El día de la familia

Hoy, último domingo del año, se celebra el Día de la Familia, institución tan antigua como la Humanidad misma y en la cual todos hemos nacido, crecido, aprendido, encontrado ayuda y protección y que ha sido vapuleada y ninguneada en los últimos años, sin saber mucho –o quizás, sabiéndolo- la causa de este ataque sistemático que el anterior Gobierno de Zapatero le dedicó.

Paradójicamente, estos momentos de crisis nos han hecho más necesario que nunca la familia, lugar de encuentro, refugio y ayuda.

En la cultura cristiana, hoy se rememora aquella Sagrada Familia dónde nació Jesús, con el recuerdo de tantas familias que constituyen la Humanidad, independientemente de credos o culturas. Curiosamente, la familia es el lugar dónde hemos nacido y nacemos, cuando somos quizás los seres más vulnerables de toda la Naturaleza, rodeados del amor y la alegría de nuestros padres. Y esto trasciende la propia cultura cristiana, nuestra cultura, no lo olvidemos.

Este año, la celebración viene a coincidir con una polémica relacionada con el aborto, que ha llegado a traspasar nuestras fronteras nacionales, de la mano de la ministra de Derechos de las Mujeres y portavoz del Gobierno francés, Najat Vallaud-Belkacem, quién calificó el pasado domingo como "un retroceso" la reforma de la ley del aborto presentada por el Gobierno de España, enviando una carta para mostrar su "honda inquietud" por esta reforma y tratando de echar una manita a sus correligionarios del PSOE, que han tomado este tema por bandera para atacar al actual Gobierno del PP. A esto se añade el “toque a rebato” que han hecho Rubalcaba y Valenciano a los partidos socialistas europeos; aunque le puede salir el Partido Popular Europeo, mayoritario, a la contra (es decir, “dónde las dan, las toman”).

Y el actual Gobierno de España plantea este tema desde el punto de vista del “derecho a la vida”, como bien superior sin el cual los demás derechos no existirían; y así lo recoge nuestra Constitución en el Art. 15 dónde afirma que “todos tienen derecho a la vida”; y lo mismo podríamos decir de la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales ratificados por España. Y el propio Tribunal Constitucional ha afirmado que  “la vida del concebido y no nacido –nasciturus-, en cuanto que encarna un valor fundamental garantizado en el Art. 15 de la Constitución Española –“la vida humana”-,  constituye un bien jurídico protegido por la Constitución…”

Frente a este planteamiento que constituye la filosofía del nuevo Proyecto de Ley “de Protección de la Vida del Concebido”, se presenta una izquierda social, liderada por el PSOE (Rubalcaba y Valenciano están echando el resto), que plantea el aborto libre y una feroz campaña, en la que afirma que “España retrocederá 30 años” y dónde la mujer debe tener el derecho a hacer lo que quiera con su cuerpo, conminando a las diputadas y senadoras del PP a que se rebelen contra su partido; ya ha conseguido que las cinco comunidades –Andalucía, Cataluña, País Vasco, Canarias y Asturias- no gobernadas por el PP, se manifiesten contrarias a este Proyecto de Ley, afirmando que es un “paso atrás” y la propia presidente del gobierno andaluz habla de que el PP “ha mostrado crudeza e insensibilidad”, gobernando “de manera ultraconservadora y retrógrada, que pone en riesgo la salud de las mujeres”.

Para un profano como yo, me sorprende que quienes suelen presumir de proteccionistas de toda la Naturaleza, desprecien curiosamente la de la vida humana concebida; a muchos nos horroriza el maltrato de los animales, la violencia con las personas, la tortura, la pena de muerte… ¿Y permitimos y defendemos la muerte de los indefensos seres humanos concebidos y no nacidos?. Parece, cuando menos, de una gran contradicción.

