El castigo de la mala gestión
Lo sorprendente es que ningún juez haya reparado en los Consejos de Administración, calificados como verdaderos ‘buitres’ y aprovechados de las ventajas de esas entidades mientras fueron consejeros.
Cuando se gestiona mal una empresa, antes o después acaba perjudicando tanto a la propia empresa como a los usuarios de la misma. Eso es lo que ha pasado con la nefasta gestión de lo que eran Caja España y Caja Duero. Unas entidades que, para tapar el declive de sus activos y el hundimiento de las propias Cajas no dudaron en comercializar deuda subordinada y preferentes. Prueba de ello es que recientemente se ha reabierto el caso y, tanto los presidentes de ambas Cajas como los directores generales respectivos, pueden acabar entre rejas por esa mala praxis, así como por prevaricación, engaño. Lo sorprendente es que ningún juez haya reparado en los Consejos de Administración, calificados como verdaderos ‘buitres’ y aprovechados de las ventajas de esas entidades mientras fueron consejeros; hablamos de políticos, profesores universitarios, sindicalistas y un largo etcétera.
Precisamente esa mala gestión se ha traducido también en la reciente sentencia por la que Caja España-Duero está obligada a eliminar de los contratos hipotecarios que ha firmado la conocida como “cláusula suelo”. Y no solo eso sino que no deberá utilizar semejante ‘buitreo’ en el futuro. De nuevo, al ladrón le han pillado con las manos en el cajón y los bolsillos llenos. No se conformaban en esas Cajas con arruinar a miles de ahorradores sino que, además, intentaban sacar dinero hasta de debajo de las piedras. Como decía un ahorrador: “el mundo está lleno de sinvergüenzas, pero en Caja España-Duero se han concentrado todos los que son capaces de hacer daño de la Comunidad”. Algo que es reconocido por muchos en aquello de “Dios los cría y ellos se juntan para ‘joder’ al prójimo”. Y después de claras explicaciones no dudó en cerrar el comentario aludiendo a la archiconocida frase del Conde de Romanones: “¡Joder, qué tropa!”
El auto que condena a Caja España-Duero es la consecuencia de la gestión profesional de Ausbanc en esta cuestión. Es una sentencia más que hay que añadir a las ya dictadas en Sevilla (única recurrida, hasta el momento, ante el Tribunal Supremo), Cáceres y Barcelona. Ahora Caja España dispone de tres meses para, de forma automática, eliminar esa cláusula abusiva, propia de la mala gestión a la que vengo aludiendo, del endeudamiento ocultado a sabiendas durante tres ejercicios económicos y de un claro afán de latrocinio para con los clientes. De ahí que nadie se sorprenda de los miles de clientes que han perdido Caja España y Caja Duero en Castilla y León y fuera de esta comunidad.
Lo más sorprendente de las actuaciones de las fraudulentas Caja España-Duero (déjense ya de presuntas) es que de nuevo intentan engañar a los hipotecados, en el sentido de no cumplir la sentencia y esperar a que la resolución sea firme. Mantener la cláusula contra viento y marea es un intento más de esconder trapos sucios, como ya se hizo con subordinadas, preferentes, reiteradas indemnizaciones millonarias a sus ejecutivos, a personal selecto (como el ex alcalde de León, Paquito “raquetas”) y los créditos a los consejeros de ambas entidades; créditos que se están investigando desde diversos frentes. De nuevo Caja España-Duero ha generado alarma social y, no tardando, pueden encontrarse con la horma de sus zapatos.
Las malas prácticas de ayer llevan al desprecio de hoy; eso precisamente es lo que se ha labrado lo que hoy es Banco Ceiss. Mas si a ello añadimos la sospecha que genera la entidad que preside Braulio Medel, no es de extrañar que se esté reduciendo el 47,3% de las sucursales en Castilla y León, a la vez que puede comprobar cómo miles de antiguos usuarios de lo que hoy es Banco Ceiss abandonan esta entidad, capaz de defraudar y ‘engatusar’ a todo el que pase por la puerta de una de sus sucursales. Y lo están pagando, ya lo creo que sí.
Precisamente en su pecado lleva su dura penitencia. De todos es sabido que conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de la buena gestión y de la honradez es el regalo más preciado y escaso en los tiempos que corren.
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