Noticias de Cantabria
09-03-2014 11:29

El Centro del Mundo

“El hombre ya no descenderá del mono, sino de las S.S. Su jefe será el Führer, su patria el Reich, su religión la pureza de la sangre. Será alto, fuerte, rubio y de ojos azules”. Esta fue la ideología de Heinrich Himmler, mano derecha de Hittler.

 

 

 

 

“El hombre ya no descenderá del mono, sino de las S.S. Su jefe será el Führer, su patria el Reich, su religión la pureza de la sangre. Será alto, fuerte, rubio y de ojos azules”.  Esta fue la ideología de Heinrich Himmler, mano derecha de Hittler.  

Himmler nació el 7 de Octubre de 1.990 en Munich. Su padre Gebhard Himmler era maestro en al Liceo de los Wittelsbacher de Munich, su madre Anna María Heyder, era una devota católica, que obligaba a sus hijos acudir  a misa asiduamente. Tenía dos hermanos, Gebhard y Ernst. Fue bautizado y adquirió su primer nombre por su padrino, el Príncipe Enrique, hijo de Luis III de Baviera. Su segundo nombre Luitpoldo lo tenía en honor al príncipe regente. Siempre estuvo muy unido a su hermano Gebhard.

Creía que era la reencarnación de Enrique I El Pajarero, también llamado el Cazador, fundador de la casa real de Sajonia, muerto en 936, pues en una sesión espiritista se le reveló que era su reencarnación.

Siendo niño, padeció tuberculosis y tuvo problemas estomacales, lo que pudo ocasionar que su cuerpo no se desarrollase normalmente y sus aptitudes físicas no fueran las suficientes para hacer todo lo que hubiera querido, como ingresar en el ejército.  Esto, unido a que siempre fue un segundón en clase, cosa que sería una constante en su vida, fue motivo de burla de sus compañeros de clase. Pero ya que no pudo desarrollar su cuerpo como quería, desarrolló su mente, estudiando filología y filosofía, con el fin de conocer mejor que nadie la historia del pueblo germánico.

Durante  la I Guerra Mundial, estudió el bachiller, presentándose voluntario para luchar en el frente, pero debido a su miopía no lo consiguió. Tampoco conseguía nada con las mujeres, pues debido a su aspecto enfermizo y su falta de desarrollo corporal, era poco atractivo.

Terminado el bachiller estudió Agronomía en el Instituto Técnico Universitario de Múnich, trabajando posteriormente como asistente de agricultura en Schleissheim. En esta época, comenzó la que en un futuro fuera su tétrica actividad, inscribiéndose en grupos ultraderechistas paramilitares, como el Bayerische. Esto ocurrió entre 1919 y 1922. Posteriormente se unió al grupo Reichsflagge o Bandera de Guerra del Reich, grupo que apoyó al partido nazi de Adolf Hittler.

Entre 1920 y 1923, sirvió en el Sturmbataillo Niederbayem, alistándose en 1923 en el partido Nazi con el número 42.404. Participó en el fallido golpe de estado de 9 de Noviembre de 1923, lo que no le desmotivó en sus ideas. En esa época aún no conocía a Hittler, pero gracias a su capacidad para organizar, a su antisemitismo y a su inteligencia, lo llegó a conocer en 1924, viendo en él a un Mesías para Alemania. Dietrich Eckart, ideólogo en la época, influyó totalmente en su ideología.

Ingresó en las SS con el número 168 y gracias a sus méritos y trayectoria en las SS, fue nombrado por Hittler en 1929 Reichsfurer. En esa época, 1926, conoció a Margarethe Siegroth, enfermera y directora de una cínica en Berlín, la que se convertiría en su esposa, con la que tuvo en 1929 a su hija Gudrun Burwitz (Puppy). En 1931, conoció a quien sería su mano derecha, Reihard Heydrich, con quien fundó el servicio de seguridad de las SS.

