El gran engaño
Es más que probable, aunque difícil de contrastar, tras los años transcurridos, y visto lo visto, que la rebelión de los barones del antiguo y desaparecido partido político Unión de Centro Democrático (U.C.D.) tuviera como finalidad continuar con la corrupción más ampliada y mejor repartida entre los nuevos y inexpertos políticos de aquel recién inaugurado Régimen Partitocrático.
Hubo una época en que no se notaba tanto. Las autoridades competentes, pretendiendo ser transparentes forjaron su vida política, durante casi 40 años, hicieron la vista gorda y miraron hacia otro lado, siempre en su propio beneficio, ayudados por el sistema parcialmente desmantelado, añadiendo paulatinamente a más personas dispuestas a ordeñar la vaca estatal, a punto de escosarse, sin darse cuenta de que si no hay para la sociedad tampoco va a haber para ellos haciéndose realidad a medida que se han ido ampliando las redes hasta la cadena se ha roto.
Los políticos se olvidan que, una vez que los contribuyentes pagan sus impuestos, con su gestión, si está bien hecha, pocas veces, deben revertir en forma de servicios y prestaciones, pero el reino de España, a base de engaños reiterados, se ha ido convirtiendo en un Estado incapaz, a base de un Gobierno timorato, que claudica nada menos que por la intimidación de ciertos políticos, sus bisagras electorales catalanas, a los que les ofrecen y les regalan lo que piden con menoscabo del resto de las regiones españolas.
¿Qué país tiene un gobierno cuyo partido es un colchón de corruptos, igual que el partido de la oposición y el resto de los partidos, incluidos los llamados nacionalistas? La respuesta es que posiblemente ningún país primermundista. Estamos en tiempo de rebajas. Y nuestro horizonte ha descendido. Estamos a punto de pertenecer al club de los bananeros y, encima, a punto de conquistar el grado de ambiente populista donde se han excluido los valores históricos; se ha agrandando la chapucera imposición y composición del Estado de las Autonomías; se sigue manteniendo un reglamento plebiscitario favorecedor del resurgimiento ponzoñoso de las tendencias regionalistas.
Después de una crisis negada desde la evidencia cegueril del ex presidente JLRZapatero, ZP, surge Perico de PSOE, compañero de viaje ideal y necesario para destruir el actual Estado español, ante la prueba irrefutable de sus declaraciones en cuanto toma entre sus manos un micrófono: su bisoñez no engaña.
Ante todo esto, el Ejército español actualmente neutral, mientras no se le pida lo imposible, tal que ver utilizar unas tijeras para cortar un mapa de España que perdura desde hace más de quinientos años, parece el único estamento, según la Constitución española, dispuesto a defender la tierra española. Porque un militar, todo hay que decirlo, jura y besa ante un símbolo que representa un territorio irrenunciable y por el que está presto a derramar su sangre, mientras que un político jura o promete ¿ante...?, conspirando cada día contra la Constitución, para abjurar o negar impunemente, según su propia codicia.
Queda poner sobre el tapete el ejemplo regulador de buenas prácticas, emprendidas por S.M. el rey Felipe VI, que debería espolear a los políticos para ser austeros y honestos en la administración de la Hacienda encomendada por los españoles.
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