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Tribunales 14-10-2020 15:15

El acusado que negó participar en la muerte del anciano lo admite en una segunda declaración: "Solo quería dinero"

Su abogado pide que vuelva a declarar para "aclarar los hechos", que reconoce el procesado y pide perdón: "Lo siento muchísimo"

   El acusado que ayer negó su participación en la muerte de un anciano que apareció asfixiado, atado y amordazado en un garaje de Santander se ha retractado hoy de lo dicho en una segunda declaración en el juicio, solicitada por su abogado y concedida por la sala al no oponerse ninguna de las partes, para poder así "desdecir algunas cosas" y "aclarar los hechos", según ha explicado el letrado.

   El procesado en cuestión, Ricardo G.L., al que su hermano Paulino implicó en el crimen y en el posterior robo en el domicilio de la víctima durante su interrogatorio en la primera sesión juicio, ha argumentado que ayer estaba "nervioso": "No me tomé la medicación por la mañana".

   Y acto seguido, ha asegurado que él nunca ha "querido matar a nadie", sino que "solo quería dinero". "Lo siento muchísimo", ha manifestado entre sollozos en la Audiencia Provincial de Cantabria, donde se desarrolla la vista con jurado popular y después de que en su primera declaración en el arranque del juicio negara haber participado en los hechos, en febrero de 2017.

   Tanto él como su hermano, naturales y residentes en País Vasco, exculparon con sus versiones al tercer detenido, Juan Carlos C.S., un vecino de Santander que según coincidieron no sabía nada de lo que ellos venían a hacer a la ciudad y que acabó con el fallecimiento del hombre, de 81 años.

  OPORTUNIDAD DE ACLARAR LOS HECHOS

   Para repetir la declaración del Ricardo, su abogado, Manuel Fernández Garrido, ha invocado el artículo 42.1 de la Ley del Jurado, que remite al 680 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal al procedimiento ordinario, que contempla la posibilidad de que el acusado sea oído de nuevo aunque ya haya prestado declaración.

   "Siendo nuestro derecho tan garantista y este un asunto tan relevante debe concederse al acusado la oportunidad de aclarar los hechos para ilustrar mejor al jurado", ha explicado a esta agencia el letrado, que ha incidido de nuevo en la drogodependencia de su cliente, acreditada con informes médicos y reconocida por el propio encausado, que asegura haber consumido heroína durante 36 años, entre ellos cuando sucedieron los hechos.

   Esta Defensa también ha recordado que cuando un procesado ejerce el derecho a la última palabra, justo antes de quedar visto para sentencia un juicio, las partes ya han elevado a definitivas o modificado sus conclusiones con las correspondientes penas.

   Y aunque también se podría haber planteado un careo entre ambos hermanos, al final los dos han reconocido los hechos y han mostrado arrepentimiento con la segunda declaración de Ricardo, en base a un petición inusual, como han apuntado los letrados y la propia magistrada, María Rivas.

   En este proceso, la Fiscalía y la Acusación Particular ejercida por la viuda del nonagenario solicitan 35 años de cárcel para cada uno de los tres acusados por asesinato, dos robos con violencia y detención ilegal. Los tres fueron detenidos de forma escalonada, entre octubre de 2018 y principios de 2019 y permanecen en prisión provisional desde entonces.

  SEGUNDA DECLARACIÓN

   En su segunda declaración en el juicio, Ricardo ha indicado a preguntas de las partes que en las fechas de los hechos su hermano, que vivía en Vitoria, le recogió en su casa, en Bilbao, para venir a Santander. Ya en la ciudad, se quedaron en una casa de Juan Carlos, que era amigo de Paulino y al que, según ha reiterado, no reconoce, porque solo le vio "por detrás" cuando les llevó en coche por las calles donde sucedieron los delitos: Beato de Liébana, donde estaba el garaje, y Alcázar de Toledo, dirección de la vivienda.

   Y aunque ha comentado que él hacía lo que su hermano le decía y no ha ofrecido muchos detalles porque tiene "mala memoria a largo plazo", sí ha corroborado que entraron los dos juntos al local donde estaba la víctima para quitarle las llaves del domicilio.

