Antinógenes Menéndez Pintado
En estos días se están conmemorando en diversos medios de comunicación, los 120 años de la independencia cubana y la tragedia naval de Santiago de Cuba, centrado fundamentalmente en la indiscutible figura del Almirante Pascual Cervera y Topete. Pero yo quiero traer a estas páginas a un personaje olvidado de aquellos aciagos días para España.
…Y se trata de Antinógenes Francisco José Menéndez Pintado, procedente de una numerosa familia asturiana asentada en Torrelavega, dónde él nació en 1827; era el octavo de once hermanos, uno de los cuales fue Marcelino Menéndez Pintado, quien aún había nacido en Castropol en 1823, y más tarde sería catedrático en el Instituto de Enseñanza de Santander, alcalde de nuestra ciudad y padre del sabio Marcelino Menéndez Pelayo.
Antinógenes, al igual que su hermano Nilo, realizó sus primeros estudios en las escuelas de la entonces villa de Torrelavega y después Náutica en la Escuela de Santander; finalizados sus estudios náuticos, se embarcó en los veleros bergantines que hacían la carrera antillana; con uno de ellos naufragó cerca de Cienfuegos, ya al mando del buque. Cienfuegos y su entorno, marcarían su futuro vital, pues allí centró su vida marina, empezando como capitán del vapor “cayero” “María Argudín”, que hacía el servicio de viajeros de Cienfuegos a Trinidad, Tunas de Sancti Spíritus y Batabanó, donde enlazaba con el ferrocarril a La Habana.
Más tarde fue capitán y gerente de la Línea de Correos Interinsulares de Santiago a La Habana, fundando posteriormente la sociedad “Menéndez y Cía”, con otros asturianos y montañeses, que se dedicó al tráfico de cabotaje en la isla de Cuba y su primer navío fue el “Villa Clara” (1867), que era un barco de ruedas o paletas, de 1.531 TR, construido en Nueva York, con casco de madera, dos palos y una sola chimenea. A este buque le siguieron otros: “Trinidad” (1871), “Castropol” (1873), “Gloria” (1874), “Argonauta” (1879), “Josefina” (1887),… Para sus barcos y como muchas compañías lo hacían, tuvo predilección por dos astilleros de origen americano; J. English de New York durante su primera etapa para los barcos tipo side paddle, muy parecidos a los que navegaban por los ríos y lagos americanos y Neafie & Levy Ship & Engine Building Company, de Philadephia, también conocida por Penn Works, para el resto de sus buques ya de tornillo todos ellos. Toda su flota estaba matriculada en Cienfuegos y los correos tenían el casco pintado de blanco y las chimeneas rojas, con dos anclas cruzadas.
Antinógenes se había hecho con un enorme prestigio como armador y capitán y era considerado en España el rico de la familia, “el tío del sabio”; de él se afirmó que, “…D. Antinógenes, inteligente y activo, despuntó por las empresas financieras y en Cuba logró crédito y fortuna, fue gerente y principal accionista de una Compañía de navegación, patriota benemérito que prestó excelentes servicios a España en las dos guerras”. Tenía una amplia y despejada frente dónde ya el pelo faltaba, así como largas patillas y después generosa barba blanca; también poseía una mirada profunda. Antinógenes emprendió diversos negocios, pues además de ser dueño de una flota de barcos, fue el principal accionista de uno de los más importantes diarios que se publicaban en la isla. Desde su posición social, sin perder su sencillez, generosidad con los necesitados y su condición de “católico a machamartillo” que diría su sobrino, el autor de los Heterodoxos, fue personaje de prestigio e influyente en la sociedad cubana.
Seguiría con el ímpetu de sus negocios y encarga la construcción del vapor de hélices y casco de hierro “Antinógenes Menéndez”; a este le seguiría la pareja “Purísima Concepción” (1894) y el “Reina de los Ángeles” (1896), con casco de acero y que permitían una velocidad de 12 nudos.
