¡Ya está bien de mentiras!
Hace unos días han salido a la luz pública los datos del paro del año 2010. De nuevo afrontamos otro dato negativo que es un claro récord histórico. En 2010 el paro ha ascendido casi en doscientas mil personas respecto a 2009. Con esa cifra, España alcanza un paro del 20% de la población con edad de trabajar.
Algo así como cuatro millones y medio largos de ciudadanos, lo que supone un freno para el desarrollo de la economía española y, a la vez, un dato de desconfianza para los mercados exteriores. A pesar de todo eso, el Gobierno va a seguir jugando sus bazas, dando a entender que la reforma laboral empieza a dar sus frutos y que 2011 será el año de la recuperación. ¡Mentira tras mentira! Por cierto, las recientes afirmaciones del Gobierno se dan de bruces con lo que dijo hace unos días el presidente ‘Vendeburras’, Rodríguez Zapatero.
La reforma laboral, que tanto sacrificio supone para el trabajador, no ha dado ningún fruto ni puede darlo, porque parte de una base falsa como es la subida de impuestos, el castigo al trabajador y el ‘aprisionamiento’ del empleador. La creación de empleo no depende de medidas que, por si era poco hasta ahora, frenan la actuación natural del empresario. No se está creando empleo fijo, sigue destruyéndose empleo que estaba afianzado hasta hace dos años y el trabajo temporal no tiene perspectivas de convertirse en fijo. Vamos hacia la catástrofe del mercado laboral, donde hay dos claros culpables de insensatez, mediocridad, desidia y desbarajuste: el Gobierno de impresentables que se aferra a la poltrona y el sindicalismo de clase que está haciendo un daño incalculable al mercado laboral.
El Gobierno no ha dejado de engañar a la ciudadanía. Incluso, en reiteradas ocasiones, ha ‘cocinado’ los datos para no dar una imagen de mayor desconcierto que el existente, desidia e incompetencia. Pero ni así ha conseguido acercar inversores. El miedo e inseguridad que genera el Gobierno de ‘Vendeburras’ y la ruina de las estructuras económicas es conocido en los mercados más prósperos, hasta el punto de considerarse a España como un país proscrito para la inversión, mientras el socialismo continúe en el poder.
Las reformas estructurales no han llegado aquí, de ahí que podamos comprobar que los países del entorno salen reforzados de la crisis, mientras España se hunde un poco más cada día. También somos conscientes que esta situación no ha arrastrado todavía al Gobierno, porque funciona a pleno rendimiento la economía sumergida: miles de parados cobran el respectivo subsidio mientras trabajan de tarde y/o noche en empleos pagados en negro; cosa que sabe el Gobierno, pero que no conviene tocar ni reconocer.
Mientras Francia considera factible crear más de doscientos cincuenta mil empleos fijos y Alemania prevé llegar a los trescientos ochenta mil nuevos empleos en el año que ahora iniciamos, en España no hemos tocado fondo y ni siquiera está prevista la creación de empleo nuevo en los dos próximos años. El Gobierno socialista sigue dando dinero a la banca, mientras sube acaloradamente los impuestos a la clase media, abandona la política social y despilfarran las instituciones de todos los colores y estamentos. Tampoco en la oposición hay nada digno de confianza, al menos hasta este momento, por lo que el futuro se ennegrece un poco más.
Al no ver perspectiva clara a un lado u otro, duele comprobar cómo los partidos políticos se pelean por seguir en el poder a toda costa. No cumplen lo que prometen y ellos saben que los programas electorales son un trámite que no es obligado cumplir. De ahí que la ciudadanía empiece a pedir un cambio profundo de la ley electoral, incluso la implantación de listas abiertas. ¡Cuántas veces me acuerdo de las palabras de García Lorca! “Miro a la izquierda y a la derecha del tiempo para aprender a estar tranquilo”.
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