Zapatero, embustero!
MIGUEL BARRACHINA: "Titular así un artículo me parece de lo más incorrecto, nunca me hubiera atrevido a ello de no ser porque este fin de semana escuché a tres mil guardias civiles uniformados corearlo."
“¡Zapatero embustero!”, “¡Rubalcaba súbenos la paga!” gritaban escocidos los esforzados del tricornio por los incumplimientos electorales del gobierno del talante.
Lo cual no me sorprendió en absoluto porque en el mismo Programa Electoral figura literalmente:
"Nos comprometemos al cumplimiento escrupuloso y estricto del Pacto de Estado por la Libertad y Contra el Terrorismo suscrito entre el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Popular y el Gobierno de la Nación y, en especial, a renunciar a la utilización política del terrorismo; nos comprometernos a mantenerlo vivo y en vigor hasta la derrota total de ETA o su disolución efectiva."
Con el mismo descaro con el que rompen el Pacto, travestido en "papelito" por la Vicepresidenta, reprochan al Partido Popular que no se sume al incumplimiento de lo firmado y se alineé con los nuevos socios del PSOE, que en algún caso comparten, legítimamente, objetivos con ETA, aunque felizmente no sus métodos.
Lo que ya no es una promesa sino un capítulo completo de su Programa es el referido a la “Democracia Participativa” que comienza afirmando que “el verdadero cambio sólo se produce con la participación de todos, porque el verdadero cambio afecta a todos”.
En su lenguaje “todos” quiere decir “los nuestros” por eso quieren impedir que el único partido en la oposición lleve al Congreso sus propuestas bloqueando nuestras iniciativas parlamentarias.
Y ello a pesar de que en el mismo documento de compromisos afirmaban que “Compareceremos en el Parlamento para informar a los Grupos Parlamentarios del estado de la lucha contra el terrorismo”. Pero cualquiera entiende que es muy difícil que comparezcan para confesar, como recoge la revista Época, que de los 112 terroristas detenidos en territorio nacional en 2003 hemos bajado a 14 en 2006.
Es obvio que nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad se adaptaron a la “nueva realidad” de la negociación con ETA con más facilidad que los jueces.
Si el gobierno hubiese dado un poquito más actividad a los guardias civiles estos no hubieran detenido sólo dos etarras en 2006 y quizás habrían tenido menos tiempo para leer el programa socialista y organizar sus manifestaciones al malicioso grito de “Zapatero Embustero”.
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