El lago de Sanabria contaminado
El lago de Sanabria, antes llamado, por unos, de San Martín de Castañeda, por otros, de Villachica, es uno de los casi tres mil lagos de siembran el territorio español. Este lago tiene la particularidad de que es un concentrado de agua de procedencia glaciar, un auténtico prodigio de la creación, un rincón natural, una maravilla turística que merece una singular atención.
Desde hace poco más de un decenio, día sí y día también, en que ciertos periódicos de tirada nacional escriben alguna nota, más o menos extensa, incluso acompañada de iconografía, sobre el lago de Sanabria, no para hacer publicidad en favor del turismo, sino para asombrarnos, para hacernos ver cómo el paso del tiempo está haciendo que se deteriore su naturaleza, mostrando la desidia con la que está siendo emponzoñado, que se sepa, por evacuaciones indebidas de aguas excedentes, aunque eventuales; volcados de inmundicia, todo ello procedente de algún método de decantación desmantelado por quiebra del saneamiento; déficit en la conservación; labranza imprudente; turismo.
Desde hace una treintena de años se hacían cuatro controles biológicos trimestrales, consiguiendo la calificación de lago oligotrófico o de calidad excelente. Estos controles se realizan en el laboratorio limnológico de la Casa del Parque Lago de Sanabria, dependiente de la Confederación Hidrográfica del Duero (C.H.D.). Sin embargo, gracias a los recortes administrativos, parece ser que sólo se hacen cuatro controles anuales, consiguiendo la calificación de lago oligomesotrófico o de calidad media. Todo ello indica que existe un proceso de degeneración paulatino y obstructivo, poniendo en peligro la salubridad del lago, además de los deportes náuticos y bañistas, como turistas ocasionales, que acoge en sus orillas durante los meses de estío.
En varias ocasiones he visitado este magnífico lugar, entre ellas, creo que la primera, recuerdo que fue para participar como integrante del Club Águilas de Valladolid, perteneciente a la Federación Astur-Leonesa de Natación, allá por el lejano julio del año 1965, haciendo la travesía a nado del lago de Sanabria de más de kilómetro y medio de recorrido; otra, quizá diez años más tarde, subiendo por antiguo curso de agua hasta llegar al salto de Moncabril, donde aún se puede ver la resquebrajada presa de Vega del Tera de triste recuerdo; y otras más, pero ya como mero turista. En todas las ocasiones que me zambullí en estas aguas gélidas las distinguí extraordinariamente cristalinas.
¿Para qué quiere la Junta de Castilla y León una Consejería de Medio Ambiente si la pléyade de consejeros de turno no han sido capaces de tomar en serio algo que es evidentemente corroborado con infinidad de estudios? ¿Qué es lo que se ha hecho mal hasta la fecha? ¿A la Junta de Castilla y León le pilló con el paso cambiado al iniciarse esta crisis tan artificial, aunque no en recortes? ¿Quizás el problema está en el dinero que se ha vertido clandestina e ilegalmente y ahora con tanto recorte no hay forma de atajar este gravísimo problema? ¿Quién debe asumir la responsabilidad y debe dimitir? ¿Acaso la Consejería de Medio Ambiente debería ser gestionada desde el Gobierno Central, igual que la Consejería de Educación y la Consejería de Sanidad?
No se trata de prometer, que a la Política eso se le da muy bien, sino de poner a resolver inmediatamente, si es posible, al día siguiente de observar este desaguisado, al equipo que corresponda y no después de casi una década, porque no se ha creído la certidumbre de los técnicos. El retraso con que se enfrenta, cada día que pasa, esta zona hace prever que esta contaminación prolongada acarreará, sin lugar a dudas, su irreversibilidad.
Por lo visto a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta Castilla y León le viene demasiado grande esta parcela de gestión, desde la época de las transferencias del Gobierno Central a la Comunidad; una Comunidad que haría un gran favor a la naturaleza, y en particular a este lago, si devolviera esta transferencia, lo mismo que Educación y Sanidad, no es momento de hablar de las restantes transferencias, hoy menor que mañana, ya que ha archidemostrado que no sabe, no puede, o no quiere, debido posible y fundamentalmente a intereses escatológicos.
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