La tan preocupante y prolongada falta de especialistas, que se arrastra desde 2008, en boca de algunos voceros, agoreros ellos, no es tal cual, si se analizan con lupa todas las variables de la ecuación
Resulta inadmisible escuchar, ya sea en público o privado, que la Sanidad hay que pagarla, porque los servicios que actualmente ofrece son tan caros e insostenibles que, por ende, generan deuda. Sin embargo, aquellos que manifiestan esta opinión es porque posiblemente no han recapacitado lo suficiente, tanto que sería hasta bueno rememorarles que:
Durante los años de estudio en la Facultad de Medicina, y a partir de la asignatura Farmacología, solamente se habla, en referencia a los medicamentos, de principios activos, llamados actualmente genéricos, y no es hasta que, en pleno ejercicio profesional, se toma conciencia de que tal principio activo corresponde a tal patente. Al menos así era hace más de cuatro décadas.
El facultativo médico especialista, allá por los años sesenta del siglo pasado, sólo disponía de calcitonina, administrada vía inyectable, una hormona secretada por la glándula tiroides, tanto en animales como en humanos.
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