Wilkommen Europa

En otras palabras, se acabó lo que se daba. El todo vale, la feria de las autonosuyas, que tan bien retrató Vizcaíno Casas, el “Vamos a dejar España que no la reconocerá ni la madre que la parió” de Alfonso Guerra, el chalet adosado en la costa y el puticlub de carretera, las “o” hechas con un canuto por analfabetos reconvertidos en alcaldes y concejales, los masteres de chichinabo y títulos de pacotilla, la España del “y tú mas”...

Bienvenida Europa y los hombres de negro alemanes que van a poner cordura en este sálvese quien pueda de país que ve como los dos grandes partidos se lían a garrotazos culpas (¡Ay Goya, qué gran visionario siglos antes!)  echándose las de los males, mientras el país se desangra en ríos de parados, recortes salariales, la maldita prima o suegra de riesgo, se deshincha la burbuja inmobiliaria y empobrecen los hipotecados.

¿Donde está la cordura? ¿La unidad nacional? ¿Sólo es posible con el campeonato del mundo de fútbol? ¿Por qué se avergüenza la gente de la bandera de este país? “Yo soy español, español, español”, gritan los hinchas y entonan un miserable chunda, chunda, tachunda, cuando se iza la bandera patria, huérfanos de letra en el himno nacional.
Somos eso, un país de artificio, un país de Manolos los del bombo que grita bajo el influjo de la cerveza y odia al vecino a las primeras de cambio. Un país que prefiere por votación popular celebrar las fiestas del pueblo (verbena y sangría gratis que no falte) en vez de dedicar el presupuesto a promoción del empleo.

Por eso, por todas estas miserias que nos merecemos, imploro el rescate de Europa, ruego que vengan esos hombres de negro a poner cordura. No habrá recibimiento con trajes de faralaes, ni banda de música, ni alcaldes con cohetes, como en la película de Berlanga. Nuestra película actual, pese a los avances audiovisuales, ha de rodarse muda y en blanco y negro, o subtitulada en alemán.

Lo dicho “Wilkommen, Europa”