La situación, antes de la pandemia, ya era crítica para los jóvenes. Ahora se ha agravado aún más, pero solo ha confirmado la lamentable tendencia de los últimos años
Pequeñas historias de sufrimiento en uno de los periodos más complejos de la historia de Cantabria, con una pandemia que amenaza con paralizar la vida económica y social en el próximo otoño
El pasado 8 de junio, en plena pandemia, el Ministerio de Igualdad publicaba una convocatoria de subvenciones para “estudios feministas y de género” por valor de 600.000 euros. En este mes de agosto los ayuntamientos de toda España han conocido que el Gobierno quiere “expropiar” 15.000 millones del superavit de sus cuentas. ¿Alguien duda del uso que harán desde Moncloa de estos fondos?
Leía el fin de semana en la prensa cántabra que en la reunión de presidentes Pedro Sánchez estaba “exultante” y Revilla que aspiraba a gastar los fondos europeos en impulsar Solvay, la central de Aguayo y el tren.
Estamos en el siglo XXI, en la Sociedad de la Comunicación, un mundo en el que con un `click` podemos recibir una camiseta de California fabricada en China en cuestión de horas. Es una realidad que tiene sus elementos positivos y negativos, pero que no se puede ignorar. Y el problema es que llevamos muchos años gestionando la región como si toda esa globalización no afectara a nuestras cuadras, a nuestros astilleros o a las industrias del Besaya
El gran problema del Ingreso Mínimo es que no viene acompañado de una visión de futuro. No hay planes de promoción empresarial, no hay la más mínima capacidad de atracción de capital, porque no hay confianza en nuestro gobierno nacional y aún menos en el regional de Cantabria. Basta un mínimo de visión de futuro para entender que si no respalda a los pequeños comerciantes, emprendedores y autónomos, en definitiva a quienes crean riqueza.
Me asusta escuchar a nuestro tertuliano-presidente hablar de la vuelta a la ‘normalidad’ en Cantabria. Como si hace tres meses viviéramos en una etapa dorada.
Año 1933. Período de entreguerras. Alemania sufre una gran recesión económica causada por las indemnizaciones de guerra que tenía que pagar y por una industria que veía limitada su capacidad de producción a instancias de Francia.
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