Hasta 1929, las SS no eran más que un batallón de 280 miembros dentro de las SA. Pero en 1932, fue nombrado jefe de las SS, llegando a contar con más de 200.000 miembros, gracias a la eficaz colaboración de personas como Reinhard Heydrich. La Orden del Temple, Los Camisas Negros Italianos y La Compañía de Jesús, fueron los causantes de este aumento de afiliados tan grande.

Comienza entonces a florecer su obsesión por el ocultismo. Defiende el papel dominador de la raza aria en el mundo, pero esa supremacía la podrían conseguir si pudieran apoderarse de algunos objetos dotados de poderes ilimitados. El Santo Grial, La Lanza Longinos, El Arca de la Alianza, La Piedra de Scone, etc…

En 1933, funda el campo de concentración de Dachau, donde encarcela a todos los adversarios comunistas y socialistas, imponiendo una política de terror en Baviera tal que miles de simpatizantes de la izquierda, se pasan al partido nazi por temor a las represalias. En 1934 es nombrado jefe de la Gestapo. En esta época el terror se apodera de Alemania y el partido nazi recluta a miles de simpatizantes, llevando a cabo cientos de operaciones de espionaje en toda Alemania, preparando en 1938 La Noche de Los Cristales Rotos, primera gran matanza nazi contra los judíos. El 9 de noviembre, durante la llamada Kristallnacht, miles de sinagogas, comercios y viviendas fueron destruidos, 90 judíos murieron asesinados y cerca de 30.000 fueron hechos prisioneros y enviados a los distintos campos de concentración. Esta acción se puede considerar como el comienzo del holocausto.

Esa noche, el ministro de propaganda Nazi, Josef Goebbels, estaba cenando en una cervecería de Munich, cuando supo que dos días antes un joven judío llamado Herschel Grynszspan, había matado a tiros a un diplomático nazi en Paris, llamado Ernst von Rath, como venganza por la expulsión de su familia de Alemania, junto con otras 30.000 personas. Inmediatamente y como escusa, Goebbels, que ya lo tenía todo preparado desde el verano, dio la orden de tomar represalias contra los judíos. Debía parecer algo espontáneo por el asesinado del diplomático y que a ojos del mundo pareciera una excusa, una manifestación espontánea, pero nada más opuesto a la realidad, ya que previamente habían preparado los campos de concentración de Buchenwald, Sachenhausen y Dachau para recibir a los miles de judíos que apresarían esa noche. Unas 1.570 sinagogas, 7.000 tiendas, 29 almacenes y centenares de viviendas fueron destruidas. Algunos pudieron emigrar, otros buscaron asilo en sus embajadas, pero la mayoría pereció en los capos por “la solución final”.

Durante esa noche, no solamente persiguieron a los judíos, cerca de 300 dirigentes de la SD fueron asesinados para evitar un supuesto golpe de estado contra Hittler. Asesinaron al entonces excanciller Kurt von Schleider, opositor de Hittler y a Gustav von Kahr, político que frustró el putsch de Munich en 1923. 

Entra en escena entonces Wewelsburg, castillo renacentista del siglo IX situado en la región del mismo nombre. Este castillo tuvo varios usos, como prisión, lugar para juicios de brujería, donde se torturaron y ejecutaron y cientos de mujeres acusadas de brujería. Pues bien, Himmler lo convirtió en la sede de la llamada Orden Negra, de parecido asombroso con Los Templarios y los Caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo, alquilándolo por un periodo de 100 años por la cantidad simbólica de un marco al año.

El líder nazi entregó la sustanciosa cantidad de doce millones de reichmarks al arquitecto Hermann Bartels, con la intención de que crease un centro ceremonial para citada Orden negra, un cuartel general que se convertiría en una especie de Vaticano de las SS.

Himmler imitaba a estas sectas hasta tal punto que solo permitía doce colaboradores en sus reuniones, como los doce apóstoles o los doce caballeros del Rey Arturo. La forma de este castillo podría asemejarse a la Lanza Longinos, la que un soldado clavó a Cristo en la Cruz en un costado. Representa una lanza fálica que penetra en el vientre de la tierra, como representación del Regressus ad uterum y con una dirección al norte indicando su origen ario. En una de sus torres circulares y a nivel de tierra se encuentra la sala circular GruppenfürarSaal, con doce columnas y una rueda solar en el centro de donde parten doce rayos formados cada uno por dos runas (Victoria), las cuales también se encuentran en el símbolo de las SS y juntas y colocadas de la manera precisa forman la esvástica. Esta sala, también llamada Sala de los Generales, era el lugar donde se supone que se reunían los doce líderes de la SS.

