Tengo un sueño...

¡Y aquí es donde estoy yo!. Intentando que este museo sea algún día una realidad tangible y todos los cántabros y cuantos nos visiten, puedan admirar la completa y valiosa colección etnográfica láctea que Manolo Arroyo, con la colaboración de su hermano Ramón y de Pedro Casado Cimiano, fue atesorando durante décadas, curioseando en viejas cocinas, cuadras, tejavanas y desvanes, todos aquellos elementos materiales que nuestros antepasados utilizaron para ordeñar la leche, transportarla, conservarla, hacer el queso, la mantequilla, la cuajada o el yogurt y todas aquellas funciones relacionadas con nuestro sector lácteo y quesero.

Y la idea no se me ha ocurrido ahora; ya en la década de los años noventa del siglo pasado, cuando ostentaba la responsabilidad de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Santander, tuve la ocasión de hablar con Manolo Arroyo para desarrollarla y ya habíamos diseñado las líneas generales y estructurado cómo podía ser esta colaboración. La finalización de mi mandato dio al traste con la idea, a pesar de que intenté que mis sucesores profundizaran en la misma; el fallecimiento posterior de Manolo Arroyo, enterró esta ilusionante idea.

Como suelo ser persistente, vuelvo a resucitar la misma y reto a quienes tienen en sus manos las herramientas y los medios precisos a que se pongan a perseguir este sueño y pronto podamos contar con este deseado e interesante museo. A mí en estos momentos se me escapa la valoración de las instituciones que deben implicarse, la ubicación y el dimensionamiento de este Museo, ya fuera en un edificio histórico existente o en uno de nueva planta.

¡Será, a buen seguro, uno de los mejores de España y, quizás, de Europa!.

Y no solo quiero que sea una colocación expositiva, con mejor o peor técnica, de los fondos de etnografía quesera con que cuentan en estos momentos los propietarios, herederos de Manolo Arroyo, los cuales siempre mantendrían la propiedad de la misma; lo cual ya es suficiente para convencerse de la calidad y cantidad de esta magnífica colección.

Una exposición museística de nuestros tiempos, debe ser algo vivo, dinámico y atractivo, máxime con las actuales tecnologías: pantallas táctiles, vídeos informativos, pantallas interactivas, gafas tridimensionales, etc., que pueden hacer agradable, interesante y pedagógica una visita al mismo para pequeños y mayores, para entendidos y para profanos en la materia.

El Museo debe poseer otras instalaciones complementarias: oficinas de gestión; biblioteca especializada; taller y laboratorio de restauración y limpieza de objetos; sala de investigadores con elementos técnicos de reproducción y apoyo al investigador; sala de reuniones de dirección; sala de actos para actividades colectivas, catas, conferencias o reuniones diversas, que dinamicen todo el universo quesero y lácteo en general; servicios higiénicos, etc.

Y sería conveniente, si ello fuera posible, que el Museo pudiera tener en su entorno inmediato una ganadería, visible desde el propio Museo, pues es el origen de donde va a salir el queso; en caso contrario, sustituida por una pantalla gigante que nos permitiera ver las diversas ganaderías de nuestros queseros artesanales. Si eso fuera posible, la visión de una moderna sala de ordeño a través de una gran cristalera o, sustituida por otra pantalla gigante, donde pueda visionarse este interesante proceso, que permite que la leche de nuestras vacas, ovejas o cabras llegue en óptimas condiciones higiénicas a las cubas donde se va a hacer el queso. Y, finalmente, otra gran cristalera nos permitiría ver en vivo y en directo, a determinadas horas, una quesería artesanal en funcionamiento real, lo cual siempre es posible, aunque el Museo se ubicase en una zona urbana.

Además, otra gran cristalera nos permitiría ver una bodega de maduración de quesos de diferentes queserías artesanales de Cantabria, donde quizás habría que introducir la figura del afinador de quesos.

Completarían las instalaciones una tienda de venta de quesos refrigerada, dónde podrían adquirirse cualquiera de los quesos de Cantabria, así como el merchandising o productos publicitarios de promoción, relacionados con los mismos. Adjunto, un espacio gourmet donde ofrecer productos relacionados con el queso y la leche (Pinchos, tostas, ensaladas, sencillas preparaciones culinarias, etc.) y las bebidas propias de su “maridaje”.

Quizás los técnicos podrían prever otros espacios y funcionalidades, incluidas las previsiones futuras de ampliación de un museo de estas características. También será preciso ver cómo se han hecho las cosas en otros lugares y así algunos aspectos del Museo del Queso de Manzanares (Ciudad Real) nos puedan ser útiles o el espacio gastronómico refrigerado, dedicado a la venta y degustación, que existe en Ponferrada o…; la lista sería interminable, pero a veces las cosas ya las han inventado otros.

Y probablemente sería deseable que este Museo tenga otras instalaciones para albergar la Cofradía del Queso de Cantabria u otras similares que pudieran crearse en el futuro, relacionadas con tan preciado producto.

Si algún día tengo la suerte de poder ver hecho realidad este sueño, habré conseguido ver plasmado el Museo del Queso “Manolo Arroyo”, algo que puede ser interesante para la cultura de Santander y Cantabria, para todos los queseros artesanales y el sector lácteo de Cantabria, para todos los consumidores y para los turistas en general, pues será una ventana abierta a la admiración de todos.

…Será uno de los Museos más atractivos, vivos y visitados de toda nuestra región.