De viaje en un transbordador de más de cien años, de la mano de D. Francisco González Redondo
Nos encontramos en estos magníficos jardines de la residencia Torres Quevedo, de la UIMP, en las Llamas con D. Francisco González Redondo, y no es casualidad. Hoy día 8 de agosto se cumplen cien años de la puesta en funcionamiento del transbordador del Niágara.
Un artilugio que en aquellos tiempos, en el año 1916 realmente llamó mucho la atención puesto que era un sistema que ya había ideado nuestro gran inventor Leonardo Torres Quevedo, y era un sistema que se sigue utilizando en estos momentos.
Han pasado cien años y creo que es el momento de reivindicar pues más a nuestro gran sabio e inventor, como lo había sido antes otro Leonardo, Leornado Da Vinci, siglos anteriores, que no solo inventó este transbordador y otros muchos que estuvieron en nuestro país y fuera de nuestro país, sino también conquisto el aire con algo tan importante como el “telekino” que nos permitía dar órdenes a distancia. Hoy nos parece muy normal con nuestro mando a distancia “movemos” la televisión, la cerradura del coche, y otras mil cosas pero hace ciento y pico años no era fácil, como no era fácil solucionar el problema de los dirigibles para que la “barquilla” no crease un problema de inestabilidad a los mismos. Pues sigue utilizándose el mismo sistema. Está en la base de muchos de nuestros inventos actuales y lo hizo hace ya un siglo. Nuestro inventor nació en Arenas de Iguña en 1952 como su padre que era ingeniero de ferrocarriles había venido al ferrocarril –Alar del Rey-Santander y allí “topó” con su madre, una iguñesa de renombre, se casaron y tuvieron a Leonardo Torres Quevedo. Este hombre después de seguir la carrera paterna y se hizo ingeniero de caminos visitó Europa, conoció todos los inventos que había en aquella época y se dedicó a pensar. Se dedicó a pensar en sus cosas, y sus cosas fueron importantes inventos.
Hace ya casi cuatro décadas Francisco González de Posada, el padre de nuestro interviniente de hoy, mostró un gran interés por la figura de este personaje y trabajó denodadamente por dar a conocer, por proyectar su figura. Hoy a tomado el testigo su hijo que es profesor de la Universidad Complutense y realmente se ha “pateado” en los últimos tiempos toda la región ofreciendo conferencias, una exposición que tenemos aquí en este mismo espacio y dando a conocer lo importante que fue la figura de Leonardo Torres Quevedo.
C.L.- Buenos días D. Francisco, ¿realmente que significó para Cantabria, Leonardo Torres Quevedo?
D. Francisco González.- Yo creo que has hecho un resumen muy bueno en esta introducción. Efectivamente nace en Santa Cruz de Iguña en 1952 y cuando acaba la carrera, hace 140 años, en 1876 se retira aquí, al Valle de Iguña, en Cantabria, a pensar en sus cosas. Y su primera creación hace 130 años, en 1886 es el transbordador. En 1886 en el entorno de su casa en Portolín, en el municipio de Molledo, ensaya un primer transbordador, el que llamamos “Transbordador de Portolín” y unos meses después el del “Rio León” ya de 2.000 metros de luz, desde el Cueto de Pando hasta al prado de Los Picones. Estos diseños de estos primeros transbordadores son los que utiliza en su patente. Patente de 1887 que presenta desde Portolín en España, en Francia, en el Reino Unido, en Italia, en Estados Unidos, en Suiza, en Alemania, en Austria Hungría, … es decir en todos los países donde tendría sentido pensar en un transbordador. Es tal la novedad que él propone que tardará 30 años en haber un teleférico abierto al público para personas en el Mundo. El transbordador del “Monte Ulía” en 1907.
