¿Quién quiere una guerra?
Aún me pregunto por qué le dieron a Barack Obama el Premio Nobel de la Paz. Durante su mandato no ha demostrado ser precisamente un pacifista.
Aún me pregunto por qué le dieron a Barack Obama el Premio Nobel de la Paz. Durante su mandato no ha demostrado ser precisamente un pacifista. Ahora el Presidente Obama quiere armar a Ucrania en su guerra solapada con Rusia. Menos mal que, hasta el momento, Angela Merkel, que al fin y al cabo es la jefa de Europa, se resiste y ha embarcado al presidente francés, François Hollande, al presidente de Ucrania, Poroshenko, y al mismísimo Putin en la cumbre de Minsk, en la que hace de anfitrión el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, en un intento de frenar la escalada de violencia. Es difícil que los resultados de la cumbre vayan más allá de las palabras, pero al menos solapa los cánticos de guerra.
En todo caso, y pase lo que pase, me parece a mí que los intereses de Estados Unidos y los de la UE empiezan a no ser los mismos, al menos en lo que se refiere a Ucrania. Creo que la mayoría de los europeos no queremos una guerra en casa, porque se sabe cómo empiezan los conflictos y no cómo terminan, y mandar armas a Ucrania o que la OTAN meta las manos es tanto como destapar la botella y que salga el genio con consecuencias imprevisibles. No olvidemos que lo que está pasando en Ucrania es en parte responsabilidad de la Unión Europea y de Estados Unidos.
Los manifestantes de Maidan derrocaron al Gobierno de Viktor Yanukovich, que había sido elegido democráticamente. Desde luego que Yanukovich no era un ejemplo de limpieza democrática y que la corrupción campaba por Ucrania. Los manifestantes de Maidan debieron presionar para una convocatoria anticipada de elecciones y no, con la inestimable ayuda de la UE y de Estados Unidos, acabar, sin urnas, con un Gobierno que había salido de las urnas.
El espectáculo de ver a parlamentarios europeos, a senadores norteamericanos, al vicepresidente de Estados Unidos y a la anterior responsable de la política exterior europea, lady Asthon, manifestarse en Maidan es un ejercicio de cinismo y de irresponsabilidad cuyas consecuencias ahora pagan los ucranianos.
La realidad es que la UE quiso acabar con Poroshenko sencillamente porque este había decidido no firmar un acuerdo comercial y económico con la UE. Y ya saben, el negocio es el negocio y la Unión Europea no quería perder el inmenso mercado que supone Ucrania. La consecuencia ha sido una guerra civil entre ucranianos y dar pie a que Rusia se sienta amenazada por Occidente, sobre todo al ver que la OTAN quiere colocarse en la puerta de su casa, o sea, en sus fronteras.
A río revuelto, ganancia de pescadores, así que Rusia se ha quedado con Crimea y ayuda a los rebeldes que quieren que sus territorios dejen de ser parte de Ucrania. Vamos, que Putin no puede dar lecciones de ética política, pero Obama, Merkel y compañía tampoco. Cada parte ha defendido sus intereses sin que en ningún momento les hayan importado las consecuencias que esos intereses han tenido para los ciudadanos ucranianos.
Ahora Obama baraja mandar armas a la zona, lo que puede suponer un aumento de la tensión y que nos coloque una guerra en el corazón de Europa que puede extenderse y tener consecuencias imprevisibles. Creo que si nos preguntaran, la mayoría de los europeos diríamos que no queremos vernos mezclados en una guerra contra Rusia. De manera que nuestros gobiernos harían bien en parar los pies al amigo norteamericano y no permitirle que mandando armas a Ucrania desestabilice a Europa. Y ya digo, ojalá la cumbre de Minsk quede en más que palabras.
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