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Salud y bienestar 08-09-2021 07:15

El sobrepeso y la obesidad pueden afectar a la respuesta de los niños asmáticos a los esteroides inhalados

Los niños asmáticos tienen menos probabilidades de responder a la medicación con esteroides inhalados si tienen sobrepeso u obesidad, lo que provoca ataques de asma más frecuentes, según una investigación presentada en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea.

El estudio internacional es el primero que utiliza información sobre variantes genéticas relacionadas con el índice de masa corporal (IMC) para investigar si una mala respuesta a los corticosteroides inhalados (CSI) se debe al exceso de peso o a otros factores, como vivir en barrios con mala calidad del aire o estar expuesto al humo del tabaco.

La doctora Cristina Longo, que era becaria postdoctoral en el Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos) cuando llevó a cabo la investigación, y que ahora es profesora adjunta en la Universidad de Montreal (Quebec, Canadá), señala que "sabemos que los niños con asma, cuyos síntomas están mal controlados, tienden a ganar peso. Esto se debe posiblemente a que hacen menos ejercicio. Los niños asmáticos con sobrepeso u obesidad son más propensos a tener peores síntomas a pesar de estar bajo el tratamiento recomendado de corticoides inhalados, lo que hace que no sólo sea un reto conseguir un peso saludable sino también mejorar su calidad de vida".

"Las directrices de tratamiento recomiendan los corticoides para los niños con asma que tienen un IMC superior al normal. Nuestro grupo de investigación consideró que el enfoque de talla única para tratar a los niños con asma con esteroides inhalados como tratamiento de primera línea, en particular a los que tienen exceso de peso, merece una revisión", añade.

Por ello, subraya que, "como mínimo, debe fomentarse y priorizarse la investigación que identifique posibles tratamientos alternativos, especialmente porque el 30% de los niños con asma también son obesos. Con el aumento de la epidemia de obesidad infantil, esperamos que este porcentaje aumente, lo que significa que este problema de mal control se verá con más frecuencia en la práctica clínica habitual".

La doctora Longo y sus colegas utilizaron los datos de 1.511 niños con asma, de entre dos y 16 años, procedentes de cinco estudios. Todos los niños utilizaban CSI y una respuesta deficiente se definió como uno o más ataques de asma que requerían atención médica urgente y/o un curso de corticosteroides orales.

Los investigadores obtuvieron información sobre la edad y el sexo del niño, el diagnóstico de asma, las características del asma (por ejemplo, la medicación y las exacerbaciones recientes), el IMC, las alergias, la exposición a desencadenantes ambientales nocivos como el tabaquismo y las variantes genéticas vinculadas al estado del IMC que se identificaron a partir del ADN extraído de muestras de sangre, saliva o hisopos nasales. Desarrollaron una "puntuación de riesgo", en la que cuantas más variantes genéticas relacionadas con el IMC tuviera un niño, mayor sería su puntuación.

Utilizaron la puntuación de riesgo genético para predecir los aumentos y disminuciones de las puntuaciones z del IMC de los niños. La puntuación z del IMC calcula en qué medida y en qué dirección se desvía el IMC de cada niño del valor medio "normal" para un niño de la misma edad y sexo que crece a un ritmo saludable.

Una puntuación z del IMC superior a 1 sugiere que el niño corre el riesgo de tener sobrepeso, una puntuación superior a 2 sugiere que el niño tiene sobrepeso y una puntuación superior a 3 sugiere que el niño es obeso.

La doctora utilizó las puntuaciones z del IMC previstas para evaluar las diferencias entre los niños en cuanto a su respuesta a los CSI, un enfoque conocido como "aleatorización mendeliana". Si había más ataques de asma en los niños con una puntuación z de IMC alta (es decir, tenían más variantes genéticas relacionadas con la susceptibilidad a una puntuación z de IMC más alta y tenían sobrepeso u obesidad) que en los niños con una puntuación z de IMC baja, significaba que lo más probable era que esto se debiera a su IMC y no a otros factores externos o ambientales.

"En los 1.511 niños con asma que tomaban CSI, la puntuación z media del IMC era de 0,69 y 318 (21%) eran obesos. Aunque la respuesta deficiente a los CSI osciló entre el 20% y el 80% entre los cinco estudios internacionales, mostramos de forma consistente que la proporción de niños con respuesta deficiente a los CSI se duplicó con cada aumento de una unidad en la puntuación z del IMC", señala.

"Estos resultados sugieren que los médicos deben adoptar un enfoque más personalizado para tratar a los niños con sobrepeso y obesidad --prosigue--. Los pediatras y los especialistas en asma deben ser conscientes de que los niños con mayor IMC podrían estar tomando CSI sin ningún beneficio. Sin embargo, queda por investigar si los tratamientos alternativos, como los biológicos, son más eficaces en este subgrupo de niños".

"Para los niños y sus padres, nuestros resultados arrojan luz sobre las razones por las que algunos niños pueden no estar respondiendo a su inhalador de esteroides como se esperaba, especialmente si están teniendo ataques de asma más frecuentes de lo esperado después de comenzar esta terapia --asegura--. Nuestros resultados también podrían ser el catalizador que los padres y sus hijos necesitan para modificar su dieta y aumentar el ejercicio. Esto podría mejorar el estado del IMC del niño y su respuesta a los esteroides inhalados".

En una presentación relacionada con la reunión, la doctora Longo investigó si las variantes genéticas que anteriormente se habían asociado a una mala respuesta a los CSI eran más comunes en los niños asmáticos obesos que en los no obesos.

"Descubrimos que una variante concreta del gen NEGR1 era significativamente más frecuente en los niños obesos que en los no obesos. Esta variante se ha implicado en la disfunción de una hormona llamada leptina que regula la sensación de hambre. Esto podría sugerir que la disfunción de la leptina podría ser un posible culpable de la mala respuesta a los CSI en los niños con asma relacionada con la obesidad", apunta.

Chris Brightling, presidente del Consejo Científico de la Sociedad Respiratoria Europea y profesor de Medicina Respiratoria en la Universidad de Leicester (Reino Unido), que no participó en la investigación, dice que "se trata de una investigación muy buena y fascinante, con resultados importantes y novedosos".

"Arroja luz sobre la compleja interacción entre los genes, el peso y la respuesta a los corticosteroides inhalados, y subraya la necesidad de combinar los tratamientos farmacológicos con modificaciones del estilo de vida y la dieta --resalta--. Los responsables políticos, los profesionales sanitarios y las familias deben hacer mucho más para atajar la creciente epidemia de obesidad entre los jóvenes".

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