Ese modelo es el que proponen a las autoridades canadienses en el año 1911, se firma el contrato en el año 1914 y en el año 1916, el 8 de agosto de 1916 se inaugura. Han pasado ya cien años, hoy se cumple el Centenario del funcionamiento ininterrumpido sin haber tenido ni un solo accidente de una obra proyectada por un español construida en Canadá por una empresa española, con capital español, proyectistas e ingenieros constructores españoles, administración española, material llevado desde España en mitad de la Primera Guerra Mundial, por ejemplo la barquilla fabricada en Madrid y explotación comercial inicial española por parte de esta empresa, es decir I+D+I de hace cien años, esta innovación española.
C.L.- Y aún sorprenderá a los que ven sus imágenes que tiene los colores de nuestra bandera nacional.
D. Francisco González.- Si, no se inauguró con esos colores, eso es de los años 80, es una reforma que hicieron y le hicieron ese lifting tan maravilloso para todos nosotros, para nuestra marca España, para el orgullo patrio que efectivamente hace que un invento de aquí de Cantabria lleve los colores de la bandera de España en Canadá.
C.L.- Ya hace años que la Asociación de la Cultura Científico que preside tu padre, colocó allí una placa de reconocimiento.
D. Francisco González.- La tarea de mi padre empezó en 1978 y fue muy importante en 1986. En 1986 por suscripción popular se puso el Monumento que podemos ver al lado de su casa natal, en Santa Cruz de Iguña. Llegado 1991 nos acercábamos al 75 Aniversario del Transbordador del Niágara, hicimos una gran exposición en el Parlamento de Cantabria, trayendo todas las máquinas, el Ajedrecista, el Aritmómetro, el Telekino con el que llenamos todo el patio del Hospital de San Rafael, hoy Parlamento de Cantabria.
Y en el verano pues hicimos varias cosas, un congreso, el simposio Torres Quevedo, el segundo simposio, una exposición conmemorativa del 75 Aniversario, lo que tenemos aquí es una continuación de aquello, y al final del verano, coincidiendo con las Fiestas del Camino se concedió el Quinto Premio Leonardo Torres Quevedo a la Comisión de Parques del Niágara, en pesetas era un millón de pesetas. Y la Comisión de Parques del Niágara pensó que se podía hacer con ese millón de pesetas porque ellos mueven miles de millones. La idea que les dimos es poner una placa que recordase la vida y la obra de Torres Quevedo y el autor del Transbordador del Niágara. Y efectivamente, desde noviembre o diciembre de 1991 cualquier visitante al Transbordador español del Niágara, obra Torres Quevedo, puede leer esa pequeña biografía que preparo mi padre y que yo adapté al inglés, que está allí desde ese momento, desde 1991.
C.L.- Leonardo Torres Quevedo murió en un año fatídico para España, en 1936, por eso como la de tantos otros, ahora estoy recordando Unamuno, su muerte paso casi desapercibida pero también su obra estuvo durante décadas bastante olvidada sobre todo en su tierra, lo cual es lamentable.
D. Francisco González.- Si, realmente el problema de por qué es tan poco conocido y por tanto tan poco reconocido Torres Quevedo en el mundo, en España y en particular en Cantabria quizá es por la fecha de su fallecimiento que no dio lugar a grandes homenajes públicos y demás, en mitad de la guerra no estábamos para ello, además le tocó en Madrid sitiado en diciembre de 1936 y solo asistieron a su entierro pues algunos colaboradores y familiares. No fue hasta después de la guerra que empezaron a recordar que había pasado. Y el problema que algunas veces se plantea es como responder a eso. ¿Por qué? ¿Por qué no es tan conocido? En primer lugar su obra es desmesurada y mientras podemos recordar si Isaac Peral inventó el submarino o Juan de la Cierva el autogiro, identificamos persona con invención, en el caso de Torres Quevedo, ahora aprovechamos esta efeméride el Centenario del Transbordador del Niágara pero no es su obra más singular, es más importante por ejemplo su obra en máquinas algébricas, máquinas de calcular, a efectos mundiales me refiero. Por supuesto, su concepción de la automática con la que se adelanta en 30 años, 40 años a los pioneros de la informática, la inteligencia artificial, su Ajedrecista, la primera máquina dotada de inteligencia artificial, o su aritmómetro. El primer ordenador, si queremos verlo así, electromecánico que es un precedente claro de los computadores actuales, tiene su teclado, es decir el órgano de introducción de datos, la máquina memoriza las ordenes que le vamos dando y ella sola ejecuta la computación que le hemos dicho que haga al dar al espaciador. Cuando ha terminado las operaciones, ella sola manda al órgano de salida, la impresora, el resultado de las operaciones.