El tema está tan enconado, parlamentariamente hablando, que en el PSOE manifiestan que “en el baño, las del PP te dicen que están contra la ley”, razón por la cual van a presentar, en contra del propio Reglamento del Congreso, una Proposición no de Ley, para que se vote en secreto la paralización de la tramitación de esta Ley; si así fuera, podríamos llevarnos más de una sorpresa, porque no todas “Sus Señorías” votarían de acuerdo a los criterios de sus respectivos partidos. El tema tiene un alto componente  “de conciencia”, por sus implicaciones éticas, filosóficas, culturales, religiosas, legales, etc…

Sin entrar en el fondo del asunto, a muchos ciudadanos nos asaltan algunas cuestiones: ¿Aborto libre?; ¿Derecho a decidir de las mujeres?; ¿Los hombres, cooperadores necesarios, no pintan nada?; ¿No tienen derecho ni a opinar?; ¿El “nasciturus” es un ser con vida?; ¿Qué dicen sobre este tema la ONU y la Declaración Universal de Derechos Humanos?; ¿Eliminamos, ya de paso, a quienes tienen algún tipo de malformación después del nacimiento?; ¿Les damos matarile –perdón “eutanasia”- a quienes ya no nos sirven?; y ya llegados a este extremo, ¿Podríamos moralmente eliminar a quién nos molestase o no cumpliese ciertas condiciones que podríamos imponer?... Estas y otras cuestiones podrían llevarnos a discusiones éticas, religiosas, políticas y de distinta índole, que probablemente se convertirían en una “cuestión bizantina” y peligrosa…

Pero entrando en el fondo del asunto y recordando aquellas abominables  “prácticas abortivas” con seres a punto de nacer y la permisiva Ley de la época de Zapatero y Aído, conviene poner sobre el papel algunas consideraciones:

a) Curiosamente fue un Gobierno del PSOE quién firmó en 2008 la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, para preservar la vida de éstas. ¡Y con la otra mano avalan el aborto del nasciturus si tiene alguna discapacidad!. Nos quieren hacer ver que el aborto es “progresista”, cuando países como los EE. UU. de Obama están aprobando normas que limitan cada vez más el mismo. Y que nadie me cuente la falacia de que proteger la vida de un bebé no nacido sea hacer violencia contra las mujeres o que matar a un niño sea un derecho.

b) La Ley del Aborto del PSOE autoriza que una menor de edad pueda abortar sin el consentimiento paterno. Parece de todo punto absurdo que una menor necesite el consentimiento paterno para realizar múltiples gestiones, salvo para abortar. ¿Nadie ha pensado que pueden quedarle secuelas psíquicas de por vida?.

c) La actual Ley gira en buena parte en la “salud psíquica” de la mujer, coladero por dónde se han hecho abortos de toda índole. ¿Alguien ha pensado en la salud psíquica de la madre que ha abortado y puede llevar un sentimiento de cierta culpa por el resto de sus días?.

d) El “Aborto Express”, el “Divorcio Express”… que preconizaba el PSOE, sin una mínima reflexión ni maduración de tan delicadas decisiones, supone un ataque a la persona humana y a la propia familia. Y, en todo caso, deberá protegerse al más débil, al niño que va a nacer. ¿Dónde queda la defensa de los más débiles que siempre ha sido una bandera de la izquierda?.

e) Con el nuevo proyecto de ley, los propios sanitarios no tendrán que “definir” su objeción para evitar su inclusión en “listas negras”, de claro sentido ideológico.

f) Otro aspecto “determinante” es que un óvulo fecundado es un ser vivo con toda su carga genética que crece durante nueve meses en el útero materno; reclamar que la madre pueda matarle cuando le parezca (“derecho a decidir”), parece antropológicamente aberrante y será difícil encontrar algo parecido en la propia Naturaleza. ¡Poco progresista parece esto!.

g) Finalmente –para no ser exhaustivo-, la nueva Ley “de Protección de la Vida del Concebido” va a garantizar que a un feto “viable” (es decir, que podría vivir fuera del útero de la mujer), ya con 22 semanas de gestación, sólo se podrá realizar “un parto inducido”, si la gestación supone un riesgo vital para la madre….

Podrían plantearse otras muchas cuestiones; entre ellas, la adecuada información y formación para evitar embarazos indeseados y el apoyo a las madres embarazadas, así como a sus hijos.

Volviendo a la política, el PP hizo un mesurado planteamiento electoral sobre este tema y, si no se demuestra alguna razón de mucha consistencia, deberá de cumplir con los millones de votantes que querían esta política.