El faro, por Clara Miranda
Si algo hay en la sabiduría de la naturaleza, de la vida, es precisamente su capacidad estética par encantar a cualquiera. Jamás distorsiona, jamás se equivoca…Jamás engaña. Por eso, sus compañeros cercanos que la han guardado y custodiado siempre, conocedores de su condición, se mantienen discretos, como el haz de luz.
Si algo tiene de grandioso la naturaleza es precisamente su sencillez. Esa capacidad de proyectar en solo un haz de luz todo lo mágico que un entorno contiene.
Esta fuente de vida nos hace llegar, a través de discretos mensajes, el sosiego y la paz que tras una frenética jornada nos devuelve la estabilidad tan necesaria para oxigenar y tomar fuerzas.
Todo lo que percibimos en ese breve paseo por las nubes se transforma y adquiere frescura aliviando la densidad de lo prestado y formateado. De lo imprudente, de lo inconveniente, de lo impuesto.
Porque, si algo hay en la sabiduría de la naturaleza, de la vida, es precisamente su capacidad estética par encantar a cualquiera. Jamás distorsiona, jamás se equivoca…Jamás engaña. Por eso, sus compañeros cercanos que la han guardado y custodiado siempre, conocedores de su condición, se mantienen discretos, como el haz de luz.
Quienes irrumpen en Ella, deben de ser conscientes del impacto que esto conlleva. De lo irreversible de sus actos que en tantas ocasiones muestran esa ligereza y falta de consideración, sumando egos e intereses personales que a pocos satisfacen. Omitiendo la propia historia y disfrazando la esencia que, en su infinita sabiduría, sin lugar a dudas, aguardará paciente a que el paso del tiempo le devuelva su identidad.
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Comentarios(1):
Bravisimo