   Ha apuntado que en algún momento el anciano "se puso fuerte", aludiendo así a que trató de defenderse, pero a "tanto como golpear no" llegaron. "Yo creo más bien que fue un forcejeo", ha rememorado. "Pegar, pegar, no", ha insistido.

   Preguntado por quién de los dos introdujo al nonagenario un trapo en la boca --que tenía también cubierta con cinta adhesiva y una bufanda, y envuelta la cabeza en un plástico transparente--, Ricardo ha contestado que no lo recuerda "bien".

   Ha proseguido que después se fueron al domicilio del matrimonio, donde estaba su mujer, y ha justificado que como "quiso gritar por una ventana" la llevó al sofá y la advirtió: "Señora, esté callada y no le va a pasar nada".

   En este caso, ha asegurado que no le metió ningún trapo en la boca -"nunca", ha sentenciado- aunque sí recuerda que la ataron "un poquito", haciendo una especie de "ocho en la mano", pero "los pies no".

   Finalmente, sobre el robo, Ricardo ha indicado que fue Paulino quien lo cogió el dinero y las joyas, ya que fue su hermano quien le dijo de ir a Santander.

  POLICÍAS

   En la sesión han declarado además los testigos llamados, entre ellos algunos agentes que estaban citados también el jueves como peritos, por lo que se ha practicado ya parte la prueba pericial, para evitar que tengan que volver a comparecer en Las Salesas.

   Destaca el testimonio del responsable de la investigación, de la Policía Nacional de Madrid y que se incorporó a las pesquisas iniciadas en Cantabria seis meses después de los hechos.

   En el proceso fue clave la llamada que Paulino hizo al día siguiente del crimen desde una cabina de Vitoria -próxima a la vivienda de su expareja- a Cruz Roja para alertar de un matrimonio en Santander que podría precisar auxilio. Llamada que se difundió en los medios de comunicación para solicitar colaboración ciudadana y tratar de identificar al autor de la misma.

   A raíz de este paso, un ertzaintza, que también ha declarado en el juicio, creyó reconocer la voz del acusado, al que había tratado hace años por diversos pleitos. Así, obtuvo su número de teléfono de una base de datos, le llamó y grabó la conversación. Se cotejaron ambas resultando ser "la misma" persona, ya que los dos registros eran "compatibles al cien por cien", según el inspector jefe.

   Para pedir la citada colaboración ciudadana, el responsable de la investigación fue a \'Expediente Marlaska\' y tras salir del programa recibió una llamada anónima que aseguraba también que la voz era de Paulino y le relacionaba, además, con un hombre de Santander, abriéndose una línea de investigación que les llevó a Juan Carlos.

   A través de este último dieron con Ricardo, al asegurar el cántabro que su amigo vasco había venido a la ciudad con un hermano que se parecía a "Harpo, el mudo de los hermanos Marx", un "detalle gracioso" que pudieron comprobar después, cuando le detuvieron.

   Durante la investigación corroboraron asimismo que la furgoneta que emplearon para desplazarse desde el País Vasco a Cantabria, el coche con el que se movieron por Santander o prendas de ropa encontradas en sus trasteros coincidían con lo que aparecía en las grabaciones de cámaras de seguridad de la Autovía del Cantábrico o comercios de Santander próximos a los lugares del delito.

   En opinión del responsable de la operación, que "desde el principio" pensaba que eran tres los implicados, el tercer involucrado tenía que tener también "un interés", que a su juicio era "repartirse el botín".

   Finalmente, un policía que accedió al garaje ha indicado que el cuerpo estaba boca abajo, con la cabeza ladeada en el suelo, atado de pies y manos y a una columna. También tenía golpes y sangre en la cabeza y amordazado con un trapo "bastante largo" y "muy metido" en la boca, además de una cinta que le cubría la nariz y hacía que no tuviera "absolutamente ninguna" opción de respirar. "Era imposible", ha coincidido otro agente.

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