Distinta vara de medir
Parece como si hubiera una “mafia pucelana” que quisiera acceder a la alcaldía retirando al candidato de más valía y a eso se llama en mi pueblo hipocresía.
Los ‘lobos’ de la izquierda vallisoletana y la prensa de ‘colmillo retorcido’ se han tirado a la yugular de Javier León de la Riva cuando han comprobado que el PP insistía en presentarle como candidato a alcalde de Valladolid. Sinceramente, yo no esperaba menos, porque los antes citados se fijan en insignificancias – o ‘chuminadas’, como dicen algunos-- como los comentarios de León de la Riva, pero pasan por alto otros comentarios y actitudes machistas y machorras cometidas en el ámbito de la siniestra: ahí tienen ustedes los casos de Jesús Eguiguren, que apaleó a su esposa y fue condenado (sigue en el PSOE vasco); el responsable de IU, compañero de fatigas de Susana en Andalucía, que llamó “tetorras” a la consejera de educación; el responsable del PSOE de Castilla La Mancha, por poner en duda la eficiencia doméstica de Dolores de Cospedal,… Y podríamos enumerar muchos más casos. Pero, claro, a quien hay que zurrar la badana es al alcalde de Valladolid, como si estuviera de moda. Cierto es que su amplitud mediática es muy superior a la de tanto mediocre que lanza sapos por la boca, a veces inducido por no se sabe quién. Como decía un viejo comunista vallisoletano, muy defensor de Javier León: “¡Hay que joderse para no caerse!”.
Aprovechando eso de que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que hay vista judicial el día 27 de abril, muchos mamones han vuelto a resucitar comentarios del alcalde pucelano que, por cierto, firmaríamos la mayoría de ciudadanos de a pie. Y ahora viene la Fiscalía de Valladolid y pide “la inhabilitación, durante 15 meses, para el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, por un presunto delito de desobediencia a la autoridad judicial”. De la Riva ha dado todo tipo de explicaciones, pero algunos están sordos o se lo hacen: ya se sabe que el peor sordo no es el que no quiere oír sino el que por un oído le entra y por otro le sale. Y ahí estamos. El caso es minar al señor alcalde, maldecir su gestión y mantener activo el ventilador.
No es cierto que León de la Riva se haya opuesto a cumplir una sentencia urbanística desde 2008 que afectaba al ático donde él vivía. Esa residencia es un antiguo edificio de Caja Duero, que está ubicado en la plaza de Zorrilla de la capital vallisoletana. El día 27 quedará claro todo y Javier León se va a mofar de tanto mediocre como aspira a hacerle daño, sin más, y sin argumentos. Como tantas veces, van a tener que meter la cabeza debajo del ala y, llegado el caso, se pedirá la dimisión de la jefa de la Fiscalía. ¿Apostamos? Lo que me sorprende es que la Fiscalía esté tan interesada en meter el dedo en el ojo a Javier León. Hay algo que está muy claro y es que España requiere con urgencia una reconversión de la Justicia y una modernización de la misma; no puede seguir con ese olor a naftalina en determinados estamentos de la casta.
No es ningún secreto que, cuando comenzó el caso, Javier León de la Riva era ya alcalde, propietario de una de las viviendas en el bloque de propiedad de Caja Duero y, a la vez, vicepresidente de la misma entidad. Esto nadie lo ha negado y está suficientemente demostrado que va a quedar sin cargos, salvo retorcido contubernio. Muchos que han “arrastrado el culo por un zarzal” con tal de hacerle daño, no van a saber dónde meterse tras el citado 27 de abril. Pero se lo recordaremos. Parece como si hubiera una “mafia pucelana” que quisiera acceder a la alcaldía retirando al candidato de más valía y a eso se llama en mi pueblo hipocresía, indignidad, cobardía y muchas cosas más.
Por cierto, y ya finalizo, allá por el mes de octubre de 2013, si la memoria no me falla, un juzgado llegó a archivar la causa penal que se había abierto contra Javier León. Pero como muchos se atragantaron con ello, buscaron las vueltas y recovecos para que la Audiencia Provincial reabriera el caso ya que, según esos existían indicios para acusar a don Javier de desobediencia.
¡Qué fácil es incurrir en la indignidad cuando se retuercen los hechos! Hay caminos mucho más fáciles, pero no, hay que dañar al alcalde como sea. Esa es la estrategia y esa es la consigna. Como decía ayer un concejal socialista del Ayuntamiento vallisoletano: “nos la vamos que tener que envainar en muy mal momento y en peor sitio”. ¿Y qué hubiera dicho en este caso el Conde de Romanones? Pues lo que ya dijera en su momento y por otro asunto al referirse a los académicos: “¡Joder, qué tropa!”.
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