Dejadez, desprecio y silencio
Como prueba de esa dejadez, desprecio y silencio, nos hacemos eco de una carta recibida de la directora del Gabinete del Presidente de la Junta de Castilla y León.
Algunas veces hemos hablado del silencio y del desprecio a la ciudadanía por parte de la clase política. En Castilla y León eso es muy habitual en la propia Junta y en el Gobierno de la comunidad, hasta el punto de que uno siente vergüenza ajena, sobre todo cuando se trata de temas de sanidad o de educación. Sobre todo esta última es una cuestión que no interesa a los políticos porque no genera intereses a corto plazo, salvo la foto de rigor en los medios de comunicación.
Ya pueden estar cayendo chuzos de punta sobre los centros educativos que los altos cargos no se dan por aludidos, pues a ellos les sigue cayendo la guita y el momio. La dejadez que advertimos, desde hace años, en la Consejería de Educación clama al cielo. No hay cosa más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido, como decía R. Tagore. En invierno, mientras en los centros educativos se pasa más frío que en vendimia, en las consejerías no hay quien esté por el calor que hace. Ya saben aquello de “esté yo caliente y ríase la gente”. Es el tipo de ‘bueyes’ con lo que la sociedad está arando. Lo curioso de todo es que, a pesar de las quejas de los administrados, llegan las elecciones y siguen votando a la misma tendencia. En vez de botarlos se limitan a votarlos. ¡Así nos cubre el pelo!
Lo peor de todo es que al actuar así, las cuestiones importantes nunca llegan al presidente, Juan Vicente, de ahí que éste piense que todo marcha sobre ruedas en Castilla y León. Como prueba de esa dejadez, desprecio y silencio, vamos a hacernos eco de una carta recibida de la directora del Gabinete del Presidente de la Junta de Castilla y León.
No es la primera que recibimos ante una queja, propuesta o cuestión planteada. Eso sí, la respuesta siempre es la misma y el molde de la carta también; lo único que varía es que entre medias mencionan el tema al que se alude o del que el ciudadano se queja. Ni siquiera en eso son originales. Para cada cuestión un molde, como si la ciudadanía fuera una autómata y funcionara por clichés.
Como decía, recientemente se remitió un escrito a Presidencia de la Junta de Castilla y León solicitando explicaciones por la resolución de la Dirección General de Política Educativa Escolar, por la que se aprobaba la dedicación horaria lectiva semanal de los coordinadores de convivencia en los centros que imparten educación secundaria y formación profesional para el curso 2015/2016. Como de costumbre, en la contestación recibida después de un mes, se limitan a decirnos que se ha recibido la carta y, en nombre del presidente, han remitido la misma al consejero de educación “para que le conteste en cuanto le sea posible”. ¿Ven ustedes el desprecio a la ciudadanía? Ese “cuando le sea posible”, en muchas ocasiones suele ser… nunca. En mi pueblo a eso lo llaman de una forma muy grosera y, precisamente por eso y por respeto al lector, lo voy a omitir.
En ocasiones, el consejero pasa la carta al director general correspondiente y éste la deja dormir en el cajón el sueño de los injustos, sin llegar a contestar. En otras ocasiones contestan con evasivas, retorciendo el collar del galgo o simplemente diciendo que lo están estudiando. Esa misma fue la respuesta a una carta nuestra de 2009; el caso es que deben estar estudiándola aún, porque nunca más se supo. Y ante eso solo nos queda denunciarlo en los medios de comunicación o publicar el correspondiente artículo de mofa, chanza y despendole, ridiculizando al personaje en cuestión, pidiendo la dimisión (no suele servir de nada) o difundiéndolo por todos nuestros medios y recursos.
¿Entienden ahora cuando en ocasiones hablamos de inutilidad de los altos cargos? Mucho salir en la prensa, Juan Vicente Herrera, diciendo que no quiere que ningún ciudadano se quede sin respuestas y, sin embargo, sus ‘acólitos’ de las consejerías miran al tendido, sobre todo en la Consejería de Educación. Una vez más, vamos a repetir aquello del presidente, ante una pregunta nuestra y la correspondiente demanda de respuesta: “Ya sabes, amigo, rodeado de imbéciles, qué complicado es gobernar”. Ni que decir tiene que nuestra respuesta al respecto fue contundente: “Precisamente, son los imbéciles que tú has elegido y nombrado en su momento”.
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