Noticias de Cantabria
22-01-2015 19:37

Sindicalismo pendenciero

Contando `aventuras` de este calibre y viendo el tipo de sindicalismo existente en nuestro país --que sigue siendo España-- entiendo mejor lo que decía Fernando Fernán Gómez sobre los periodistas: "El periodista debe escribir a gran velocidad porque si no corre el riesgo de que, al llegar al último renglón, ya no tenga actualidad el primero".

Si así defienden a sus trabajadores, más parecen un atentado a la dignidad que un derecho conquistado para una democracia.

Hace tiempo que la izquierda recalcitrante invadía la sociedad. Venimos comprobando que los sindicatos profesionales, sobre todo los docentes, destacan por su elegancia en la actuación, su saber hacer, su trabajo, pero un tipo de sindicalismo --como el que practican sindicatos como CGT—dejan mucho que desear. Y cada vez más. Si algo salva a ese sindicalismo decimonónico es la mala memoria de los españoles, por eso se evitan muchos remordimientos.

Hay sindicatos de izquierdas son fiel reflejo de ese socialismo decimonónico que representaba el amorfo José Luis Rodríguez  Zapatero. Da igual hablar de UGT que de CC.OO. o de absurdos como CGT (cuando un docente ve este acrónimo,  siempre piensa que se refiere al Concurso General de Traslados). Algo parecido pasa con lo que se conoce como STEs que, no hace mucho, me preguntaba un profesor si tenía algo que ver con el Sindicato de Transportistas de España. En fin, ya decía Benavente que hay mucha gente interesada en que todos tengan por qué callar, para que no hablen de ellos, pero el sindicalismo pendenciero, radical y desmemoriado va tan a piñón fijo que se ha convertido en un inadaptado social.

Ya os explicaré en breve la experiencia que hemos tenido en un centro docente de educación de personas adultas de Valladolid, con absurdos planteamientos y ‘babosas’ afirmaciones del siglo XIX; eso solo pasa con sindicatos como CGT, que no controla a quién libera y no mide sus actuaciones. Ahora entiendo que no tengan apenas representación ni afiliación. Si así defienden a sus trabajadores, más parecen un atentado a la dignidad que un derecho conquistado para una democracia.

Recientemente, y coincidiendo con una llamada de un organismo educativo provincial, resulta que los dos sindicalistas que acudieron al centro de referencia para no se sabe qué (ella muy moderada, él nervioso y exaltado al que solo le faltó poner la pistola sobre la mesa) no distinguen entre un calendario laboral, un calendario de apertura de centro (solo para el personal docente) y un calendario gregoriano. Ya decía Esopo que la rueda más estropeada del carro es la que más suena. Y eso le pasa al sindicalismo de izquierdas.

Contando `aventuras` de este calibre  y viendo el tipo de sindicalismo existente en nuestro país --que sigue siendo España-- entiendo mejor lo que decía Fernando Fernán Gómez sobre los periodistas: "El periodista debe escribir a gran velocidad porque si no corre el riesgo de que, al llegar al último renglón, ya no tenga actualidad el primero". 

Y respecto a sindicalistas, como al que aludo, que pareció presentar tintes de `pistolero` frente a sus educados y corteses interlocutores, me acordé de Pitágoras en el sentido de que si se educa a los niños, no es necesario castigar a los hombres.

 

 

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