Pero claro, resumir la obra de Torres Quevedo por más que yo hable muy deprisa y pretenda sintetizar en cuatro frases, es una obra tan ingente que no es sencillo. Además tenemos un problema escribe en francés y después de la guerra mundial no es ese el idioma científico y nuestros estudiosos, catedráticos y demás se forman sobre todo en el idioma inglés, y en Estados Unidos. Se ha adelantado tanto a los pioneros de todas estas ramas de las que hemos hablado que no se integra en la bibliografía americana y británica con lo cual nuestros estudiosos no conocen porque las fuentes que utilizan son estas fuentes británicas, la obra de Torres Quevedo tan pionera. Ahora sí, los historiadores si lo estamos dando a conocer y se está reconociendo su obra aeronáutica, su obra náutica, su obra en computación y poquito a poco con todo lo que tú has dicho, las conferencias que estamos dando, los congresos, las exposiciones permeará en la sociedad española en general y en la cántabra en particular y reconocerán los montañeses, los cántabros que en esta tierra nació y de esta tierra salió el más prodigioso inventor de su tiempo.
C.L.- La introducción que he hecho la he comparado con la inquietud que él tenía con Leonardo Da Vinci, ¿no sé si es exagerado o no es exagerado? ¿Oportuno o no?
D. Francisco González.- Leonardo Da Vinci era un artista reconocido ya en su tiempo. Como científico no se le reconocía en su tiempo evidentemente y de hecho no escribió tratados científicos, han sido el redescubrimiento posterior, en la época romántica, la gloria de la historia de la ciencia y la técnica de décadas posteriores las que hicieron que sus manuscritos fuesen reinterpretados y considerados precedentes de muchos inventos, el submarino, del helicóptero y demás. Ninguno hubiese funcionado, todos hay que adaptarlos pero bueno mostró muchas inquietudes que dejó en manuscritos. Torres Quevedo no dejó manuscritos, bueno también, pero dejó obra escrita. Y no eran fantasías, él escribía un tratado teórico que demostraba con máquinas, daba lo mismo que fuesen telemando, que fuesen aeronáutica, que fuesen náutica o que fuesen computación. Hubo un tratado teórico que demuestra con máquinas, unas máquinas que construye para ejemplarizar sus tratados, unas máquinas que construye para las que necesita un entramado teórico que publica a continuación.
Los dos campos, en los pioneros de la computación de los años 30, 40 o 50 tenemos que construyen máquinas o que son teóricos. No, no.. Torres Quevedo ya en el año 11, 12 , 15 o 20 ya era las dos cosas, un gran teórico y alguien que demostraba que no era solo una fantasía teórica sino una realidad práctica.
C.L.- Este gran investigador dirigió su atención al campo de la pedagogía, para ayudar a los educadores en su tarea, tales como la máquina de escribir, o bien el puntero que se proyecta en una pantalla de proyección, también llamado punto laser, ¿qué otro tipo de invenciones o avances se le atribuyen a este investigador cántabro?
D. Francisco González.- Has comentado invenciones ya del final de sus días cuando ya realmente ha dado lo mejor que podía dar, ya tiene más de 70 años y efectivamente desde su laboratorio de automática que ya no es solo laboratorio para sus creaciones sino que está proporcionando material para todos los investigadores pues por ejemplo un micrótomo y un panmicrótomo para investigaciones en el cerebro de Cajal, para Juan Negrín, material de fisiología para Ángel del Campo, temas de química para Blas Cabrera, aparatos de física,.. es decir para todos los científicos importantes de nuestra edad de plata está proporcionando materiales, y se va a crear un Instituto de material científico para todo esto, civiles y militares. En ese marco él tiene un gran taller con lo cual sigue pensando y piensa en perfeccionamientos para las máquinas de escribir. No las máquinas que ya existen, sino perfeccionamientos para las máquinas de escribir.
