Un ejecutivo personalista y temerario. Mariano Cabrero Bárcena es escritor
Debemos desterrar para siempre un ejecutivo personalista y temerario, que va a presidir una nueva legislatura española, por un período de cuatro años, apoyada por el prófugo de Waterloo, Charles Puigdemont, qué pide una amnistía general para él y los suyos. Esto es lo que uno cree que piensa el actual presidente del Ejecutivo español en funciones, Pedro Sánchez.
Debemos desterrar para siempre un ejecutivo personalista y temerario, que va a presidir una nueva legislatura española, por un período de cuatro años, apoyada por el prófugo de Waterloo, Charles Puigdemont, qué pide una amnistía general para él y los suyos. Esto es lo que uno cree que piensa el actual presidente del Ejecutivo español en funciones, Pedro Sánchez.
En toda democracia se asume como principio esencial que ?El Estado? está representado siempre por tres poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Estos se equilibran y controlan entre sí, y que cualquier otro sistema que no tenga tres poderes, o que los tenga mezclados entre sí, o que tenga un poder que prevalezca sobre los restantes y no pueda ser controlado, es siempre una dictadura. Se mire por donde se mire.
?Debemos recordar siempre tres cosas para no olvidarlas: la división de poderes, que debe proteger siempre la libertad del pueblo, y no al contrario
También puede suceder y con frecuencia ocurre-que hay democracias que tienen tres poderes separados entre sí-, pero que, por incompetencia o desidia de estos tres poderes, o por qué se cruzaron en su labor con enormes intereses que suelen afectar a la soberanía esencial del Estado no funcionan como debe ser. Los aludidos desembocan en una democracia de escasos valores democráticos, a la que podemos denominar ?una dictadura en ciernes?.
Este, se me antoja, es el caso de España, que estos días esta exhibiendo dos poderes: el legislativo y el judicial, los cuales no tienen la capacidad de controlar al ejecutivo, que, engreído como un pelicano, manipula sin ningún pudor la ley interpretando sin límites la Constitución española de 1975, y llegan a convencer a millones de ciudadanos-bien presentes- de que ?sí se tiene mucha astucia, vergüenza poca y una inmensa cara dura?se puede llevar a cabo-cambiando o sin cambiar la ley-lo que el Ejecutivo le venga en gana?
No podemos entender que la democracia consista en tener un voto más, que sólo de usa para alcanzar ?el poder ejecutivo?, sino que también y, antes de nada, para amasar el sistema como si fuese una pizza (comida italiana tradicional).
Esta forma de razonar no es moral ni inteligente y sólo sirve para los que, reduciendo su razón a una ideología, viven? la alternancia en el poder como un juego ?de trileros?, que siempre gana el más tramposo.
Tenemos que tener en mente que algo va muy mal cuando, sin analizar la realidad actual y las causas de la penalización aterradora de los poderes legislativo y judicial, que son incapaces de ?poner las cosas? en su sitio, se apela a la calle(gentes), para poner de manifiesto que el Constitucional da la sensación de que no va a funcionar con Dios manda.
Debemos recordar siempre tres cosas para no olvidarlas: la división de poderes, que debe proteger siempre la libertad del pueblo, y no al contrario.
No me cabe ninguna duda de que el pueblo español apostó el 23J?por una democracia pura: poder Ejecutivo, poder Legislativo y poder Judicial. Siempre juntos pero independientes en cualquier democracia que se preste de serlo. Debemos desterrar para siempre un ?Ejecutivo personalista y temerario?.
La Coruña, 25 de septiembre de 2023
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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