Un Gobierno de usar y tirar

Debería dar vergüenza al Gobierno central comprobar que muchas comunidades autónomas van muy por delante del equivalente Ministerio.

Los Gobiernos de Rodríguez Zapatero han supuesto un paso atrás en muchos asuntos de gran importancia y un receso en el progreso social, político y económico; hasta tal punto es así que hoy la confianza en el Gobierno socialista roza los mínimos exigibles, tanto por parte de los partidos como por parte de amplios sectores sociales, empresariales y de trabajadores. Y vamos más lejos, la confianza en el Gobierno de Rodríguez se pierde de día en día incluso entre sus propios seguidores; ahí están los datos que presenta el diario El Mundo, respecto a que “un 54% de los votantes del PSOE no quiere a Zapatero de candidato”; dato que está sustentado en el sondeo de Sigma Dos/El Mundo.

Un rechazo que se incrementa considerablemente cuando el deseo se refiere a todos los españoles, hasta alcanzar el 65%. Claro que para muchos la estadística no es ciencia y sí una simple tontería, sobre todo cuando los datos perjudican los intereses particulares. De ahí que, como decía Montaigne, no hay tontería mayor ni más común que la de amargarse por las tonterías del mundo.

A la vista de los temas pendientes de resolver, de la ineficacia gubernamental y de la permanente dejadez, estamos ante una agresión inusual del Gobierno a la ciudadanía, con el consentimiento del sector social español más analfabeto y de la consabida inutilidad del Sindicato Vertical Unificado, CCOO-UGT. Nadie entiende cómo aún permanece en Moncloa un equipo de indigentes intelectuales que tanto daño está haciendo a España, a los españoles y a la comunidad internacional. A la vista de lo que comprobamos a diario, tanto respecto al Gobierno central como en lo que se refiere a las comunidades autónomas, sobre todo las gobernadas por el partido socialista,  y dada la falta de criterio en temas de calado, va a ser verdad lo que decía Francis Calabria, respecto a que “nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección”. A lo que muchos añadiríamos que no solo de dirección sino de criterio, estado y de opinión.

Dice Ángel Gimeno Marín, miembros del Comité Regional del PSM-PSOE y ex consejero de Economía y Hacienda de la Diputación General de Aragón, que los actuales barones socialistas podrían impedir que Rodríguez Zapatero siga haciendo más daño al PSOE, a España y a la ciudadanía. Y podrían hacerlo con solo lanzar un mensaje del tipo:

“Militantes del PSOE de toda España:  Acudid a vuestras Agrupaciones y forzar la celebración de una Asamblea Extraordinaria para solicitar un Congreso Extraordinario Federal, para cesar como secretario general del PSOE a un Rodríguez Zapatero  totalmente incapacitado para gobernar  el PSOE y España. El único punto del Orden del día: El cese de Rodríguez Zapatero y de todos los indigentes intelectuales que le rodean  para salvar a España en primer lugar, y después al propio PSOE”

Hoy ya no hay duda que estamos ante un permanente atentado del Gobierno de Rodríguez a la dignidad del contribuyente. Estamos ante un conjunto de medidas de dudosa constitucionalidad que nos costarán muy caras a quienes llevamos años pagando la crisis, el disfrute y el ‘burdel’ socialista. Nadie duda que estemos ante un socialismo de usar y tirar. Al usarlo da muy poco de sí, pero tirarlo... cuanto antes de entierre más ganará la sociedad.

Nunca a lo largo de la Historia el socialismo proporcionó ventajas a las sociedades donde ha pretendido gobernar. Sin embargo, siempre demostró, como decía Balzac, que es un eterno parricida, al haber matado siempre a su madrastra - la República -- y a su hermanastra - la Libertad -. Hoy, si por algo se caracteriza el socialismo de ocasión es por la mentira que supone en sí mismo, de ahí que uno recuerde las palabras de Napoleón respecto a que “el medio más seguro de mantener la palabra, es no darla nunca”.

En fin, lo que antes decíamos: puro, claro y evidente socialismo a la española; es decir, de usar y tirar. Por eso muchas veces se le ha comparado con la tortilla española, pero sin huevo y sin aceite. ¿Qué queda, pues? Pues eso, socialismo a la española. 

Al socialismo español le ha sucedido lo que a los malos negociantes que, habituados a engañar y mentir, han acabado siendo tolerados como un mal necesario. Pensamiento que podría entroncar con lo que decía Gabriel Celaya respecto a que “la sociedad es falsa, la acción casi no conduce a nada, y el porvenir no existe”.

Jesús Salamanca Alonso