Y es un hombre que tiene que dar muchas conferencias y que ve que los profesores tenemos que dar muchas conferencias y entonces considera que también tiene que proporcionar elementos que faciliten esas conferencias. El equivalente hoy sería pues si el puntero que no era laser evidentemente, era óptico con sombras y un proyector, pues el equivalente al proyector de transparencias que todos nosotros conocemos. Nuestros alumnos como utilizan el “power point” pues el proyector lo conocen menos. Pero contribuyo a finales de los años 20, a principio de los años 30, en esa parte de ayuda a la docencia.
C.L.- ¿Leonardo Torres Quevedo fue un adelantado a su tiempo y además un gran emprendedor en sus viajes a Europa?
D. Francisco González.- De hecho es un hombre que se juega su dinero. Es decir, no tiene un laboratorio público, el Centro de Ensayos de Aeronáuticas, hasta 1904. Desde que se retiró al Valle de Iguña está disfrutando de una herencia de unas parientas del País Vasco, las señoritas Barrenechea, tienen un infanzonazgo y lo declaran heredero universal de sus bienes. Él dispone de dinero para sus investigaciones pero ese dinero es finito, entonces pronto ya no más de sí. Toda la aventura como emprendedor, como empresario, como proyectista del primer teleférico que intenta construir, el primer transbordador en el Monte Pilatus (Suiza) es a costa de su dinero. Son diez años invirtiendo y trabajando para poner el primer teleférico en Suiza. Eso terminará en un fracaso. El fracaso suizo lo llamó mi padre, y eso le costó dinero. Todo lo que él trabajó sobre máquinas algébricas en los años 1890,1891, 1892 hasta 1900, también le costó su dinero. Es verdad, que consiguió una pequeña subvención del Estado para editar su libro, su trabajo teórico, su memoria sobre las maquinas algébricas pero el resto se lo pagó él. Es decir, que era un emprendedor pero de los de verdad de hace 130 y 140 años.
C.L.- Menos mal que los dirigibles le dieron algo de dinero y compensó.
D. Francisco González.- Pues sí. El contrato que firmó el 2 de febrero de 1910 con la “Casa Astra” lo hizo en unas circunstancias en las que los dirigibles tenían unos volúmenes, el primero que hizo Torres Quevedo de 640, el segundo de 950, y el primero que hace la casa ésta de 1.600 m3. Y firma un contrato por el cual va a cobrar 3 francos por cada metro cubico. Eso está muy bien, pero es que el siguiente, el primero que comercializa ya la “Casa Astra” es de 8.000 m3. El que fabrican para el ejército francés es de 23.000 m3. Entonces claro vamos multiplicando por 3 cada m3, vamos sumando, y debió de ser una fortuna considerable porque en Francia construyó casi 30 dirigibles. No por todos cobró 3 francos por m3, porque durante la Primera Guerra Mundial, él que era amante de Francia renunció a la mitad de su royalti y los redujo durante la guerra para contribuir al esfuerzo bélico de los aliados a 1,5 francos. Sin embargo, donde más dirigibles del sistema Torres Quevedo se construyeron fue en el Reino Unido, más de 60, unos de 5.000 m3, otros de 6.000 m3, y otros de más de 10.000 m3. Más de 60 dirigibles del sistema Torres Quevedo para amirantar lo británico. Pero los ingleses no le pagaron ni un penique porque había problemas de reconocimiento de los derechos de la patente al no haber ido pagando anualidades, renovando esos derechos, al cual se agarraron a ese “clavo” las autoridades británicas y no le pagaron ni un penique.
