RTVE : SE VENDE.James M. Linden

Ha llegado el momento de poner en venta RTVE

Una corporación que demanda alrededor de 1.200 millones de euros del erario público, ese fue el monto del pasado año, y que para justificar ese presupuesto alega como coartada el esencial servicio público que presta a los españoles además de su insobornable carácter independiente es ya por esas mismas razones, que son falsas, una corporación que perdió su razón de ser y que por tanto como cualquier otra empresa que ha llegado a ese punto de descomposición, merece ser puesta en manos de los administradores y del mercado. Es difícil predecir si en el saturado ámbito audiovisual habría alguna otra empresa dispuesta a pujar por sus activos.

Lejos están, aunque acariciados por una cierta nostalgia (había entonces programas que ni siquiera han sido igualados por lo que ha venido después), los tiempos en que RTVE era la única dueña del espacio público que las antenas de televisión admitían. Hoy ese mismo espacio público lo informa también una vasta red de medios audiovisuales que con la misma falsa y buena conciencia de servidores públicos con la que RTVE se presenta, pueden presentarse, sin ningún rubor, ellos también. Además, aparte de los ingresos generados por la publicidad, el grueso del capital del que se alimentan proviene de esa institución esencial al sistema que es el mercado de valores o bolsa - al que uno acude más o menos libremente en busca de recompensa - y no de los impuestos o exacciones con los que, desganados y engañados, acudimos al sostenimiento de la otra, es decir, RTVE?

Como decía, lejos están los años del blanco y negro y primer color cuando RTVE, como único medio dominante, intentaba informar la conciencia colectiva del país. Lejos están aquellos años en los que se jugaba la suerte del nuevo y mágico medio... Al final la televisión triunfó, su carga electromagnética, narcótica, entró a formar parte del sistema nervioso colectivo; cuando ya era un medio obsoleto, es decir, formaba parte de nuestro mobiliario doméstico con la misma categoría que una aspiradora, el mercado, a principios de los años 90 y de la mano del PSOE exarcebó las ansías de nuevos servidores del espacio público ?nuevos canales- que paradójicamente se autoproclamaban servidores privados de ése mismo espacio público y se produjo la explosión, se ensanchó el espacio de la elección: el concepto de lo público que RTVE decía servir, se fragmentó, se uniformizó; fue desvalorizándose, valorizándose a la vez como ágora virtual en la que aventar, principalmente, el submundo dulzón de la intimidad?

Desde ese instante los conceptos de público y privado fueron intercambiables. Hoy hemos ido más lejos todavía y puede decirse que un espacio público planetario ondula sobre nuestras cabezas, veinticuatro horas al día, como mero reflejo de nuestras pesadillas cotidianas. Entonces, ¿cómo puede arrogarse hoy RTVE la nula dignidad de ser un medio genuinamente público?

Con ninguna, pues queda claro que esa misma dignidad pueden atribuírsela los demás medios : llegan a una idéntica conciencia colectiva. La única y escasa diferencia es una simple cuestión de estadística: cuando el presentador o presentadora de turno anuncia, con una mueca de satisfacción sostenida, el grado de audiencia que uno u otro medio ha conseguido durante un breve lapso de la programación, nada más...

En cuanto a la aireada independencia u objetividad del medio, bueno.., basta con echar un vistazo a la composición partidaria del Consejo de Administración y que grupo toma la decisión de nombrar al presidente de la Corporación para caer en la cuenta de que hoy como ayer RTVE supura la propaganda que le dictan. El nivel de subordinación al relato WOKE ( esa ideología de pacotilla patrocinada por el inquietante y sospechoso partido Demócrata americano) alimentado por el gobierno de coalición al que han caído los profesionales del medio sobrepasa con creces el guión establecido para aquella única y bastante decente televisión del tardofranquismo.

Hoy, el momento es propicio para poner en venta RTVE. Años atrás se pusieron en venta empresas públicas muy eficientes que nunca debieron de haberse puesto como: Endesa, Telefónica, Campsa, Indra; los fondos de inversión, que nunca duermen, seguro que encontraran algún atractivo en la obsoleta Corporación. Las razones están esbozadas arriba: el llamado servicio público que dice prestar lo prestan también los demás medios audiovisuales con idéntica ironía; de la independencia de que se jacta, fácilmente pueden los demás jactarse también: forman un mismo sistema de vasos comunicantes donde el elemento líquido es la misma masa social; y esos 1200 millones de que se nutre bien pudieran emplearse en sectores donde el retorno sea más tangible: en nacionalizar una empresa como TALGO, ejemplo de éxito, ahora que el capital extranjero anda tras ella, por ejemplo.

¿Y qué hacemos con los siete mil empleados que forman la plantilla, se dirá? ¿ Y qué hicimos con las sucesivas oleadas de prejubilación llevadas a cabo en la banca, en Telefónica, en la siderurgia, en los astilleros, en la automoción? ¿Qué haremos con los empleados de Antulo, en Santoña, ahora que ha presentado concurso de acreedores? Que mal le pinta a la industria pesquera de este país?

RTVE, mejor dicho, TVE tuvo su razón de ser cuando era la única que operaba en el país como así sucedía en el resto de países donde fueron surgiendo las televisiones nacionales; una vez que se abrió la puerta al modelo americano audiovisual de empresas privadas, las televisiones nacionales fueron redundantes, cayeron en la obsolescencia. Su única razón de ser, ya se ha dicho, es permitir que el gobierno de turno ejercite su escaso margen de poder.

James M. Linden