Dramatizar para ocultar
La estrategia socialista, confesada por Zapatero de que les interesa la tensión y que toca dramatizar, está siendo tomada al pie de la letra buena prueba son los ataques recibidos, desde el nacionalismo y la extrema izquierda, a las diputadas populares María San Gíil y Dolors Nadal, y también a Rosa Díez.
Se comienza imponiendo una lengua y se acaba pegando al que piensa distinto.
Lo cierto es que la doblez de Zapatero se ha puesto en evidencia, los que lo hemos visto en el parlamento tenemos algún dato más, pero para el gran público debe ser todo un descubrimiento saber que quién se presentó a sí mismo como el hombre del talante reconozca que le interesa “crear tensión” y “dramatizar”.
Es el final de una larga carrera que le ha llevado a redactar parte de una ley de la memoria histórica que se ha reducido sólo a la parte de mayor enfrentamiento nacional, ignorando la larga y pacífica convivencia común.
En esta etapa ha tenido tiempo de mentir pública y reiteradamente a todos los ciudadanos cuando dijo, hasta en 20 ocasiones, tras el atentado de la Terminal 4 en diciembre de 2006, cosas como que “no hay ningún contacto para el diálogo" con ETA (15-03-2007) o “no ha habido ningún diálogo ni reunión …es un dislate… esas informaciones" (20-05-2007), y ahora confiesa que “sí autoricé nuevos contactos con ETA tras el atentado de la T4”. En Estado Unidos no se podría presentar a las elecciones.
En esa dramatización carga contra la iglesia por orientar a los cristianos, como hace en cada elección, sin optar por ningún partido, pero no le importa que la Junta Islámica pida el voto para él.
Con toda esta escenificación, con tanta teatralidad y ficción Zapatero aviva enfrentamientos contra la “turba mentirosa y estúpida” –que dirían sus subvencionados artistas- e impide que el acaloramiento deje paso a la serena valoración sobre cuanto ha aumentado la violencia de género, la llegada ilegal de inmigrantes, el hundimiento de la bolsa, la caída en el empleo o la presencia de ETA en las instituciones.
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