“Y, ahora, ¿qué digo yo?”
Cuando la resolución judicial del pasado lunes archivó la causa contra Francisco Camps, Ricardo Costa y Víctor Campos, dando la razón a la postura mantenida por el Partido Popular, su presidente, Mariano Rajoy, tenía tantas cosas que decir, tanta intoxicación que depurar, tantas portadas que refutar, que le asaltó la feliz duda de por donde comenzar.
En mi caso basta con reproducir lo que escribí en este mismo medio hace exactamente tres meses, refererido a los procesos judiciales contra dirigentes populares que: "La constante feliz a todos los casos es que, tras el fragor mediático, la responsabilidad judicial no existe".
¿Alguien apuesta a que ninguno de los que hoy está siendo públicamente fustigado resulta condenado? yo me jugaría algo a que hay mucho ruido y ninguna nuez.” Bueno pues gané la apuesta, y hoy me la cobro dándole publicidad.
Desgraciadamente, también creo haber acertado cuando en referencia a este caso archivado y a otros, como los que se sufren en Vall D´Uxó, Alcalá de Xivert, o el particular vía crucis de nuestro presidente provincial Carlos Fabra, afirmé que se pueden cerrar las causas pero el daño político, personal, y sobretodo familiar del juicio paralelo, nunca se llega a archivar por completo.
Ha quedado también de manifiesto la extrema politización de la Fiscalía, en cuyo nombre habló la vecina fantasma de Beneixida, María Teresa Fernández de la Vega, para anunciar que la cacería continúa, que recurrirán.
El uso político de la Fiscalía es tan evidente que en el referido artículo del mes de mayo escribí; “buena puntería la del fiscal, pero ojo que en esto de las cacerías contra militantes populares algún cazador puede resultar cazado, sino que le preguntan al cesado ministro Bermejo, que se las daba de experto tirador.”
A quién le puede llamar la atención la Vicepresidenta De la Vega es a la fiscalía de Castellón, que en su última acción, y apuntando al bueno de Francisco Juan, alcalde del PP en Alcalà de Xivert, no ha tenido más remedio que pedir la imputación de la corporación municipal al completo, socialistas incluidos, pues la presunta maldad urbanística, además de contar con todos los informes favorables, se aprobó por unanimidad.
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Comentarios(3):
Todos tenéis que aprender a ser más serios, no difamar, ni levantar falsos testimonios, ni decir medias verdades con intención de engañar. De seguir así conseguis que la política sea una actividad denigrada. No hagáis el juego u os aprovechéis de las noticias que al respecto expiden los medios de comunicación sensacionalistas. No hagáis una broma peligrosa de las cosas serias. La dignidad de las personas tienen mayor importancia que un puñado de votos. Sr. Barrachina, mire la Ley 50/1981 del 30 de diciembredel Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal. Cap.IV, artículo 8, dice: " EL GOBIERNO PODRÁ INTERESAR DEL FISCAL GENERAL DEL ESTADO QUE PROMOVIERA ANTE LOS TRIBUNALES LAS ACTUACIONES PERTINENTES EN ORDEN A LA DEFENSA DEL INTERÉS PÚBLICO" Por consiguiente hablar del uso político de la Fiscalía o la politización de la Fiscalía, dando a entender que el Fiscal Gómez Pumpido y lo que representa es un servíl del Gobierno, es tratar de dejar las instituciones o al menos ésta, que es muy importante, como corrupta, vendida al Gobierno socialista. Y no señor, usted sabe o debe saber que no es así; la citada Ley se lo pone de manifiesto. El ministro Bermejo, Sr. Barrachina, dimitió él porque quiso, sin imposición alguna. Lo que visto lo visto le dignifica doblemente. Ustedes han hecho mucho daño político y social aprovechándose del terrorismo, de las víctimas y de todo lo que pudieron con tal de despretigiar al Gobierno, pusieron la estructura del Estado bajo sospecha. Han sido unos irresponsables, Sr. Barrachina, y aún hoy siguen utilizando estrategias similares, si no atengámonos alo dicho ayer por la Sra. Cospedal. Seriedad Ahora no diga nada, reflexione.
Conde Pumpido, Fiscal General del Estado, sicario del Gobierno Zapatero?, pero qué dicen. No se recuerdan ya de Jesús Cardenal y de Fungairiño en la ´´epoca Aznar? Hay que fastidiarse.
Más que decir es hacer; ser cautos.