Noticias de Cantabria
28-12-2007 11:05

Sarkozy: El lenguaje de la verdad

Si lo bueno breve y claro, dos veces bueno. El Presidente francés, Nicolas Sarkozy viene dando lecciones no sólo a los políticos españoles, sino a la inmensa mayoría de líderes mundiales por su forma de hacer las cosas.

Sarkozy habla claro, sin tapujos, sin pelos en la lengua, y lo hace porque basa su política en unos principios y bajo unos parámetros bien definidos, al tiempo que rotundos, muy al contrario de quienes han optado por andarse con titubeos y medias tintas, o tintas enteras.

Iba siendo hora de que entrase alguien en escena capaz de reivindicar los valores del humanismo occidental, aquéllos sobre los cuales ha de seguir construyéndose Europa, un continente que ha de seguir en la senda del crecimiento económico, del desarrollo cultural, del librepensamiento y del respeto y apuesta por la libertad individual.

Si algún político en España fuese capaz de convencer a los ciudadanos de su disposición para hacer las cosas en función de lo que dice y piensa, sería suficiente para ganarse la confianza de la inmensa mayoría, que lo único que busca es un mínimo de coherencia en la cosa pública, lo cual de algún modo siempre acaba calando en todos los ámbitos de nuestra sociedad.

Pero es que además Sarkozy ha sido capaz de contagiar a millones de personas con su entusiasmo, respeto, ímpetu y energía positiva a la hora de hacer las cosas, reconociendo que ganó las elecciones porque habló a los franceses en «el lenguaje de la verdad».

¿Y los españoles qué podríamos esperar del próximo Presidente del Gobierno a partir de marzo, cuando se celebren las elecciones generales? Muy sencillo: que no ponga en entredicho el concepto de nación, que éste deje de dejar un término discutido y discutible; que muestre su firmeza ante los terroristas; que ponga freno a la inmigración desmedida y sin control; que defienda las políticas en materia de energía nuclear; que tenga el mismo o mayor reconocimiento en el exterior de nuestras fronteras que el que tenía José María Aznar; que no se tome libres los fines de semana para descansar en familia, porque un Presidente del Gobierno no puede tener un horario similar al de cualquier funcionario de la Administración. Y así, sucesivamente.

La única persona a día de hoy capaz de representar un papel similar sólo pude encontrarse en el Partido Popular, y Mariano Rajoy tiene una oportunidad de oro para evitar que los españoles sigan cayendo año tras año, legislatura tras legislatura, en el más acuciante de los inmovilismos.

Es evidente que la Europa que anhela Rodríguez Zapatero y la que quiere Sarkozy no tienen nada que ver, entre otras muchas cuestiones por la pretensión de éste de afianzar y agrandar las relaciones con los Estados Unidos, fruto del vínculo trasatlántico, lo cual le sitúa en el mismo plano que a los actuales dirigentes del Reino Unido y Alemana, por poner los dos ejemplos más significativos en nuestro continente. Zapatero prefiere hacer reversionismo y revisionismo histórico en lugar de hacer política, y eso tiene unas pésimas consecuencias a corto, medio y largo plazo, como los hechos nos están demostrando.

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