15-08-2007 21:30
Dictaduras de ayer y hoy
MIGUEL BARRACHINA: "Otto Frank, su padre y único superviviente de los ocho escondidos, decidió la publicación de estas memorias tras su liberación del campo de exterminio de Auschwitz en el que perecieron sus dos hijas y su esposa".
Acabo de leer una nueva versión, ampliada en una cuarta parte, del ya clásico “Diario” de Ana Frank, en el que se reflejan los padecimientos de una familia judía oculta en una vivienda clandestina de Holanda, cuando este pequeño país estaba también bajo el dominio de la enferma mente de Hitler y su nacional socialismo.
El Diario, escrito por Ana desde los trece a los quince años, mientras duró su encierro en la Casa de Atrás, junto a otras siete personas, en un escondite descubierto finalmente por los nazis, recoge fielmente una doble batalla, la que se libraba contra el fascismo más cruel y la que vive todo adolescente reafirmando su personalidad.
Otto Frank, su padre y único superviviente de los ocho escondidos, decidió la publicación de estas memorias tras su liberación del campo de exterminio de Auschwitz en el que perecieron sus dos hijas y su esposa, posibilitando la conquista póstuma de Ana que siempre quiso ser escritora.
Me parece una lectura veraniega muy recomendable para aquellos de nuestros jóvenes que viven el mucho y el todo, para que conozcan que con el poco y el nada también se puede ser feliz.
Tuve la oportunidad de visitar Berlín el pasado verano y conocer Wansee, el lugar donde se tomó la Solución Final, el 20 de enero de 1942, por parte de altos cargos del Tercer Reich liderados por Adolf Eichmann de acabar con los millones de judíos que habitaban Europa.
Es espeluznante ver su planificación, previamente ensayada con acierto con las personas con discapacidad alemanas, que eran todas aquellas que no pudieran desempeñar adecuadamente un empleo.
Tal grado de maldad es solo comparable, incluso superado, por la dictadura soviética, que, como acaba de señalar el Museo del Gulag de Moscú, por aquellos campos de concentración siberianos pasaron 27 millones de personas, y murieron entre 14 y 16 millones, la mayoría por delitos políticos, esto es, por pensar “equivocadamente”.
Desgraciadamente aún hoy perviven dictaduras y los que hablan de libertad y democracia son encarcelados. Así el cubano Antonio Augusto Villareal Acosta fue condenado a 15 años de prisión por presidir el Frente Independiente Democrático, y recientemente ha sufrido represalias por organizar debates con presos comunes, ha perdido veinte kilos, está anémico y el primer año estuvo aislado y sin luz eléctrica. Los hermanos Castro también deberían leer a Ana Frank.
Miguel Barrachina Ros
Diputado en el Congreso por Castellón
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