Noticias de Cantabria
Opinión 20-03-2020 07:00

Miguel de Miguel Montañés, un aragonés en la fábrica de avionetas de La Albericia por Pedro Arce

Cuando comencé a estudiar la historia de la aviación en Cantabria, una de las primeras personas con las que me encontré fue con Miguel, hombre afable, cariñoso, con buena memoria y deseoso de aportar lo mucho que sabe de este tema. Y me contó su vida, que daría para una buena novela…

   

 

Miguel va a cumplir próximamente los cien años y llegó a Cantabria hace sesenta como responsable administrativo de la fábrica de avionetas Aero Difusión, que estaba ubicada en el aeródromo de La Albericia y después se trasladó a Parayas, hasta su desaparición en 1972. Hoy vive felizmente con su esposa Carmen Sancho Ferrero, con la que se casó hace 73 años, después de cinco años de noviazgo.

   Ya su familia tenía una cierta relación con Santander, pues su padre, natural de Valladolid, era guardia civil y estuvo destinado en Teruel, donde se casó y donde nacieron algunos de sus hijos; hacia el año 1910 le destinan a Santander como escolta del Gobernador Civil y también como escolta-acompañante de una princesa de la Familia Real, durante los veraneos en el Palacio de la Magdalena; después le destinaron a Barcelona, al Cuerpo de Seguridad, y allí nació Miguel en 1921 y algunos de sus hermanos, pues Miguel ha sido el menor de una familia numerosa de tres hermanos y tres hermanas. Su hermano Pedro, que era mucho mayor que él, se enroló en la Aeronáutica Naval en Barcelona y fue destinado al “Río de la Plata” y después al “Dédalo”, haciéndose más tarde piloto de hidros y estuvo destinado en San Javier, participando en 1921 en el rescate de las tropas de Marruecos.

 

Hace ya más de una década que estuve con Miguel recorriendo el espacio donde había estado el aeródromo de La Albericia, la fábrica de Aero Difusión y él me lo estuvo mostrando con gran interés. Entramos en dos bares, cuyos nombres eran Aviación y Cuatro Vientos… ¡Y me contó muchas cosas que recordaba perfectamente! Después ya nos hemos visto en numerosas ocasiones…



   Miguel estudió en el colegio de los Jesuitas en la Ciudad Condal y cuando se proclama la II República, va a Liceo Francés, hasta que estalla la Guerra Civil y todo cambia, pues su hermano ya estaba enrolado en la Aviación Republicana y le derriban en agosto de 1937 en Granada, hiriéndole gravemente; después le destinan a la Jefatura de las Fuerzas Aéreas en Albacete, mientras su otro hermano también es movilizado.

   El resto de la familia permanece en Barcelona y Miguel se incorpora a las FARE en Albacete; después es Auxiliar de Información e Interpretación Fotográfica y le destinan a la Base de Manises, al Grupo XXIV de Bombarderos (bimotores Katiuskas), ya como sargento y bajo las órdenes del comandante Mendiola; después estuvo en el frente de Aragón, vuelve al Grupo XXIV y pasará por la escuadrilla Grumans que operaba desde Valls. También estuvo destinado en Cuenca, Barcelona, Gerona, etc. y de ahí es cuando le viene toda su afición aeronáutica. Nunca estuvo en la primera línea del frente, pues no llegó nunca a disparar un tiro y siempre estuvo en tareas de apoyo, administrativas, de intendencia, etc….

