Una maestra ejemplar

Hace unos meses, con motivo de cumplirse el Centenario de su nacimiento, realicé un artículo sobre Aurora Gutiérrez Galante, una Maestra –con mayúsculas- que estuvo casi cuatro décadas en La Albericia. Y en este castizo barrio fue Maestra y Directora, con una trayectoria limpia de servicio a los demás…

Pero Aurora, fue mucho más. Llegó al antiguo Colegio “Canda Landáburu” en el que se encontró los niños y niñas cuyos padres habían sido alojados en las Casucas, humildes viviendas dónde se dio techo a muchos damnificados del pavoroso incendio de Santander. Y en el propio Colegio, se ubicó un Albergue de Auxilio Social y aquí fue dónde Aurora volcó toda su generosidad, esfuerzo y entusiasmo…

He tenido durante los últimos años el placer de investigar su generosa y rica biografía, publicando recientemente un detallado semblante de esta ejemplar docente y mejor persona, gracias al buen criterio de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria. Es un exhaustivo estudio documental dónde en poco más de 400 páginas, se recoge toda su biografía, ilustrada con cientos de fotos y documentos varios.

Esta Maestra ejemplar, tal como lo reconocen las muchas personas que la trataron en su tiempo, especialmente quienes fueron sus alumnos, hoy ya con bastantes años a sus espaldas, dedicó sus esfuerzos a atender a estos alumnos en sus necesidades y ayudarles en todo aquello que precisaron, incluso las necesidades más básicas y perentorias. Incluso llevó muchos pucherucos de alubias a las familias que pasaban por necesidades. ¡Y no lo han olvidado!

Y se preocupó de sus alumnos cuando iban al Colegio, pero también siguió ayudándoles cuando ya habían abandonado el mismo, buscándoles trabajo, aconsejándoles en la toma de decisiones. ¡Siempre estaba pendientes de todo y de todos!

Pues esta docente ejemplar, Aurora Gutiérrez Galante, hace ya cien años que nació, se hizo Maestra (con mayúsculas) por el Plan Bergamín y por el llamado Plan Profesional de 1931; ha ejercido durante la Segunda República Española, la Guerra Civil, con Franco y con la Democracia de nuestro Rey Don Juan Carlos y ha ejercido la profesión docente durante cuarenta y cinco años (de no haber fallecido, hubiera ejercido durante medio siglo) con una dignidad digna del mayor de los elogios. Yo he procurado realizar un “semblante” de la misma, lo más objetivo posible, pues la historia es lo que es y esta Maestra –con mayúsculas, repito- ha sido reconocida por todos estos diferentes regímenes y alcanzó merecidamente la Medalla de la Orden de Cisneros y el Lazo de la Orden de Alfonso X el Sabio y el Ayuntamiento de Santander rotuló con su nombre una calle situada al lado del citado Colegio. Y, lo más importante, aún muchos alumnos la recuerdan con emoción, cariño y gratitud, sesenta años después de que les diera clase y cariño.

Y ha sido el día de ayer cuando decenas de sus antiguos alumnos y alumnas se han vuelto a reunir, para recordar la maestra que tuvieron hace ya más de medio siglo. Y lo han hecho con gratitud, cariño y emoción,..¡Mucha emoción!. También a mi han conseguido ponerme un nudo en la garganta, porque todavía su semilla está germinando en estas personas, algunas con una edad próxima a los 90 años.

Desde algún sector “ultramontano” han tratado de denostarla gratuita e injustamente; esta actitud solo denigra a quienes la han minusvalorado y tan sólo se me ocurre hacerles esta observación: ¡Reflexionen quienes profieren estas ofensas si dentro de medio siglo sus alumnos les recordarán!

Muchos quisiéramos parecernos profesionalmente a ella, que hubiéramos dejado una semilla tan fructífera y que dentro de décadas nuestros alumnos nos recordarían con esta emoción y gratitud que yo he percibido.