Cuando en 1895 estalla de insurrección de Cuba, todos sus barcos se ponen a las órdenes del mando militar, para el apoyo al ejército, transporte, evacuación de heridos, etc. En 1.896, al comienzo de la insurrección de la isla, regaló a la Armada española el cañonero “Guardián”, construido en 1.893 en Brooklyn con el nombre de “Azteca” y como yate de recreo, que sirvió para el servicio de vigilancia de las costas cubanas. Y ya en estos meses, sus barcos están a disposición del Gobierno de España y así tenemos que el “Purísima Concepción” transporta un batallón desde La Habana hasta Cienfuegos y en una operación similar varó a la entrada del puerto, pudiendo ser reflotado; el “Reina de los Ángeles” colaboró en la protección de las tropas en la acción del Portillo…
Cuando interviene la armada estadounidense, después del “incidente” de acorazado “Maine”, la flota de Antinógenes se encontraba en la mar y quedó reducida a la mitad, pese a lo cual había realizado importantes labores de avituallamiento a las poblaciones españolas en Cuba; el “Argonauta” burla el bloqueo de Cienfuegos, aunque en una nueva entrada desde Batabanó fue capturado y conducido a Key West y llevaba varios mandos militares que fueron hechos prisioneros, que fueron canjeados por periodistas americanos que habían sido detenidos en la capital. El “Antinógenes Menéndez” consiguió entrar en Cienfuegos, mientras el “Reina de los Ángeles” entró en Santiago y allí quedó bloqueado con la escuadra de Cervera y otros mercantes españoles, siendo capturado por los americanos.
El “Purísima Concepción”, mandado por el capitán montañés Fernando Gutiérrez Cueto, consigue romper el bloqueo de Cienfuegos a Batabanó y allí fue requisado por el Capitán General Blanco, quién puso un Comandante Militar a bordo, el Teniente de Navío Joaquín Montagut; burló el bloqueo y se dirigió a las costas de Jamaica en busca de víveres, para lo que tuvo que sortear la vigilancia de los buques enemigos, incluso con bandera inglesa falsa; volvió a Cuba, primero a Casilda y después a Las Tunas, burlando a la escuadra enemiga y siendo cañoneado; llegó a Manzanillo con su carga y tuvo que defenderse bravamente de los barcos americanos, dejando fuera de combate al “Hornet”. En un segundo ataque, también en Manzanillo y ya con la Escuadra de Cervera destruida, todas las unidades españolas fueron destruidas, entre las que se encontraban tres de la flota de Antinógenes que fueron incendiados y echados a pique: el “Purísima Concepción”, el “José García” y el “Gloria”.
El esfuerzo de Antinógenes en esta desigual guerra fue titánico en beneficio de los intereses de España; puso todo lo que tenía, especialmente su flota, para ayudar a España; sus buques se convirtieron de hecho en barcos de guerra, transportando tropas y material bélico, víveres y ayudando allí dónde fuera preciso, de acuerdo con las necesidades de la contienda.
Después del desastre, nuestro valeroso naviero aún reflotó el “Purísima Concepción” y le reconstruyó y junto con los tres barcos que le quedaban (El “Antinógenes Menéndez”, el “Reina de los Ángeles” y el “Josefina”), continuó con su actividad marítima hasta su fallecimiento, lo que sucedería el 4 de Agosto de 1.906 en Cuba; finaliza así la historia de un torrelaveguense intrépido y trabajador, enamorado del mar y de los negocios, que forjó todo un imperio lejos de la tierra que le vio nacer; este capitán y naviero, “apasionado hasta la chifladura por los barcos”, tenía reservada permanentemente una habitación en un hotel de La Habana que se encontraba frente a los muelles de Luz, con un letrero que decía: “Camarote de Antinógenes Menéndez”.
Ni España le ha agradecido los servicios generosos que prestó, ni Cantabria ni Torrelavega le han recordado en su callejero o con una sencilla placa de homenaje y recuerdo.
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Comentarios(1):
Un gran articulo de investigación que te habrá quitado horas de sueño Enhorabuena