Noticias de Cantabria
11-07-2014 11:15

El estilo Institucional

La sociedad española está acostumbrada a que todos y cada uno de los partidos políticos actuales no puedan, no sepan o no quieran desarrollar el programa votado en cada Legislatura, así como que hablen de democracia, cuando los propios partidos, interna e íntimamente, la desconocen absolutamente.

La sociedad española está acostumbrada a que todos y cada uno de los partidos políticos actuales no puedan, no sepan o no quieran desarrollar el programa votado en cada Legislatura, así como que hablen de democracia, cuando los propios partidos, interna e íntimamente, la desconocen absolutamente. Los personas que integran los partidos políticos transpiran miedo por cada uno de los poros de sus cuerpos hacia los votantes, porque no fomentan aquello para lo que fueron votados, sino que se  sacan de la manga, como cualquier mago de su chistera, ilusiones codiciosas en las que ni ellos creen.

Ante esto, surge la pregunta: ¿Existe otra forma de gobernar a la sociedad española que mentirle constantemente? En las casi cuatro décadas últimas, todos los gobernantes, sin excepción, en mayor o menor cantidad de hechos, han mentido. Sin señalar a ninguno, el posterior a ganado al anterior. Lo que parece una realidad es que no parece haber voluntad de ejercer honestamente. Unos partidos políticos que engañan cuando dicen que tienen derecho a decidir, un concepto inexistente, salvo concebible en una mente fumada, pero ¿sobre qué?, ¿sobre algo que no han transmitido oral ni gráficamente? El que los políticos hagan creer que, al ser votados, benefician a todos los españoles es una falacia: se benefician de las tareas encomendadas por las multinacionales, recogidas con descaro, a espaldas de los contribuyentes.

Todos los partidos políticos, sin excepción, quizá por inexperiencia, por herencia antidemocrática o por falta de cultura, en el más amplio sentido de la palabra, no en vano más de las dos terceras partes de sus integrantes, dadas sus declaraciones, muchos de ellos sin principios morales, no tienen estudios universitarios, incluso oficio, aunque sí mucho beneficio, ni tienen más idioma que el materno, a veces, no muy bien hablado, continúan sin saber comunicar adecuadamente con la sociedad española, debido a la degradación de su lenguaje, infravalorando con sus devaneos hasta hacer pensar que se puede jugar con el engaño y la traición, con la deslealtad y la ineptitud, sin que ocurra nada especial, pese a que la Ley dice lo contrario, pero que no se aplica por el mismo motivo de dejadez, un laissez faire, laissez passer, que sólo puede conducir a una suicidiotracia de la nación española, debido a que el Acta aforada de Diputado, permite ser tan prepotente, que se atreve a jurar o prometer la Constitución Española, incluso a legislar, no para ellos, qué va, sino para los demás, sin entender aquello que su partido político, les convoca con un ordeno, mando, hago saber, sin posible rechiste, para que voten como un sólo hombre lo que haya decidido su secretaría general, estructurada a base de unas normas dictatoriales y antidemocráticas.

Entre unos y otros políticos, todos en unión, se permiten el lujo de acrecentar la desobediencia institucional, tratando de corroer el edificio desde sus cimientos, permitiendo fantasías políticas, traicionando a la Carta Magna y a todos los españoles cuando, el día que les viene en gana, toman una parte de un todo, cuando un cacho, pedazo, trozo de un todo no puede decidir por el todo. Apostatan, por veletas multi informados sin formación, de todo aquello que cae en sus manos justificando, como si fueran magos o adivinos, que ellos saben y conocen muy bien a sus votantes; ellos que viven bajo unas estructuras absolutistas de partido.

Ahora, sesenta y nueve años después de la última intentona, un presidente melindroso se lo está pensando desde hace muchísimos meses haciendo que una mentira, que dura varios siglos, se convierta en realidad por la pasividad de gobiernos que sólo se atreven con los débiles, amedrentando con hacer recortes y más recortes cuando lo que tienen que recortar es la labia de la tediosa ocurrencia diaria que se despierta porque nadie, con sentido de responsabilidad institucional, le roza suavemente el hombro, pudiendo decir:

- Señoría, usted no está bien, usted está fumado. Lo que necesita inmediatamente es un nuevo destino. Se merece un frenopático. Su comunidad regional la gestiona tan mal como yo, pero arma demasiado escándalo. No quiera sobresalir. Se nota demasiado. Gasta más de lo que recibe sin que la riqueza repercuta en tus gobernados. Su riqueza se escapa entre recovecos de comisiones inconfesables de sus compañeros de viaje hacia paraísos fiscales. Y, para que no lo olvide jamás, escribirá sobre papel, no con un bolígrafo, rotulador, pluma estilográfica o computadora, sino con un lapicero, acompañado de un sacapuntas, un millón de veces los artículos correspondientes a la indivisibilidad de un territorio llamado España, que dura más de cinco siglos.

 

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