El llamado Europarlamento
Las elecciones europeas nunca han tenido el suficiente ímpetu como para convocar con ilusión a los españoles; unos españoles que, convocatoria tras convocatoria, han demostrado muy poco interés por las instituciones europeas; unas instituciones que se hallan lejos, porque todo lo que dictan a través de las diferentes organismos no logran cumplir al ciento por ciento los gobernantes españoles o quizás es que no saben negociar, ..
Las elecciones europeas nunca han tenido el suficiente ímpetu como para convocar con ilusión a los españoles; unos españoles que, convocatoria tras convocatoria, han demostrado muy poco interés por las instituciones europeas; unas instituciones que se hallan lejos, porque todo lo que dictan a través de las diferentes organismos no logran cumplir al ciento por ciento los gobernantes españoles o quizás es que no saben negociar, tal y como queda demostrado cada vez que alguien abre un libro de Historia.
España es uno de los siete países más expedientados por infracción, al no aceptar las normas de Bruselas, al haber acumulado una colección de noventa y nueve procedimientos resueltos a medias, y con cargo al erario público. Si las leyes no se cumplen o lo hacen a medias, ¿para qué quieren legislar tanto? Cabe pensar que cuantas más mejor y más difíciles de cumplir, ya que se promulgan para los legislados nunca para los legisladores. También es posible que se decreten para aumentar anualmente los impuestos, haya o no haya una crisis famosa, que no pagan ellos, pero sí los contribuyentes. El hombre, por su naturaleza y, sobre todo, por su comodidad, busca el atajo, incluso en las leyes. El hombre es el único animal capaz de poner obstáculos a los demás y, sobre todo, a sí mismo.
En breves días, la Unión Europea de los 28 Estados se lanzará a una desenfrenada carrera por hacer publicidad incitando al voto en unos comicios programados para elegir, nada más y nada menos, 751 parlamentarios, que no crean riqueza, se dice bien, un número desorbitado de políticos que, a simple vista, por mucha educación y sapiencia que aflore por sus poros, en un momento dado, pueden resultar ingobernables, lo son, tanto como para que un sólo país, sin que nadie lo haya nombrado líder, debido a su mayor población, gracias a sus normas, esté convirtiendo en una farsa esta crisis económica que es, más bien, institucional y de valores, con mentiras más que verdades. Un país dirigente que ha olvidado los esfuerzos que los países europeos hicieron para que recuperara su crecimiento económico y se le perdonara la deuda económica, detalle que no ha hecho con los demás, que manda más que el Banco Central Europeo, todavía sin haber conseguido las directrices fundamentales para erigirse en un Sistema Bancario Central de los Estados Europeos como el Sistema de Reserva Federal de los EE. UU. Llegado a este punto, es aquí donde precisamente habría que aplicar la máxima castellana: No sirvas a quien sirvió.
Un país primermundista como los EE. UU., con 50 Estados, dispone de un Congreso con 100 Senadores y 435 Representantes. Mientras que Europa, con 28 Estados, dispone de 751 parlamentarios en vías de aumentar hasta el infinito. ¿Quo vadis, Europa? Se avisa que aún es tiempo para poder aprender algo. La vieja orilla aún debe y puede aprender de la nueva orilla. ¿Existe alguna razón para esta desmesura?
Sin embargo, aún destaca alguna mente pensante que considera al reino de España como un Estado infrarepresentado en el parlamento Europeo porque, según sus cálculos endemoniados, en vez de corresponder 54 parlamentarios deberían corresponder ¿siete más?, cuando lo sensato, desde el punto de vista, sobre todo económico, sería considerar muy en serio, y muy conveniente, que se redujera el número de parlamentarios miembros por Estado. Se trata simplemente de representar a los ciudadanos y no de vivir a costa de mismos, que conocen y saben cómo se trabaja a ciertas alturas por los resultados que se ofrecen en los diferentes B.O.E.s.
Si como parece que lo que se pretende es construir unos Estados Unidos de Europa este reparto actual de los escaños no es el camino adecuado. El camino, hasta ahora se ha medido según la población de cada Estado europeo, cuando lo que hay que conseguir racionalmente es un número de escaños equitativo y equilibrado, sin depender del número de población, por Estado para conseguir una auténtica unión, ¿para qué disponer más de 168 representantes europarlamentarios?, no la cantidad que existe ahora, que parece un mercado en el que se dirime quién saca más tajada y a ver a quién le someto y a ver a quién trinco más, buscando un modus vivendi para dedicarse a sestear. Una auténtica injusticia social. ¿Ya se va conociendo quién paga todo este despilfarro, incluso las copas? Para ello sería conveniente, incluso encomiable, mejorar el Tratado de Lisboa de 2009.
En Europa se negocia todo, sotto voce, hasta el número de parlamentarlos por Estado en cada legislatura, a base de consensos en el momento del reparto. Sin embargo, esto parece intolerable. No se puede estar incrementando hasta el infinito el número de escaños en cada legislatura por aumento de la población de un país. El chalaneo desde la antigüedad ha evolucionado poco, aunque los métodos son un poco más sofisticados.
Cuando un Estado miembro, gracias a su población, tiene más parlamentarios que otro, como ocurre actualmente, lo que sucede es que este país se está comportando como un autócrata, como viene instruyendo la República Federal de Alemania que, quiérase o no reconocer, está paralizada por la crisis, junto a la República Francesa situada en la franja de riesgo, la Unión Europea ha inaugurado la gran recesión económica. Mientras tanto, los políticos no han hecho caso de que en cuando acaece el derroche administrativo se hace imperioso achicar la Administración, sino que han seguido incrementando. Para colmo de males, en este desbarajuste económico, no pueden o no saben impulsar la Hacienda porque no se atreven a ampliar su volumen crematístico como hacen Japón y EE.UU.
Porque los eurodiputados españoles actualmente trabajan, es un decir, unos ciento treinta días al año, pues el resto de los días lo ocupan sus vacaciones, sus viajes de ida y vuelta durante todos los fines de semana, además de viajes institucionales y de comisiones, por lo que cobran un mínimo mensual de unos 700.000€ repartidos entre sueldo, dietas, viajes, extras y algún etcétera más.
Los ciudadanos europeos, entre comicio y comicio, se sienten abandonados por los eurodiputados en los que confiaron sus respectivos votos. Como ejemplo, uno muy poco edificante: Los partidos políticos españoles, hace varios años, apoyaron la entrega de antecedentes pormenorizados del derecho a la protección de datos a la jurisdicción estadounidense, incluidas las anotaciones de viajeros de las Compañías Aéreas Europeas.
Por último, para ejercer el voto y, sobre todo, de político se debería pasar un examen de reválida o bien un examen de selectividad, porque cualquier resolución parlamentaria, por mínimamente notable que parezca, necesita tan sólo de un reducido número de votantes, las más de las veces, con pésima formación, y al linde de la incompetencia.
Se aconseja a la sociedad que viva en vigilia total a fin de que no despierte violentamente.
En Valladolid a 11 de mayo de 2014
Fdo.: ALFONSO CAMPUZANO
Sé el primero en comentar