LA Unión Europea no baja la luz Por David Pasarin-Gegunde
Llevamos unos años en los que nos hemos acostumbrado a que las cosas nos venga hechas desde la Unión Europea, listas para recalentar en el microondas de los parlamentos nacionales y servir a los ciudadanos con un poco de pan ?si puede ser ecológico, mejor-.
Llevamos unos años en los que nos hemos acostumbrado a que las cosas nos venga hechas desde la Unión Europea, listas para recalentar en el microondas de los parlamentos nacionales y servir a los ciudadanos con un poco de pan ?si puede ser ecológico, mejor-. La política agraria común inundo de subvenciones el campo español y los fondos de cohesión aminoraron miles de dramas familiares en el proceso de desindustrialización de nuestro continente. Pensaba Pedro Sánchez que en esta jugada de la luz sus socios europeos le iban a ayudar, cosa que no ha sido así, pero al menos le han dado una escusa -o un culpable- para tapar su responsabilidad. No nos engañemos, las instituciones europeas cuando conceden dinero suele ser para potenciar sus propios intereses, para poder llevar a cabo políticas que, de otra manera, no saldrían adelante. Las subvenciones a la agricultura sirvieron para potenciar aquellos sectores o aéreas geográficas prioritarias para las instituciones comunes, indemnizando a los perdedores con unas ?migajas? que, con el tiempo, resultan insuficientes. Aunque parezca contradictorio, el declive del campo español es fruto de las maniobras que se realizaron en nuestra incorporación a la Comunidad Económica Europea y las importaciones masivas de productos de países terceros que el propio sistema fomenta. Las grandes multinacionales alimenticias presentes en Bruselas son las que maniobran en contra de los pequeños productores, abocados a desaparecer o vivir de unas subvenciones cada vez más raquíticas. En el caso de las ayudas a la reconversión del sector industrial, para lo único que han servido es para ?amortiguar? la salida de miles de factorías de nuestro territorio hacia China, convirtiendo los polígonos industriales de nuestras ciudades en auténticos eriales. De nuevo, son las grande compañías las verdaderamente beneficiadas por estos movimientos mientras los ciudadanos, acabadas las subvenciones, vemos con se ha maniobrado en contra de nuestras posibilidades de empleabilidad a medio y largo plazo. Con esta cuestión de la luz pasa lo mismo, los representantes de las grandes eléctricas revolotean alrededor de las instituciones europeas imponiendo sus intereses corporativos por encima de las utilidades de los ciudadanos. De eso va la Unión Europea, de permitir a las elites mundiales tomar decisiones que beneficien sus negocios e imponerlas de manera más directa y sin controles democráticos a todos los individuos. ¿Alguien esperaba que los políticos fueran a bajar el recibo de la luz en contra del lobby eléctrico que presiona a diario a comisarios y parlamentarios europeos en sus despachos de Bruselas?
David Pasarin-Gegunde acaba de publicar el libro ?Abajo la Modernidad? (Ultima libris 2021)
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