Debajo de esta sala, hay una cripta llamada Walhalla, igual que la morada de Odín en la mitología nórdica, a donde iban los guerreros muertos en el campo de batalla para prepararse para el ragnark, el destino de los dioses, la última batalla entre las fuerzas del bien y las fuerzas de la oscuridad, en la cual también hay doce asientos de piedra y un círculo central. En el techo hay una esvástica que crea un efecto de eco, que únicamente es audible para los que se encuentran en el círculo sagrado. Del centro salía una llama de fuego eterna, alimentada por unas tuberías de gas que servía para que cuando alguno de los caballeros moría, allí se quemaba su escudo de armas el cual junto a sus cenizas era colocado en una urna sobre una de las peanas, donde era venerado. 

Cada uno de los doce altos dignatarios que componían el grupo selecto de los elegidos tenía una habitación propia, decorada al estilo de un periodo histórico definido, periodo que, según la mayoría de referencias, correspondería al de su reencarnación anterior. En la habitación de Himmler, estaba previsto que se custodiara algún día La Lanza de Longinos ó Lanza del Destino.

En este castillo, se hacían las ceremonias de investidura y las reuniones de primavera de los líderes de las SS. Aunque solamente hay conocimiento de una reunión, la que se desarrolló del 12 al 15 de Junio de 1941, una semana antes del inicio de la Operación Barbarroja, nombre clave dado por Adolf Hittler al plan de invasión de la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la II Guerra Mundial. Otras fuentes señalan a tres o cuatro ceremonias en que los líderes de las SS se encontraban en el castillo.

Himmler tenía contactos en sesiones espiritistas en el castillo con los seres de la oscuridad con el fin de recibir información para el exterminio de millones de judíos. .

Todos los integrantes de las SS llevaban un anillo con la cabeza de la muerte (Totenkopfringe) y cuando uno de ellos moría, se guardaba su anillo. En 1.938, Himmler, ordenó la localización y regreso al castillo de 11.500 anillos aproximadamente que pertenecieron a soldados de las SS fallecidos en combate, custodiándolos en un cofre para simbolizar la eterna membrecía de los caídos.

Como si se creyera en posesión de la verdad más absoluta, se metió en todos las campos del conocimiento para darles su toque personal, hizo redactar ceremonias de matrimonio y un ritual para el bautismo de los niños nacidos en el seno de los matrimonios de las SS, la elaboración del anillo rúnico para sus miembros, el llamado Anillo de la Calavera  (Totenkopfring) que se entregaba acompañado de un certificado que describía el símbolo de la esvástica y sus tres signos rúnicos. Incluso dio instrucciones acerca de la forma correcta de suicidarse.

Creía en el poder del calor animal, hasta hizo que se realizaran experimentos en donde las víctimas eran sumergidas en agua helada y después revividas para ser colocadas entre los cuerpos desnudos de prostitutas.

La Ahnenerbe, sección ocultista de las SS nazis, investigó en España el rastro del Arca de La Alianza y el Santo Grial (Cáliz de Cristo), armas que en caso de haberlas encontrado, pensaban que harían invencible  al tercer Reich.

De entre todos los «objetos de poder» que buscó la Ahnenerbe, la pieza más codiciada por la sección ocultista de las SS era El Santo Grial, que utilizó Jesús en la Última Cena y que recogió su sangre cuando moría crucificado. Se supone que José de Arimatea lo llevó a Europa, y que los cátaros fueron los últimos en guardarlo en el Languedoc francés. Allí, en las ruinas de Montsegur, lo buscó infructuosamente uno de los miembros más destacados de la Ahnenerbe, el ocultista Otto Rahn. Tras el fracaso de este gurú del esoterismo nazi, Himmler visitó el monasterio de Montserrat y preguntó por el Cáliz. El «reichführer» quiso visitar los pasadizos subterráneos de la montaña, muy cercana a Montsegur, pero el padre Ripol, que hacía de anfitrión, rechazó la solicitud.

