Resbalones Financieros
En los últimos meses se han improvisado varias reformas fiscales, dos laborales y tres del sector financiero, todas ellas anunciadas como “definitivas” y de pobres resultados.
La anunciada esta semana sobre nuestro sistema bancario es tan profunda, como imprecisa. Se amenaza con la desaparición de aquellas cajas de ahorros que incumplan un requisito, y este no se determina.
Pero, por encima de la imprevisión gubernamental, y de si las reformas son sinceras rectificaciones o imposiciones externas, hay que reconocer que España padece un grave problema de sobreendeudamiento, cuya responsabilidad es compartida, entre quienes pedían prestado, particulares y sector público, y quienes prestaban, bancos, cajas y cooperativas de crédito.
“Ante el vicio de pedir la virtud no dar”. El famoso dicho no ha estado vigente en España en los últimos años, tampoco en el sector financiero. Hoy pagamos las consecuencias.
En la actual crisis bancaria, tanto por la falta de crédito de nuestra deuda pública en el exterior como por la delicada situación de nuestras entidades financieras, hay una superposición de responsables.
Por su orden, el primer responsable es el gobierno socialista, en su doble condición de demandante de préstamos, que acumula el 80% del endeudamiento público, y de vigilante, ya que no ejerció de manera eficaz el control que, el artículo 149.1.11 de la Constitución le otorga sobre la ordenación del crédito.
Difícilmente el ejecutivo de Zapatero iba a poner algún límite a la ligereza bancaria cuando exhibía como mérito propio tener “el sistema financiero más sólido” del mundo hace tan solo dos años.
El gobierno central, por tener competencia exclusiva, es también responsable de haber derogado la ley de estabilidad presupuestaria para facilitar el endeudamiento galopante del resto de las administraciones, y solo para él mismo ya precisa de 21 millones de euros de créditos cada hora.
En segundo lugar, las entidades financieras son también responsables ya que han prestado en exceso, con menores garantías de las debidas y con una desmedida concentración de riesgo. En general, se ha llevado a cabo una política innecesariamente agresiva en la captación de su activo.
Finalmente, también los particulares somos responsables de haber hecho un uso exagerado de la petición de créditos; encadenando hipotecas inmobiliarios, saliendo de vacaciones de prestado y pidiendo créditos al consumo.
Esta superposición de errores de los diferentes agentes que participan en el mercado financiero es el que nos ha traído donde estamos. Hemos pasado en tiempo record, de alardear del mejor sistema financiero del mundo a que el gobierno pida la nacionalización de parte de él por riesgo de colapso.
Miguel Barrachina Ros
Economista y Diputado Nacional.
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