C.L.- Quizá a nuestros espectadores y lectores les podría interesar saber que inventó en España el dirigible pero después tuvo que vender la patente a una casa francesa “Astra”. Pero España, la aeronáutica española le adquirió un ejemplar que le puso de nombre “España” y además le hizo el bautismo de ahí de nuestro Rey Alfonso XIII, ¿es cierto esto que le comentamos?
D. Francisco González.- Pues es más grave porque no es exactamente cierto. La historia que la contaré el 30 de septiembre, organizado por la Asociación de Reservistas Españoles en el Centro Gallego, hablaré sobre las relaciones de Torres Quevedo con el ejército y la armada pero a modo de avance sucedió muy brevemente lo siguiente:
Torres Quevedo empieza a construir su Telekino con la ayuda de un ingeniero de telégrafos, en el año 04, en el año 05 hasta que demuestran el mando a distancia. Y en el año 05 cuando ya está a punto de terminar su primer Telekino entra a trabajar con él Alfredo Kindelán que acaba de ser ascendido a Capitán, y se convierte en el ingeniero constructor del dirigible que ha diseñado Torres Quevedo, colaboran de manera extraordinaria, Kindelán es muy eficiente, colabora también un hermano Hurtano, un hermano de Kindelán, y el globo lo terminan en el año 06 y lo trasladan a Guadalajara, al Parque de la Estación Militar donde Vives pone a disposición de Torres Quevedo y del Centro del Ensayo de la Náutica parte de las instalaciones del parque de la Aeroestación. Cobrándole alquiler por todo, por la obra,.. por todo. Lo que tiene que hacer, optimizar los recursos públicos. Las pruebas oficiales están anunciadas para finales del verano porque se ha demostrado en el verano de 1908 que ese dirigible funciona. Se montan, utilizando las cuerdas de maniobra de la Tropa de la Aeroestación, se montan Vives, Kindelán y Torres Quevedo en ese dirigible, es estable. Es estable, funciona muy bien. Las dimensiones del polígono de Guadalajara no permiten grandes alegrías pero funciona. Pero antes de hacer esas pruebas públicas en septiembre, a finales del año 08 por delante del Rey que está previsto, Kindelán se enfada con Torres Quevedo porque el Ministerio de Fomento ha publicado una Real Orden dando nombre al dirigible. El dirigible lo han llamado “Torres Quevedo”,….
No cuento más ahora, el 30 de septiembre más.
¿Qué sucede? Pues que tiene que abandonar el Polígono de la Aeroestación y el Centro del Ensayo de la Náutica tiene que irse de las instalaciones militares y volver a Madrid.
Ahí es cuando Torres Quevedo entra en contacto con la “Casa Astra” y sucede algo que también avanzó ahora, bastante doloroso, pero es así, que mientras Torres Quevedo está vendiendo la patente de su sistema a “Astra” para que “Astra” empiece a desarrollar sus dirigibles, que son los mejores que va a haber en décadas, la “Casa Astra” está de saldo, intentando soltar lastre intentando vender las últimas unidades que le quedan para ponerse a funcionar con los dirigibles de Torres Quevedo, y a quien le cargan con una de esas unidades ya obsoletas es a nuestro ejército. Lo bautizan a ese dirigible como “España”, pero es de estos de saldo, y tiene una vida lamentable. Nunca volará adecuadamente, y cuando ya en el año 13 su majestad Alfonso XIII quiera montarse y lo haga en ese dirigible rápidamente lo dan de baja para que no se mate el Rey en el siguiente vuelo.
La historia la voy a contar con mucho detalle y con mucha documentación el 30 de septiembre pero no es la que aparece ni en Wikipedia ni en las historias militares sino ésta más dolorosa que estoy contando.
Muchas gracias D. Francisco, posponemos la próxima entrevista para el próximo 30 de septiembre si usted quiere, y contamos todas las peculiaridades de este ingeniero inventor cántabro.
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