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El líder de las SS exigió ver todos los documentos del monasterio que estuviesen relacionados con el Cáliz. Ante la negativa del padre Ripol, Himmler gritó: «¡Todo el mundo en Alemania sabe que el Grial está en Montserrat!».

 

El «reichführer» se negó a besar la imagen de la Virgen negra de Montserrat, La Moreneta y demostró su ignorancia cuando mientras visitaba el museo del monasterio, al ver unos restos de un hombre ibero de grandes dimensiones, aventuró que se trataba sin duda de un guerrero nórdico. Cuando el padre Ripol le explicó que era un íbero, no un nórdico, el nazi aseguró enojado que los íberos eran oriundos del norte de Europa.

 

En su visita a Montserrat, Himmler estuvo acompañado por diferentes autoridades franquistas, como el alcalde de Barcelona, Miguel Matéu o el capitán General de Cataluña, el General Orgaz, además de un numeroso séquito del que formaba parte el General de las SS Karl Wolf, otro individuo obsesionado con el Santo Grial y muy relacionado con los círculos ocultistas del nazismo.  

 

La visita no estuvo exenta de incidentes. A su llegada al monasterio, el poderoso reichführer se encontró con la negativa a recibirle de los máximos responsables de la comunidad, los padres Marcet y Escarré, que no quisieron ejercer de anfitriones del jerarca nazi alegando que no hablaban alemán. La actitud de los benedictinos, que encomendaron la tarea a un joven monje, produjo un momento de fuerte tensión y la irritación de las autoridades locales.

 

No acabaron aquí los incidentes, ya que al todopoderoso jefe de las SS le fue robada una cartera de la suite del hotel Ritz, donde se alojó durante su estancia en Barcelona. El escándalo fue monumental, aunque la policía franquista procuró que no se difundiese la noticia de un robo que la dejaba en muy mal lugar, dadas las connotaciones que concurrían.

 

Sin embargo, pese a que las autoridades pusieron un particular empeño ya que se movilizó a toda la policía de Barcelona, la cartera nunca se encontró. Corrió el rumor de que contenía importantes documentos relacionados con el Grial e incluso se afirmó que en ella se guardaban unos antiguos planos de Montserrat en los que podrían estar señalados los puntos clave para hacerse con el Grial.

 

Se barajaron varias posibilidades respecto al robo, entre ellas la de que éste hubiera sido perpetrado por el servicio secreto británico que por aquellas fechas tenía a algunos destacados agentes en Barcelona. Esta era una versión que convenía a la desconcertada policía franquista, ya que señalaba a uno de los mejores servicios secretos del mundo, lo que hacía menos penoso el oprobio que había caído sobre ellos a los ojos de sus alarmados jefes. Lo cierto es que la cartera nunca apareció y en consecuencia, tampoco se supo cual era su contenido.

 

Otro de los tesoros que ambicionó la Ahnenerbe fue El Arca de la Alianza. Su búsqueda llevó a la sección arqueológica de las SS hasta España. Según las Sagradas Escrituras, Dios ordenó a Moisés construir un arca como símbolo de la Alianza entre Él y el pueblo de Israel. Los judíos la construyeron y guardaron en su interior las Tablas con los Diez Mandamientos, la vara de Aarón y maná en un jarrón dorado. Se trataba de un arma poderosa, pues tocarla provocaba la muerte, y poseerla otorgaba la victoria. Con ella, 40.000 hebreos marcharon durante siete días alrededor de la ciudad de Jericó, el séptimo día los sacerdotes tocaron sus trompetas y la muralla de la ciudad se derrumbó.

