Noticias de Cantabria
06-08-2016 07:00

El año de Leonardo Torres Quevedo...

Dentro de unos días, exactamente el próximo 8 de agosto, se cumplirá el centenario de la inauguración del Niagara Spanish Aerocar, que es el transbordador que atraviesa el río Niágara, aguas debajo de las cataratas, en territorio canadiense. Este transbordador fue diseñado por Torres Quevedo y realizado por una empresa española y sigue funcionando, un siglo después, sin ningún percance y portando los colores de nuestra bandera.

Leonardo Torres Quevedo nació en Santa Cruz de Iguña (Molledo) en el año 1852; su madre pertenecía a una familia iguñesa y su padre era un ingeniero bilbaíno que trabajó en la construcción del ferrocarril Alar-Santander. Leonardo Torres Quevedo ha sido el mayor inventor del Siglo XX, hasta su muerte acaecida en Madrid en el infausto año de 1936, por causas naturales.

La familia se afincó en Bilbao, de dónde era su padre y dónde tenía otros parientes, como unas tías con las que vivió en la ciudad del Nervión, cuando la familia se trasladaba acompañando los destinos de su padre, y que le hicieron heredero de sus cuantiosos bienes, lo que le permitió no tener que preocuparse de su propia subsistencia; estudió la carrera de Ingeniero de Caminos, actividad que ejerce durante algún tiempo. Pero pronto se dedicó a recorrer Europa para conocer los avances científicos y técnicos y a la vuelta del largo viaje, se instala en su terruño, La Montaña, y decide dedicarse “a pensar en sus cosas”, es decir, ¡A inventar!.

¡Y vaya si lo consiguió!.

Se casa en Portolín con Luz Polanco y el matrimonio tiene ocho hijos; tanto en su tierra natal en el valle de Iguña, como más tarde en Madrid, Leonardo Torres Quevedo dedicó toda su vida, todos sus conocimientos y energías, a desarrollar inventos que han revolucionado muchas áreas de nuestra existencia en la aeronáutica, automática, ingeniería y matemática. Estas líneas no dan para mucho y por ello hago una somera descripción de algunos de sus principales inventos:

- La presentación de su “Memoria sobre las máquinas algebraicas”, “Sur les  machines algébriques” y más tarde “Machines a calculer” en París, le abrirán la puerta para el ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, de la que llegó a ser presidente. ¡Puso las bases de nuestra actual informática!. Pues el aritmómetro electromecánico puede considerarse el primer computador.

- Su “Ensayos sobre automática” (1914) es una obra aún con vigencia y que puso las bases sobre un tema habitual en nuestra vida diaria, como la automática (Tuvo una gran repercusión en su época el Autómata Ajedrecista, cuyo primer modelo presenta en 1912).

- Inventó el Telekino (1903), que era un mando a distancia por radiocontrol y que en nuestra sociedad actual lo vemos como algo natural y habitual; su éxito animó la dotación del Laboratorio de Mecánica Aplicada (después, Automática) que se creó para él.

- Respecto al dirigible, resuelve el problema de la suspensión de la barquilla, creando un modelo autorrígido (1902) cuyos principios aún son las bases con las que se construyen estos aparatos menos pesados que el aire en todo el mundo. Pensado en España, tuvo que desarrollarlo fuera de nuestras fronteras, cediendo la patente a la francesa Astra, que comenzará su fabricación en 1911 y cuya técnica hoy se utiliza en el mundo entero.

- Ya en 1887 construyó el primer transbordador, el llamado “transbordador de Portolín”, en su pueblo natal y que sería la primera experiencia de una técnica sencilla e innovadora. Quizás sea el transbordador sobre el Niágara la obra que más proyección internacional haya tenido y cuyo original sistema se sigue utilizando en la actualidad; por ello, el propio Rey, Alfonso XIII, le impone la medalla Echegaray y dos años más tarde rechazará el Ministerio de Fomento que se le ofreció. Y tampoco debiéramos olvidar que este año se conmemoran los cincuenta años de funcionamiento del teleférico de Fuente Dé, que utiliza la técnica del ingeniero iguñés.

Poco después ingresó en la Real Academia Española, en el sillón que había ocupado Pérez Galdós; también fue elegido miembro de la Academia de Ciencias de París, fue presidente de la Sociedad Matemática Española, Doctor Honoris Causa de La Sorbona,…

Pero la obra de Torres Quevedo había quedado en el olvido, especialmente en su tierra natal; sería el profesor Francisco González de Posada, quién hace ya prácticamente cuarenta años comenzó a investigar la obra y proyección del insigne inventor, divulgar la misma y concienciar a la sociedad y a sus representantes de la importancia del personaje y su obra, creando la Asociación Amigos de la Cultura Científica.

En estos momentos, aún persiste en el esfuerzo y se ha unido su hijo, Francisco González Redondo, quién ha tomado el tema con un encomiable entusiasmo. Ambos están impartiendo conferencias y cursos por toda la geografía de Cantabria (Molledo, Laredo, La Población de Campoo de Yuso, Comillas, Castro Urdiales, Cabezón de la Sal, La Cavada,…), especialmente Santander (Ateneo, UIMP, Librería Gil,…), dónde se encuentra instalada una exposición sobre “Torres Quevedo. La conquista del aire”, que puede visitarse en el Campus de Las Llamas de la UIMP hasta el próximo 25 de agosto y que les animo a visitarla.

 

¡Cantabria debe sentirse orgulloso de nuestro sabio e inventor1.

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