Noticias de Cantabria
22-05-2016 07:00

`La Chata`, de casamentera

Tiene Santander personajes curiosos a lo largo de su Historia; algunos han sido recogidos por varias fuentes escritas, como los “Tipos populares santanderinos” de Rafael Gutiérrez-Colomer; otros aún pululan por nuestras calles y habrá que hacerles la crónica histórica; algunos se han perdido en la memoria colectiva y va a ser difícil recuperarlos…

María Casovalle, llamada “La Chata” era una popular vendedora de pescado a principios del siglo XX; tenía su puesto en el Mercado del Pescado, en la Plaza de Atarazanas, que fue inaugurado por el entonces alcalde Pedro San Martín en 1905. Y, ¡Como no!, allí está La Chata en primer plano con las manos sobre su mostrador, posando para la posteridad.

La Chata tenía gran predicamento sobre el resto de vendedoras de pescado y también era muy conocida por los santanderinos de la época. Hay un aspecto interesante de La Chata y es su propensión a actuar de Celestina, arreglando algunas parejas, tal como lo hizo con “La Gibosa”, que también era otra popular y conocida vendedora de pescado y consiguió que se casase con “El Cacahuesero”, en una ceremonia que se celebró en la iglesia de Consolación, en la zona Callealtera.

María Casovalle fue la madrina de tal enlace y el mismo terminó en un almuerzo de esponsales que se celebró en el conocido restaurante de La Vizcaína, en La Albericia y que fue abonada por “La Chata”, que era una mujer generosa.

Después de haber comido bien, bailado hasta la extenuación y contentos, la comitiva nupcial puso rumbo hacia la ciudad, parándose a echar los últimos bailes en “El Verdoso”, local típico que se encontraba en la Alameda Segunda; después prosiguieron el viaje hacia Puertochico con gran jolgorio y algarabía, cantándose esta copla picante:

Si quieren saber señores

de dónde venimos ahora…

venimos de La Albericia

de la boda “La Gibosa”.

¡Ay, Dios mío!, ¡Ay, Dios mío!

la Gibosa y su marido,

¡Ay, Dios mío!, ¡Ay, Dios mío!,

la Gibosa tiene un crío.

También amadrinó La Chata y a buen seguro que se sacudió la faltriquera, la boda de “Picardías” y “La Teta” (Josefa López, natural de Cudón), otros populares santanderinos, y cuya boda fue oficiada en la iglesia de Santa Lucía por el entonces párroco Don Sixto de Córdoba y Oña, muy conocido por ser el autor del Cancionero de la provincia de Santander, y cita el autor que “partieron los concurrentes en dirección a La Albericia, celebrándose allí el tradicional banquete, sirviéndose una comida que hacía palidecer a la servida en las bodas de Camacho, amenizada para alegrar la digestión por una orquesta de ciegos…” 

Entre las estrofas de los cantares que allí se corearon, había una, recogida por el propio cura que los casó, que decía:

Viva el novio y la novia

y el cura que los casó,

el padrino y la madrina,  

los convidados y yo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comentarios(1):

paco - 27-05-2016

Muy bueno