 

Pero a los nazis de la Ahnenerbe se les presentaría un problema en caso de encontrar el Arca. Según la tradición hebrea, sólo un gran rabino judío podría abrirla sin morir, porque para ello era necesario conocer el verdadero nombre de Dios. Únicamente mediante la cabalística, o ciencia que persigue la comprensión de lo divino a través de los números y las letras, podrían los nazis conocer el nombre de Dios y abrir el Arca. La Ahnenerbe buscó un cabalista judío, y lo encontró en Auschwitz. El cabalista, que no quería volver al campo de exterminio, se calló el hecho de que según la tradición, tras la muerte de Jesús en la cruz y el posterior desgarro del velo del Templo de Jerusalén, el pacto entre Dios e Israel se rompió, y el Arca perdió su poder.

El cabalista dirigió a la Ahnenerbe hasta la comunidad judía de Toledo. Allí los nazis debieron encontrar alguna pista del Arca, porque poco después el almirante Wilhelm Canaris, máximo responsable del espionaje de la Wehrmacht, decidió dirigirse al madrileño Museo Arqueológico Nacional, donde creía que podría encontrar el Arca entre una colección de piezas del Antiguo Egipto supuestamente recopiladas por una logia masónica. Sin duda los nazis no lograron hacerse con este potente «arma», porque perdieron la guerra.

 

Otra de las acciones de La Ahnenerbe fue su intención de robar de la Abadía de Wetminster La Piedra de Scone sobre la que se coronan los reyes de Inglaterra y que, creían los nazis, fue sobre la que Jacob se recostó antes de soñar con la escalera que llevaba a Dios. Pero el Tercer Reich no consiguió hacerse con esa «poderosa arma».

 

La Ahnenerbe tuvo también entre sus objetivos La Lanza del Destino, con la que el centurión romano Cayo Casio Longinos hirió en el costado a Cristo. Existían cuatro lanzas, pero los nazis creían que la que se encontraba en el Museo Hofburg de Viena era la auténtica. Cuando el Tercer Reich se anexionó Austria, la pieza pasó a manos de Adolf Hitler. Se suponía que otorgaba la victoria por siempre a su poseedor, y la derrota y muerte a quien la perdiera. Horas antes de que el «führer» se suicidase en su búnker berlinés, soldados estadounidenses habían logrado hacerse con la Lanza de Longinos o del Destino. Sobre la autenticidad de la pieza que robó Hitler no hay duda. Los análisis efectuados en 2003 revelaron que la hoja de la lanza es de los siglos VII u VIII.

Algunas teorías de los racistas nazis sostenían que el Tíbet pudo ser la cuna del pueblo ario. Los  investigadores raciales afirmaban que los ancestros de Alemania conquistaron Asia en el pasado remoto, dando lugar a una poderosa clase dominante de cabellos rubios.

 

La sección arqueológica de las SS envió una expedición al Tíbet dirigida por el biólogo Ernst Schäfer. El investigador racial Bruno Beger, encargado de la parte más esotérica de la misión, midió los cráneos de 376 personas y sacó moldes de las cabezas y rostros de 17. El equipo de Schäfer llevó también a Alemania numerosos volúmenes de textos sagrados tibetanos. La Orden Negra, organización paralela a la sección ocultista de las SS, estaba interesada en los rituales de los lamas para contactar con los seres superiores.

Los nazis de Ahnenerbe también se interesaron por Sudamérica.  El ocultista Edmund Kiss creía que la antigua capital andina de Tiwanaku era creación de unos colonos nórdicos que habían llegado a Bolivia por mar hacía más de un millón de años. Convenció a Himmler de que le enviara en una expedición de veinte hombres a Bolivia, un plan que sólo se vería frustrado por el inicio de la guerra. Un comando de la sección esotérica de las SS, al mando de Karl-María Wiligut, viajó a Sudamérica a fin de hacerse con distintos «objetos de poder», como El Martillo de Wotan o las misteriosas Calaveras de Cristal Precolombinas.

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Comentarios(1):

Elo - 11-03-2014

Nunca dejaremos de asombrarnos de la maldad y la locura de aquellos individuos....con articulos como este nos damos cuenta una vez mas que no solo Hitler era un loco indeseable si no que estaba rodeado de alimañas como el.