De nuevo, todos contra León de la Riva
Confieso que soy uno de tantos admiradores como tiene el ínclito alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva. Y a partir de esa admiración ya sé que puedo generarme enemistades por doquier y la crítica de algunos personajes que, por simple desconocimiento, ‘ladran’ y ‘ladran’ .....
Confieso que soy uno de tantos admiradores como tiene el ínclito alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva. Y a partir de esa admiración ya sé que puedo generarme enemistades por doquier y la crítica de algunos personajes que, por simple desconocimiento, ‘ladran’ y ‘ladran’ por envidia hacia él y porque saben que es difícil competir contra la honradez que ha demostrado durante sus veinticuatro años como alcalde. ¿Prueba de esas críticas? La última de ellas hace unos días en los medios de comunicación, cuando fue anunciado que sería candidato de nuevo a la alcaldía de Valladolid. La izquierda dio la imagen de que había visto al demonio con rabo y tridente.
Alguien puede preguntarse cuál es el motivo de que algunos sectores se lancen a tumba abierta cada vez que el alcalde hace, dice o insinúa algo. Hay muchos motivos pero, sobre todo, es su facilidad para entrar al trapo porque no tiene nada que esconder y porque llama a las cosas y a las situaciones por su nombre. Ya ha ganado en Valladolid seis veces y va a revalidar la séptima victoria electoral, a pesar de las trampas del socialismo agónico y del comunismo desamparado. Al tiempo.
Ni siquiera su partido se ha atrevido a descabalgarle de la convocatoria. Saben que es ‘caballo ganador’ y así es fácil apostar. Al parecer cuenta con el beneplácito de todos los sectores provinciales, autonómicos y nacionales de su partido. Pero hay algo más: mucha gente que no suele ser votante del PP, sí vota a Javier León de la Riva. ¿Casualidad? Pues no, hablamos de competencia, trabajo y compromiso. Y por si alguien no ha entendido el inicio de este artículo, este analista ni vota al Partido Popular ni a otras formaciones desde hace quince años. Cada vez somos más quienes no nos brindamos al ‘paripé’ del bipartidismo y mucho menos a las barbaridades que predica esa casta que llega a la política con la corrupción a cuestas: Monederos, Tanias, Errejones,… y otros que irán saliendo de aquí al día de las urnas. Pero a León de la Riva, sí.
En la oposición vallisoletana siguen acongojados. Perdón, he querido decir, acojonados. Una vez más sospechan que perderán, a pesar de que antes de las elecciones puede haber una sentencia judicial contra él, por simples hechos administrativos. Bien es verdad que empieza a desvanecerse esa ilusión que manifestaban comunistas, socialistas, “Toma la palabra”, “Tómate un café”, “Coge la bicicleta”, “Castrados de palabra”… y otras formaciones peregrinas, insensatas e irresponsables. De ahí tanto reproche en las redes sociales por parte de los partidos de la oposición.
El propio ministro de Justicia, Rafael Catalá, se ha pronunciado sobre los posibles efectos del juicio que tiene fijado el alcalde para el próximo 27 de abril. Estamos hablando de simple desobediencia respecto a la ejecución de las sentencias para dar curso legal al edificio de la plaza de Zorrilla. Catalá ha constatado que ese procedimiento “no justifica que quede descalificado como candidato”. Pero, claro, en sectores radicales de la izquierda más recalcitrante,… se dice que es el “no va más”, aunque con los ERE andaluces, los escándalos de Rivas o el beneplácito bolivariano no sean capaces de mojarse ni de razonar con serenidad.
A Javier León le atacan por una infracción administrativa, nunca por corrupción, ni robo, ni malversación, ni tráfico de influencias. Solo por retardar una sentencia. En una palabra: como si un ciudadano olvida hacer la declaración anual del IRPF y la presenta seis días después de cerrarse el plazo. ¡¡Caramba, qué delito!!
Está claro que en la izquierda compran las varas de medir en mercadillos de las mañanas dominicales. Bien es verdad que éste que escribe se fía menos de la jueza que ha de resolver el acto de desobediencia que un ciudadano de bien de gente como Monedero, Errejón, Tania, iglesias y demás personajes de la casta, además de aprendices de la dictadura y horterada bolivariana.
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