   Y al final de la guerra, fue uno de los muchos que cruzó la frontera hacia Francia y lo hizo en compañía del famoso militar, Hidalgo de Cisneros, que había sido Jefe de la Aviación Militar. En el país vecino las cosas no fueron fáciles, pues fue alojado en el campo de concentración de Saint Cipryenne, pasando enseguida a la 185 The Hispanish Labour Co. y les trasladaron a La Chapelle, entre Nantes y Saint Nazaire, ya en la Bretaña francesa; me dice que fue una aventura increíble, pues ya metidos en la Segunda Guerra Mundial, una división de Panzers alemanes les hace prisioneros. Poco después fue repatriado por el Gobierno español y enviado a Alcazarquivil (Marruecos) y como no tenía delitos de sangre, le destinan a Intendencia y ya unió esta etapa con una larga mili…

   ¡Hasta que regresó a casa! Estudia Contabilidad de Costos y a través de la familia que tenía en Zaragoza, recala como administrador general de una cooperativa de aceites en Caspe, donde se casa y pasa dos décadas de su azarosa vida; eran tiempos difíciles, con el racionamiento, el estraperlo,… ¡Qué tiempos!

   Y a finales de la década de los años cincuenta da un giro a su existencia, ¡Por pura casualidad!, como él dice. La familia Caralt había adquirido la fábrica de avionetas de La Albericia y pasaron por Caspe donde vivía un aficionado a la aeronáutica, Vicente Olona, amigo de Miguel y de los Caralt y le propusieron venir a Santander y aceptó. Primero llegó solo y era la época en que comía y cenaba en el restaurante de La Vizcaína, en La Albericia, famoso por la olla podrida que allí se servía. Su trabajo era todo el control administrativo de la empresa, control del almacén, las existencias, costes, etc., que era una actividad similar a la que venía ejerciendo en tierras aragonesas, aunque cambiando el aceite por las avionetas.

 

Miguel recuerda perfectamente a los trabajadores de Aero Difusión con los que se fotografía: Bonifacio Puente, Miguel con corbata, Berzosa, Sempere, un visitante, un carpintero, Cuartango y Antonio González Lanza. A la derecha, Miguel, junto a un visitante de la fábrica y ante una de las avionetas que se construían en La Albericia en el año 1965; se trata de un biplaza monoplano Joyel, con motor Rolls-Royce de 90 HP y que iba equipada con doble mando, dado que su destino principal eran los aero clubs

 


   Santander era entonces una ciudad mucho más pequeña que en estos tiempos, pero era una oportunidad para toda la familia y aquí se han quedado y muy a gusto, ya tres generaciones; como él me decía, ¿Quién le iba a decir a mi padre hace un siglo que uno de sus hijos se iba a hacer santanderino?; pero a veces la vida tiene circunstancias que te vienen dadas.

  Durante los doce años que Miguel permaneció en Aero Difusión, se construyeron 72 avionetas, aunque los últimos años, la producción y la venta decayó mucho, máxime cuando se cerraron las instalaciones de La Albericia y se trasladaron al lado del nuevo aeropuerto de Parayas. Y la empresa cerró y Miguel tuvo que buscarse otro trabajo, lo que en aquellos años setenta no era muy difícil, y lo encontró en los Hermanos Ruiz, que estaban en la famosa “curva de Pegaso”, donde se vendía maquinaria agrícola, así como los famosos tractores Jhon Deere; hasta que le llegó la hora de la jubilación y aún sigue disfrutando de esta ciudad marinera que tan bien le acogió, como él mismo me ha dicho.

 

No hace muchos años facilité el encuentro, después de casi medio siglo sin verse, de Miguel con el propietario de Aero Difusión, Jaime de Caralt Cera, los cuales recordaron aquellos tiempos de afanes aeronáuticos

 

 

Y yo le deseo a él, ¡Larga vida!, y a su esposa Carmen y a toda su familia lo mejor para el futuro.

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Quieres envíar un comentario?

Comentarios(1):

MAD - 20-03-2020

Muchas felicidades al Maestro Pedro Arce Diez por tan acertada elección de un personaje cuya biografía enriquece la historia de Cantabria y España Muchas Felicidades por tan próspera vida a Don Miguel Montañes y familia! Se les lee desde Coatzacoalcos,Veracruz. México.Saludos a Cantabria Liberal