par que la universalidad de su cultura. Por lo que, como indica Max Weber, el hombre europeo trata inevitablemente los problemas de la historia universal en consideración a la persona en general, lo que nos lleva a preguntarnos: «¿qué encadenamiento de circunstancias ha conducido a que precisamente en el suelo de Occidente, y sólo en él, hayan aparecido fenómenos culturales, y que, sin embargo, se encuentran en una dirección volitiva de significación y validez universal».
Elemento importante y necesario en la cultura de esta sociedad es la racionalidad, que ha llegado a crear un modelo de convivencia basado en unos principios, calificados de fundamentales: dignidad de la persona, igualdad y libertad, que corresponden al hombre y la mujer, en cuanto tales, y ha supuesto la base de nuestro derecho. Principios que no encontramos en la normativa de los pueblos musulmanes, que han venido a vivir entre nosotros, y no vemos que los puedan asumir fácilmente.
Para llegar a una comprensión hay que asumir la racionalidad que tiene Occidente, y que en algunos aspectos como en investigación y economía ya se han aceptado por todo el mundo. Pero no sucede lo mismo en la consideración de la persona, pues como muestra Max Weber, «para llegar a una doctrina racional del Derecho, a pesar de sus comienzos en la India, a pesar de las comprensivas codificaciones, especialmente del Próximo Oriente, a pesar de todos los libros jurídicos de la India y de los otros países asiáticos, faltan los rigurosos esquemas jurídicos y las figuras
conceptuales del Derecho romano y del occidental, formado en su escuela». Racionalidad que no sólo llega a crear un derecho estatal basado en una filosofía social, sino algo singular y característico: a una regulación jurídica fundamentada en una doctrina teológica, con las notas de juridicidad, de aquí que, «sólo el Occidente conoce una configuración jurídica como la del Derecho canónico». Precisamente partiendo de esta base canónica del derecho, se ha construido el nuevo concepto del derecho de gentes, las bases del Derecho internacional, y justificado la existencia de los derechos fundamentales.
Al estudiar una posible relación con los pueblos musulmanes, no podemos dejar de lado las teologías, pues, como ya advertía Vitoria el enfrentarse con los nuevos pueblos descubiertos, porque la teología no se encierra en la mera disquisición, sino que aporta importantes bases para la comprensión de la persona, y cree que hay aspectos teológicos que pueden dar interesantes cauces de interpretación, que merecen especial consideración, ya que «todas las discusiones teológicas no son siempre de carácter deliberativo, sino que hay muchas de carácter demostrativo, esto es, no para investigar sino para enseñar». La visión tan distinta de la teología del cristianismo de occidente y la del islam constituyen la primera y principal dificultad, porque fijan sus modelos de sociedad.
En esto hay una razón de fondo, que hoy día se pretende desconocer, que la nota interna que ha sido el motor de la evolución de nuestra historia es esa teología cristiana, por cuanto supo fundir los conceptos religiosos hebreos en la filosofía griega, esto es, supo explicar los conceptos teológicos racionalmente, y enseñó a valorar la razón. Y, ello actuó como elemento dinamizador de nuestra historia. De aquí que Hans Freyer escribiera que «el reino de la razón comienza en medio del reino de Dios, pues no es algo distinto, sino una construcción dentro de él, como un andamiaje de pensamiento incluso en la creencia; cabría decir que en el seno del reino de Dios se concentra, se perfila y tensa la razón». La forma de pensar occidental, en su primera investigación científica se dirigió a la búsqueda y explicación de Dios, con un sistema racional concreto haciendo «que la razón sea capaz, si no de contemplar a Dios, al menos de pensarlo», y esta primera pretensión «es una tesis absolutamente occidental, y todo el posterior desarrollo de la ciencia europea será posible por el impulso que recibiera de tan sublime pretensión».
Esta labor en la comprensión de Dios no se ha dado en el islamismo, sino que se ha acatado plenamente, sin mayor razonamiento el mensaje de su profeta Mahoma en el Corán, y las interpretaciones que se han hecho en la Sunna y la Sharía. No han tenido discusión de la racionalidad de su teología, sí una interpretación moral del proceder de las personas, sometiéndose a una forma de vida sin partir de unos principios como los cristianos, sino sólo considerando la religión como una sumisión a Alá.
Por fin, debemos considerar la advertencia que últimamente nos ha hecho Trump en la sede de las Naciones Unidas: «No falta mucho para que la invasión ilegal islámica sea irresoluble, para que las agendas verdes terminen por dejarnos sin luz ni calefacción, para que el empeño por borrar toda huella cristiana en Europa sea del todo eficaz, y para que las enloquecidas políticas contra los ciudadanos europeos terminen de arruinar las economías familiares». Y conviene advertir que el
Estado Islámico quema ciudades y asesina a cristianos en Siria, Nigeria, etc, ante el silencio de Occidente, que les sigue financiando. A lo que se puede añadir que al sacerdote Custodio Ballester y sus contertulios, por dar una opinión libre y respetuosa del problema candente que tenemos en Europa, han sido acusados de pecado de odio por el yihadismo y les puede caer tres años de cárcel. Así es claro, no puede haber un intercambio racional.
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