Yeyo…
Hay golpes humanos que es difícil digerirlos y por eso he tardado tanto en publicar estas líneas que espero sirvan de homenaje póstumo y recuerdo de José Antonio Rubín de Celis Lanza (Santander, 1959-Boo de Guarnizo, 2018), pero a quien todos conocíamos como Yeyo Rubín de Celis o, simplemente, Yeyo.
A Yeyo le habían salido los dientes en el mundo de la hostelería, pues sus padres tuvieron la Bodega Yeyo, en Santa Lucía, lugar que yo frecuenté en mis años de estudiante y residente en el antiguo Colegio Menor (Hoy Centro Cultural de Caja Cantabria, en Tantín); lógicamente, no reparé en un chiquillo que aún frecuentaba la educación Primaria. Y este gusanillo por los fogones fue calando muy profundamente en él, quien tenía una formación autodidacta; y lo que más le gustaba era la cocina, a la que su madre, excelente cocinera, le ha dedicado toda una vida en el negocio hostelero familiar.
Los conocimientos culinarios de Yeyo traspasaban las fronteras de Cantabria, con conocimientos profundos de cocinas, como la peruana… Es como si hubiera hecho un máster en la universidad de la vida.
Ha sido en las últimas décadas cuando me he reencontrado con él en aspectos relacionados con el mundo de la gastronomía, con contactos esporádicos…
Yeyo ha transitado por la gastronomía de Cantabria, alcanzando un conocimiento y reconocimiento dentro de ese peculiar mundo; y lo ha hecho desde múltiples facetas, pues ha tenido un bar -Casa Yeyo, en Astillero-, ha participado en la organización de múltiples eventos, ha representado casas comerciales (aún la semana pasada nos comentaba que iba a enviar un lote de anchoas de mantequilla a Cádiz, donde tanto gustaban), ha escrito libros de recetas, había participado en programas de televisión, como aquel de “Ven a cenar conmigo”*, cuya intervención se adjunta al final, etc., pues para él la radio y la televisión no tenían secretos y se encontraba en su propia salsa. Pues casi siempre donde mejor se ha encontrado, ha sido en el mundo de las relaciones públicas y la comunicación, desarrollando una activa vida de comunicador y divulgador, casi siempre en el mundo de la gastronomía, dónde su crítica analítica, a veces acerada pero siempre acertada, ha abarcado todos los campos del mundo de la gastronomía, la restauración y, sobre todo, el producto cántabro del que era un defensor a ultranza.
Yeyo se sentía feliz en los mercados, en los restaurantes, en las tiendas de alimentación, en las buenas comidas, con los cocineros, con los camareros, compartiendo mesa y mantel con sus amigos, en las cofradías gastronómicas, especialmente en la del Zapico, donde le traté en muchas ocasiones. Allí donde se promocionasen los buenos productos de Cantabria, allí estaba él, como en la recién creada Asociación Dieta Cantábrica.
Yo he tenido la ocasión reciente de compartir con él y otras diversas personas, una tertulia diaria en Radio Mix/Es Radio, “Cocinando con Yeyo”, donde se ha hablado de diversos temas relacionados con el mundo de la alimentación; era una tertulia sin guion, espontánea, desenfadada, distendida, etc., donde se hablaba un poco de todo, especialmente los temas de mayor actualidad en el mundo de la gastronomía. Era un encuentro donde íbamos con plena satisfacción, por lo amable, simpática y estimulante de la misma; así, por ejemplo, a Nacho, el pescadero, lo llamaba el “cirujano del pescado”, porque afirmaba que trabajaba con la precisión de un cirujano cortando con el bisturí, cuando manejaba los cuchillos.
El pasado día 20 fuimos a la tertulia y nos sorprendía la tardanza de Yeyo; ¡Nadie pensamos que se había dormido o nos dejaba plantados!; extrañados porque tampoco contestaba a los WhatsApp, ni a las llamadas de teléfono, comenzamos a inquietarnos, dado que recientemente había tenido dos episodios que le habían llevado al Hospital Marqués de Valdecilla, como dos avisos de la parca…
…Y ya en su domicilio nos encontramos con lo que ya empezábamos a temernos; un tercer asalto a su debilitado corazón, había acabado con su vida, sin que nadie ni él mismo pudieran reaccionar. Pronto se extendió la noticia: ¡Nuestro amigo Yeyo ha fallecido! La parca se lo había llevado por delante irremisiblemente.
¡Y la radio se quedó en silencio…!
Y la iglesia de San Román donde se celebró el funeral, se quedó pequeña para acoger a los muchos amigos y conocidos que se había granjeado en su vida y que quisieron darle el último adiós.
De Yeyo nos quedará el recuerdo imborrable de un hombre que disfrutaba de la vida, que intentaba bebérsela a cada trago y degustarla con cada bocado del buen yantar.
Estos días, los fogones de Cantabria están de luto por el inesperado fallecimiento de Yeyo. ¡Descansa en paz, amigo!
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Comentarios(4):
GRACIAS.POR TAN GEATAS Y SINCERAS PALABRAS.
Yeyo, un embajador de la gastronomía cántabra
Un ser humano extraordinario!!
Comentar?????? Es imposible. Lo has descrito a la perfección.. desde Navidad. Allá donde te hayas ido. No faltará un buen tertuliano y un buen chuletón bañado con un vino......besucos grandullón