Noticias de Cantabria
28-09-2014 14:25

El hombre pez de Lierganes

En el siglo XVII vivía un matrimonio en Liérganes, formado por Francisco de La Vega y María de Casar, padres de cuatro chicos. Al enviudar María, envió a uno de sus hijos, el también llamado Francisco a Bilbao para que aprendiera el oficio de carpintero.

 

 

En el siglo XVII vivía un matrimonio en Liérganes, formado por Francisco de La Vega y María de Casar, padres de cuatro chicos. Al enviudar María, envió a uno de sus hijos, el también llamado Francisco a Bilbao para que aprendiera el oficio de carpintero.

La noche de San Juan de 1.674, Francisco, que era un excelente nadador, se tiró a la ría a nadar, desapareciendo en dirección al mar. Pasado un tiempo y en vista que no aparecía, fue dado por ahogado.

Cinco años más tarde, unos pescadores de Cádiz, observaron durante varios días seguidos a un extraño ser con apariencia humana. Estos, cebándolo con trozos de pan, consiguieron capturarlo con sus redes.

Se trataba de un joven corpulento, de pelo rojizo y ralo, que tenía una fila de escamas desde la garganta hasta el estómago y otra por el espinazo.

Los pescadores lo llevaron al convento de San Francisco, donde fue interrogado durante varios días y en distintos idiomas, no logrando sonsacarle otra palabra que “Liérganes”. Debido a lo extraño del asunto, la voz se corrió por la zona, hasta llegar a oídos de un cántabro que allí trabajaba, el cual comentó que en su tierra había un pueblo que así se llamaba.

Los monjes se pusieron en contacto con las autoridades de Liérganes, relatando lo sucedido y éstos comentaron que lo único extraño sucedido con un joven, fue la desaparición de Francisco de la Vega, hacia 5 años, cuando nadaba en la ría de Bilbao.

Juan Rosendo, fraile del convento, sospechando que podría ser la misma persona, viajó con él hasta Liérganes. Llegando al monte de La Dehesa, le pidió que se adelantara solo. El chico, como si conociera la zona, se dirigió directamente a la casa de María de Casar, donde estaban en esos momentos ella y dos de sus hijos, los cuales al verlo venir, lo reconocieron inmediatamente.

Francisco se quedó a vivir de nuevo con su familia, pero su comportamiento era extraño, iba siempre descalzo, andaba desnudo, no hablaba con nadie, no mostraba interés por nada y sus únicas palabras eran, tabaco, pan y vino, pero no porque los deseara.

Era un chico muy dócil y servicial, haciendo los recados cuando se lo pedían de muy buen grado, pero sin ningún signo de entusiasmo, enfado o cualquier otro aparente sentimiento.

Debido precisamente a este comportamiento, las gentes del lugar le daban por loco, hasta que 9 años más tarde, se adentró de nuevo en el mar, sin que nunca más se supiera de él.

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Comentarios(2):

amigo - 29-09-2014

muy bonito

Chema - 06-10-2014

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