A mi amigo Juanjo  Agenjo

Algunos/as  se alejan, se marchan de nuestras  vidas tocando los tambores del resentimiento y el odio sin causa ni justificación, cuando son dos sentimientos que debemos desterrar de nuestra corta vida, tú te has marchado sin avisar, en silencio y dejando una imagen de amistad, de conciliación en el día a día porque  nunca te vi alzar la voz un decibelio superior a tu contertulio, siempre eras conciliador. 

En  el trabajo, en la abogacía, en la procura, en la judicatura, fiscalía, funcionarios de justicia es donde brota  la amistad por el trato cotidiano por  la relación e incluso, porque no decirlo surge el amor  en ocasiones y siempre existen fuertes nexos que consolidan las relaciones de las personas para siempre. No hace falta vivir bajo el mismo techo para que esa relación personal se consolide con unos vínculos que perduran toda la vida. Y son los muchos años, el día a día,  las pequeñas cosas,  la toga, el hacer pasillos, los cafés entre juicio y juicio de toda una vida por los Juzgados repitiéndonos la manida frase que en nuestra vida jurídica tanto hemos machacado en las esperas de: ¿A  qué hora lo tienes?.

Todo lo anterior forja la amistad y más en los años donde no habíamos sucumbido todavía al internet  y se subía casi todos los días a los Juzgados. Fuiste de la cuadra de Huerta,  yo de la de Pedraja, ahora ya no es como antes Juanjo, es diferente cómo bien sabes. Juraste unos años después que yo pero prácticamente somos de la misma hornada. Recuerdo un juicio que tuvimos en Santoña hace muchos años, nos batimos el cobre  como jabatos en la Sala de Vistas, los clientes quedaron contentos y nosotros después del trabajo nos fuimos a comer. La vida se forja día a día con el trato y las  pequeñas anécdotas. Hace tres años cuando me di la hostia en la vespa, (me dieron), que salí vivo de milagro, me llevaste el juicio y salió muy bien con tu magistral conocimiento y templanza guardando los tiempos, y después también  tuvimos la comida de rito.

En estos últimos tiempos hablábamos de la jubilación  y tú ya estabas concienciado en cogerla aunque decías siempre un poco más, a pesar de que  los campos de golf te estaban esperando, hoy lloraran por tí.
Cuando me comunicaron tu caída y las consecuencias no podía creérmelo. Dejas tres mujeres que te adoran, destrozadas lo sentimos mucho por ellas pero quedan los recuerdos y el cariño que no se olvida nunca, para ellas nuestro afecto y respeto más profundo.

Nadie lo esperaba, todos sentimos tu marcha, la muerte siempre es traicionera aunque sabemos tiene que llegar porque nacemos para morir pero de esta manera precipitada y demasiado temprana se hace todavía más dura.
    
    Te queremos y recordaremos siempre tu nobleza.

Carlos Magdalena Menchaca