¡Incertidumbre catalana!... Por Pedro Arce

Este fin de semana se celebran elecciones en Cataluña. ¡Eso se espera, porque aún pudieran llegar a ser suspendidas! Y nunca hubo tal cúmulo de incertidumbres en unas elecciones en España desde aquellas funestas de febrero de 1936…

Como muchos piensan, probablemente estas elecciones no debieran de celebrarse o, quizás, hubieron de haberse celebrado hace ya un tiempo, pero Cataluña ha entrado en un bucle difícil de entender, como diría el ministro de exteriores ruso.

Supongamos que, al final, si se celebran este próximo fin de semana, aunque hasta la propia Generalitat afirma que quizás no dé el domingo los resultados, si muchas mesas no han conseguido que puedan votar los catalanes. ¡Como ven, si ponen un circo, les crecen los enanos!

Los antecedentes de estas elecciones han sido todo un esperpento, con Puigdemón en el teatrillo bruselense, los dirigentes catalanes como Torra jugando al escondite y Pedro Sánchez moviendo los hilos de la tragicomedia para aprovechar el “efecto Illa”, quizás responsable de la infumable gestión de la pandemia sanitaria. Al final, han sido los jueces quienes han dictado sentencia y mantienen en vilo la celebración o no del próximo domingo.

La campaña no puede ser más burda y sucia, con los independentistas de matones de algunos partidos y con el inestimable apoyo de Otegui. Y para ello han excarcelado a los políticos presos –que no presos políticos, que diría la ministra Laya- para que puedan sumarse al aquelarre catalán.

Es absolutamente esperpéntico que se acose, se amenace y se agreda a algunos partidos, como le sucede a Vox; mientras los Mossos d’Escuadra simplemente observan las escenas. Este matonismo es intolerable y un ejemplo más de que en Cataluña no existe democracia, pues la democracia exige respeto y cumplimiento de la ley. Y aún la Generalitat tiene la desfachatez de justificar la violencia que ellos mismos provocan y alientan. Tampoco se ha visto la condena clara y contundente de los demás partidos, quienes se han puesto de perfil y también pudieran ser cómplices de los ataques.

Y los CDR y la CUP, con la inestimable ayuda de la TV3 y la pasividad y aquiescencia de la Generalitat, están agitando el árbol para que caigan las nueces. Es una “kale borroka” de baja intensidad, con Otegui oficiando de sumo sacerdote y Junts, ERC y PSC “de perfil” y como dice una afamada periodista, “no matan, pero no dejan vivir”.

Los resultados, de celebrarse el proceso electoral, serán auténticamente sorpresivos, a pesar las encuestas interesadas y de los muchos votantes por correo, para que no les señalen con el dedo, en una comunidad donde no existe libertad ni de expresión, ni para poder ir en una lista electoral ni para ir a votar, pues en los núcleos más pequeños de población, ya se conocen todos.

Los electos para ir de mesa, están que trinan y acongojados, pues allí se van a encontrar con demasiadas personas, sin saber si pueden o no contagiarse; a los de las mesas y a todos los votantes, les dejan ejercer el derecho al voto, pero les restringen la libertad de ir a un restaurante, moverse por los municipios y ejercer sus funciones diarias, lo que causa extrañeza, allí y aquí. Y ello a pesar de que les han prometido que estarán en las mesas con los trajes de marcianos, pese a lo cual muchos han renunciado a ponerse en grave riesgo sanitario, pase lo que pase. Los independentistas no fallarán para ir a las mesas y no me extrañaría que aprovechasen la ocasión para usar la manipulación.

Las encuestas son difícilmente entendibles, salvo las de Tezanos que solo ve ganador al pesoe de Illa, y existen estudios serios de que las comarcas más independentistas son las que más han descendido en los datos económicos de los últimos años, con una sangría de empresas que huyen como gato escaldado. Salvo algunos listillos como el del fuet Casademont que para sus productos de exportación pone la bandera española, esa que tanto detesta en el territorio nacional (apache).

¿Y los resultados de las elecciones? Pues, probablemente, dejarán un panorama parecido o peor que el actual y los independentistas, con o sin la ayuda de Salvador Illa, seguirán campando los Cataluña.

Y muchos se preguntarán: ¿Dónde están los catalanes a quienes no les gusta este panorama? Agazapados en sus casas o arrastrados por la corriente independentista.

Los que vemos estas cosas desde la orilla del Pas, nos tienen medio sorprendidos, expectantes, indignados, acongojados, cabreados, hastiados…

Porque si este teatrillo fuera solo de los catalanes, allá ellos y con su pan se lo coman; pero es que todo este batiburrillo ideológico, nos ha contaminado a todos y nos está afectando y mucho, hasta en nuestro bolsillo, porque los gobiernos de España, especialmente el actual, cada vez que reparten el pastel, la mayor porción se la llevan los catalanes y nos dejan a los demás las migajas. Y para más recochineo, tenemos que oír aquello de “¡España nos roba!”