Gestión vergonzosa
Aún no ha empezado la campaña electoral y ya está Juan Vicente Herrera diciendo estupideces en los medios de comunicación. Después de cuatro años mintiendo, como en el Gobierno nacional, sigue insistiendo en lo que ya decía hace años. Como de costumbre, en el momento que tenga votos y tenga poder se olvidará de todo y comenzará el desprecio a la ciudadanía, como ha hecho los años que ha estado en el Gobierno de la región.
Me llama la atención que haya incluido en su programa electoral la supresión de la totalidad del recargo autonómico en el impuesto sobre hidrocarburos. Por si a alguien no le suena, estamos hablando del conocido como `céntimo sanitario`. Un impuesto que ha hecho un daño brutal a Castila y a León y con el que la comunidad ha perdido cerca de trescientos millones de euros. En este tema la cabezonería de la consejera de Hacienda ha sido clave: su torpeza no le ha permitido ver el fallo y el desenfoque de ese impuesto. Miles de protestas, pérdidas de puestos de trabajo, cierre de gasolineras,… ¡Qué vergüenza de gestión!
Y puestos a decir barbaridades para arrancar el aplauso de los suyos, no se le ha ocurrido otra cosa a Juan Vicente Herrera que prometer al auditorio alcanzar el millón de empleos en la comunidad al finalizar la próxima legislatura, en 2019. Esto me recuerda a aquellos 800.000 puestos de trabajo que prometió Felipe González y que, con el tiempo, acabó siendo el chascarrillo preferido de la gente, incidiendo en que no le habíamos entendido pues lo que quería decir era que “crearía ochocientos o mil puestos de trabajo”.
El documento expuesto por Herrera se sustenta, según él, en cuatro grandes prioridades: consolidar el empleo, garantizar los servicios sociales, seguir construyendo comunidad y mejorar la calidad de la actividad política y administrativa. Ninguna de las cuatro ha cumplido en estos años. No puede consolidar el empleo porque se ha quedado reducido a la mínima expresión: en una comunidad tan envejecida y que pierde población a chorro, lo que hay que hacer es crear empleo y no consolidar lo que hay, porque es penoso. Lo de los servicios sociales, se les llena la boca de espuma y al final nace un ratoncillo. También quiere construir comunidad sin entender que ha destruido buena parte de ella: los jóvenes se van, la universidad no es realista, cada día cierran cincuenta empresas en Castilla, por citar algún ejemplo. Y de la última prioridad, mejor ni hablar, porque siente uno vergüenza ajena.
Otra de las grandes medidas anunciadas por Herrera tiene que ver con la minería. Al parecer está dispuesto a subvencionar, durante un año, la cuota a la Seguridad Social de los autónomos que se den de alta en municipios mineros. De lo que no habla el presidente es del fraude de ADE en la comunicación (casos de Arroyo y Portillo) donde los millones volaban, pero hacia los bolsillos de otros.
Como ya sucedió en ediciones precedentes, los cargos públicos fueron llamados “con la corneta” para acudir al acto y arropar al presidente. Han perdido confianza y temen verse sin auditorio, como le sucedió hace unos días a Juan Carlos Monedero. Ni que decir tiene que acudieron todos como ovejas modorras, controlándose unos a otros, al igual que aquellos periodistas rusos, en los años sesenta, cuando acudían a un evento en el extranjero.
En Castilla y León llevamos años escuchando al presidente que los altos cargos deben salir a la calle y escuchar al contribuyente, pero todo sigue igual: no se atiende adecuadamente a la ciudadanía; los altos cargos se esconden cuando se requiere de ellos; siempre están “de viaje” para no ponerse al teléfono; no reciben a la gente; se incrementan los altos cargos cada año y sin embargo, en los centros educativos no se cubren las sustituciones de personal docente y no docente, no se pagan desde septiembre los complementos de secundaria, la administración se esconde una y otra vez,….
De pena. ¿Y ahora piensa el presidente Herrera que alguien le va a creer, después del daño que han hecho tanto él como su gente de confianza? Permítanme recordar aquello de que “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
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