Despropósitos y atropellos en educación
Ha comenzado un nuevo curso académico y continúan los despropósitos de la administración educativa. Si muchas de las barrabasadas que comete la citada administración, las hiciera un particular, le estaríamos llamando sinvergüenza o malnacido día y noche....
Ha comenzado un nuevo curso académico y continúan los despropósitos de la administración educativa. Si muchas de las barrabasadas que comete la citada administración, las hiciera un particular, le estaríamos llamando sinvergüenza o malnacido día y noche. Y si las cometiera una empresa privada, recibiría todos los reproches del mundo por parte de los sindicatos clasistas y de toda la izquierda adiestrada. Pero, claro, es la administración educativa y a esa se la consiente casi todo, porque suele tapar sus múltiples errores bajo la capa y el velo de la negociación. Ni los sindicatos docentes ni la oposición en las Cortes de algunas comunidades autónomas son capaces de ver lo evidente y denunciar los despropósitos; estos últimos, una vez que se ven con el acta de diputado o procurador dejan de mirar hacia atrás, a la vez que deja de interesarles la problemática ciudadana. Ya se sabe que deben su liberación o su candidatura a otros, de ahí que solo miren en favor de su benefactor.
Estamos viendo que tanto el Gobierno central como los gobiernos regionales anuncian ‘la gloria’ en vísperas de las elecciones generales. Han estado cuatro años recortando profesores, sueldos, mobiliario, gastos de funcionamiento, contratos,….y, ¡qué casualidad!, llegado el año electoral parece que se arregla todo, abunda el dinero y se puede tocar ‘la gloria’ con la yema de los dedos. Toman por tonta a la ciudadanía y, precisamente por eso, hay que evitar que el voto vaya a la urna con destino equivocado.
Ni un solo voto deberían recibir quienes ha recortado los sueldos anualmente y por sistema, han ‘robado’ la paga extraordinaria de Navidad de 2012, han suprimido profesorado y dejado al alumnado sin clases por su mala gestión, han represaliado al funcionariado y llegado a tal estupidez que incluso hacen contratos de cuatro días para realizar o corregir las pruebas de septiembre. ¿No me digan que no hay que ser burros para llegar hasta ahí? Pues lo son, doy fe de que lo son porque lo comprobamos a diario. Y para que vean que no es un ejemplo aislado, la administración educativa se permite el lujo de no cubrir las bajas del profesorado hasta el día decimosexto de las mismas, y no siempre; si eso no se considera una burrada, tal vez pueda considerarse un desprecio a la ciudadanía y una tomadura de pelo a padres, profesorado y alumnado: otro motivo para no votar a quienes no saben discernir entre lo necesario y lo accesorio.
Hay material más que suficiente para denunciar bufonadas diarias de la administración educativa, de aquí a las elecciones generales. ¿Un adelanto? Pues miren ustedes, amigos lectores, hay centros de educación de personas adultas en Castilla y León que han tenido que dejar de atender a doscientos, trescientos y cuatrocientos alumnos/as porque la mala fe y la deficiente planificación de quien debería colaborar, orientar y asesorar a los centros, no sabe contar ni ajustar plantilla a las necesidades: eliminan profesorado necesario y envían a los centros medios contratos de profesorado a los que ni siquiera se les puede asignar horario porque esa especialidad ya está cubierta con profesorado definitivo del propio centro. Bien es verdad que, si hacemos caso a Horario, “deberíamos mezclar a la prudencia un gramo de locura”, pero de ahí a las atrocidades que comprobamos a diario hay un buen trecho.
¿Se puede ser más burros? Pues sí, hay medidas que demuestran que se puede ser más incompetente, más burro y más gaznápiro, como el hecho de dejar al alumnado sin profesorado grandes temporadas y, sin embargo, los coches oficiales van y vienen todos los días a recoger altos cargos que viven en provincias diferentes al lugar donde residen las instituciones. Atrocidades de éstas las hay en todas comunidades, pero con especial incidencia en Castilla y León, donde los despilfarros van desde el Hospital Universitario de Burgos (HUBU), a los llamados ‘huertos eólicos’, pasando por el ‘céntimo sanitario’ de estos años pasados y los cientos de tentáculos de la ‘púnica’. Ya decía Ortega y Gasset que “muchos hombres, como los niños, quieren una cosa pero no sus consecuencias”.
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