Todo está (casi) perdonado
Con el permiso de mis colegas de la publicación satírica francesa Charlie Hebdo, tomo la acertada frase que ilustró su portada tras sufrir el brutal atentado.
Hace unos días, me vi obligado a interponer una denuncia en la Comandancia de la Guardia Civil contra Ramón Arenas, primer teniente de alcalde de Laredo y secretario general del Partido Popular de la villa, por un intento de agresión y gravísimos insultos hacia mi persona. Todo ello como consecuencia de su reiterada falta de sintonía con la información municipal del portal de internet ‘Laredo Digital’ que yo dirijo.
Sin duda, las circunstancias que me han llevado a escribir este artículo no son las mismas, ni mucho menos que lo ocurrido en París. Pero lo que no ha variado ni un ápice es el intento y la voluntad de cercenar el derecho a la libertad de expresión e información, recogido en la Constitución Española así como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Quiero confiar en la limpieza de espíritu del primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Laredo como ser humano. Intento asimilar la idea de que la actitud de Ramón Arenas, aunque intolerable, viene motivada por la delicada situación de un hombre que ve cercano el fin de su carrera política, sobrepasado por los numerosos escándalos que han rodeado su figura, tales como la supuesta colocación ilegal de varias cámaras de vigilancia en lugares públicos de Laredo; la presunta modificación del Plan General de Ordenación Urbana en beneficio de los intereses inmobiliarios de una empresa de su estirpe; o las más recientes, irrisorias y vergonzosas explicaciones con las que se puso a sí mismo en ridículo y, lo que es peor, al municipio de Laredo ante toda España en el programa Espejo Público de Antena 3, en un vano intento de justificar la sospechosa contratación de varios peones municipales relacionados familiarmente con miembros del equipo de Gobierno.
Puedo perdonar a una persona que augura en su fuero interno que el peso de la historia caerá sobre su figura, por no saber llevar a buen puerto la nave en la que se embarcó, en cuyo hundimiento arrastrará consigo al partido. Todo ello con la aquiescencia, la pasividad y el beneplácito del regidor pejino, Ángel Vega, incapaz de cortar por lo sano y cerrar así una grieta por la que el navío ‘popular’ de Laredo hace agua.
Pero el perdón está reñido con el olvido, y, más aún, con la claudicación. Ninguna denuncia, ninguna amenaza, ningún intento de coacción desde los poderes públicos frenará mi labor de comunicación, porque - lo tengo muy claro - la libertad de información sólo se gasta si no se usa. Ese es mi único aviso a navegantes.
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